HACIA UNA HISTORIA DEL F.E.S.


LA OPOSICIÓN FALANGISTA AL RÉGIMEN DE FRANCO:
EL FRENTE DE ESTUDIANTES SINDICALISTAS (1963-1975)


INTRODUCCIÓN


HACIA UNA HISTORIA DEL ALEGRE FES


El trabajo cuyo primer capítulo aquí se ofrece es recopilación, enmienda y culminación de otros trabajos previos, cuyo origen remoto está en la Memoria de Licenciatura de Francisco Blanco, en la Facultad de Historia.
Se presenta como lo que es, sin más pretensiones: una aproximación a una historia. Por desgracia, hasta hoy, la única aproximación que se ha intentado.
Bienvenidas serán las críticas que se hagan desde el rigor, la reflexión y la referencia precisa a los datos. Contribuirán a mejor edificar una historia que, por la limpieza de intención de quienes la vivieron, por el entusiasmo que despertó en tantos, merece un trato justo, un juicio informado y veraz.

Metodología
Para la elaboración de este trabajo de investigación se ha utilizado como base fundamental la Memoria de licenciatura "El FES, una manifestación de la oposición falangista al régimen de Franco" redactada por Francisco Blanco; no obstante, al integrarlo como un artículo en un estudio más amplio se han suprimido ciertos apartados que pudieron tener sentido dentro de la Memoria en su dimensión de obra completa, pero que aquí no lo tienen. A partir del estudio del FES como la manifestación alternativa de la Falange más coherente y duradera, se han indagado otras conductas de grupos falangistas paralelos a él, anteriores o posteriores en el tiempo.
Además de la utilización ya reseñada en su día de la colección documental del FES y de las entrevistas realizadas, se añade la consulta a publicaciones de la Falange Española de las JONS Auténtica y de documentación obrante en el Archivo General de la Administración del Estado.
Antecedentes y controversia ideológica
Junto a la conducta de falangistización del Estado durante la guerra civil 1936-39 y en los años posteriores a la misma es posible seguir un contrapunto de disidencia por parte de minoritarios sectores de falangistas que entendían que el proyecto esbozado durante la época republicana por los líderes históricos de la Falange Española, es decir, en el tramo 1933-36 no se estaba cumpliendo.
La corta vida del proyecto político de José Antonio Primo de Rivera, que junto a los antecedentes de Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, tuvo una duración autónoma de tan solo cinco años, unido al papel histórico desarrollado por la Falange durante la guerra civil y el régimen franquista, han producido una falta de definición clara sobre qué era la Falange, sobre si tuvo o no el poder , así como interpretaciones varias sobre la actitud de disidencia o pseudodisidencia que pequeños núcleos falangistas pudieron tener. En todo ello ha influido la variedad en el comportamiento de los falangistas, lógica si tenemos en cuenta los numerosos contingentes amparados bajo dicha denominación y que constituyeron el partido político con más afiliados habido en la historia de España.
El clásico libro de Stanley Payne, "Falange, Historia del fascismo español", subrayaba la falta de homogeneidad, las profundas diferencias y la dificultad en saber lo que la palabra falangista significaba para cada uno de los que así se llamaban (3). A esa dificultad se añadía la suposición de algunos que pensaban que la ignorancia sobre el conocimiento de la Falange era mayor dentro de España que fuera y que tal desconocimiento se acrecentaba entre los que se denominaban falangistas (4). Todo un mar de confusión.
Para S. Ellwood, estudiosa del fenómeno azul, en su texto Prietas las Filas la variedad era más aparente que real y a la larga la diversidad descansaba en lugares comunes de referencia (5), dando a entender una versatilidad tremenda en la Falange que la llevaba a una continua historia de adaptacionismo. Un "coyuntural-oportunismo" con base en el medro. Tales opiniones pueden tener una parte de verdad, con las reservas debidas ante el olvido de la británica de ciertas manifestaciones del falangismo o de falangistas atípicas para su visión del asunto.
Entendemos que son observables a lo largo de la historia del movimiento falangista una serie de constantes, que se manifestaba como divergencias notables de las que señalamos como sintomáticas y expresamente reveladoras: las relativas al fenómeno religioso y eclesial, al mundo del trabajo, al mundo estudiantil y a las "previsiones sucesorias" o sea a la forma de la jefatura del Estado.
1º- La aceptación implícita del catolicismo como pilar fundamental de la elaboración doctrinal falangista ha sido comúnmente aceptada; sin embargo en esto ha habido contestaciones y, por supuesto, la práctica religiosa o las relaciones con la Iglesia, o mejor, con su jerarquía, han sufrido vaivenes desde los primeros tiempos. Vaivenes que no quedaron estancados en la pugna del primer tiempo del régimen sino que rebrotaron con cierta frecuencia.
2º- En el mundo del trabajo observamos posturas contrapuestas. Desde la Falange, que aportaba el contenido social al régimen del general Franco, se actuaba también en tareas policiales represivas y se ordenaba, por poner un significativo ejemplo, a los falangistas a tomar "medidas enérgicas de represión" contra quien repartiera pro da subversiva, colaborando con la Policía a tal fin (6) o con quien participaba en movimientos de contestación a la política sindical ordenada. Con ese tipo de pro da, o sea subversiva, desde la Falange también se incitaba a la manifestación, a la huelga y a responder contra las medidas de represión del Estado (7). Existen muchos testimonios escritos de cuál era la postura del conglomerado FES, alentando a la huelga en Barreiros, en la Standard, en los sucesos de Granada del año 70 y en otros conflictos obreros.
3º.-El Sindicato Español Universitario fue el organismo controlador universitario, falangista, del que se sirvió el régimen franquista y desde el IV Consejo Nacional de El Escorial de 1940 olvidaba su papel de "gracia y levadura" adjudicado por Primo de Rivera, cercenando la inquietud revolucionaria de sus miembros; pero también en la Universidad, años más tarde, fueron frecuentes la llamadas contra el ejercicio controlador del Estado o contra la represión policial.
Se podrá argumentar que esas disidencias obreras y estudiantiles eran "rebeldía fascista" o un "romanticismo demencial", pero no podrá negarse su existencia. Porque quien de esto más supo sí lo dijo. Nos estamos refiriendo al Coronel José Ignacio Sanmartín, máximo responsable del Servicio Central de Documentación de la Presidencia de Gobierno, quien en su libro Servicio Especial señala a la UTS como movimiento de oposición sindical, de menor importancia que Comisiones Obreras, Movimientos de Apostolado Obrero o STV. Definía a la UTS como "movimiento confederal de línea aparentemente apolítica que preconizaba la lucha sindical seguida del diálogo". (p.149) Para San Martín en el apartado grupos políticos que apoyaban la subversión en la enseñanza señala "…los de la Falange disidente (FES, FSN, Fuenteovejuna, etc.), mas los de tendencia castrista, trotskista y anarquista, pero la mayoría de ellos eran poco activos y algunos sólo existían en el papel." (p. 146)
4º.- Discrepancias en cuanto a la aceptación del régimen, del Jefe del Estado, de las previsiones sucesorias etc. establecieron un fuerte contraste entre las posturas de los falangistas. El acatamiento a la salida monárquica por estar ordenado por el Generalísimo -y sólo por eso- era señal de poco amor para el futuro jefe del Estado Naturalmente la postura de abierta contrariedad ante aquello era mucho más frecuente en las filas juveniles falangistas.
Por ello, con tamaña disparidad de criterios, ¿no sería más correcto hablar de Falanges o de una Falange poliédrica en vez de hablar de Falange o de la Falange?
La existencia, por la diferencia de opiniones, de varias Falanges, ya fue puesta de manifiesto por Manuel Cantarero del Castillo, aunque él las reducía a grupos falangistas que se organizaban dentro del Movimiento, por lo que la heterogeneidad tenía un marco claro de referencia, no discutido, para las distintas tendencias. En sentido estrictamente legal "todo y todos" eran falangistas, es decir miembros de FET y de las JONS, que por mucho que acabara rebautizándose como Movimiento Nacional no dejaría nunca de ser FET y de las JONS.
Si en las primeras etapas del régimen se pudo identificar Estado y Falange, el paso del tiempo había hecho que tal ecuación careciera de sentido. Eso se desprende al menos de las opiniones de los falangistas a partir de los sesenta.
Para conocer lo que la Falange representaba para los falangistas se ha acudido a dos publicaciones. La primera es una pequeña encuesta que el Diario Informaciones realizó el 31 de Octubre de 1968 con el título "¿Qué pasa en la Falange?". En el vespertino madrileño, los francofalangistas encuestados, fuera ya de lugar, se mostraban absolutamente tranquilos sobre el estado de la Falange y daban sorprendentes respuestas como la de que "la Falange estaba en su momento" o bien "que se prolongaba en el Movimiento". Otros entendían que su final era inevitable y que debía ser "honrosamente licenciada" (sintagma serranista del 45 que hizo fortuna) porque no tenía sitio en áreas donde imperaban los sistemas democráticos. ¿Qué había conducido al Informaciones a realizar aquellas preguntas? La percepción clara de falta de monolitismo dentro del conglomerado falangista.
Incidentes ocurridos un par de días antes en el madrileño teatro de la Comedia, contaban con la justificación de Dionisio Ridruejo para quien la protesta era explicable aunque "ligeramente tardía". Quien fuera destacado falangista en los primeros tiempos había abandonado la militancia oficial en 1942, aunque según el mismo declaraba "de la Falange esencial no me voy" y aún seguía manteniendo contactos con actos del oficialismo falangista en 1953. Su evolución a posturas socialdemócratas llegaría poco más tarde. Ninguno identificaba ya Estado con Falange, aunque malabarismos dialécticos veían continuación o prolongación de una realidad en otra cuando el ascenso de la tecnocracia, políticos más o menos ligados al Opus Dei era un hecho, la Ley Orgánica del Estado había sido aprobada y el falangismo del régimen se recluía en fúnebres conmemoraciones en Noviembre o en apolillados recuerdos los 29 de Octubre. En los años 68 o 69, auténticos puntos de inflexión para el franquismo, seguían dándose interpretaciones pintorescas, pero claro se veía que eso llamado Falange se iba acumulando en el campo de la marginalidad, posiblemente por falta de uso.
Una segunda publicación es el libro Falange Hoy de Miguel Veyrat / Navas Migueloa a producto de una encuesta de veintiuna preguntas realizadas en 1973 a cuarenta y un falangistas. Al ser mayor el número de encuestados las respuestas a lo que la Falange significaba entonces para ellos tenía mayor variedad. Los más fervientes francofalangistas seguían pensando -¡a tres años del desmontaje del régimen!- que la Falange se proyectaba en el Movimiento y cubrían de retórica sus explicaciones; para otros, la Falange no existía. Había una idea que se prestaba a múltiples interpretaciones, en ocasiones incluso contrapuestas.
Resulta claro que uno de los problemas fundamentales que plantea el estudio de la ideología falangista reside en su definición. Poner límites precisos a los pensamientos, a veces divergentes de sus figuras más representativas, resulta complejo. Las causas de ello estarían en el escaso periodo de tiempo con vida autónoma de la Falange, anulada con la vorágine de la guerra, y su inclusión en una amalgama de fuerzas a las que prestó su léxico particular y sus símbolos. Confluyeron gentes de formación muy distinta y no quedó tiempo de perfilar con exactitud aquella aventura original, moderna y genuinamente española.
Normalmente se viene contemplando como la versión española del fascismo. A tal conclusión se llega en los intentos de agrupar posturas por afinidades. En el caso de la Falange, si bien es posible establecer relaciones -en muchos casos puramente estéticas- con los modelos alemán e italiano, es también cierto que hay algo distinto. La filosofía sustentante al ideario falangista expuesta por Primo de Rivera y estudiada en profundidad por Adolfo Muñoz Alonso y Salvador de Brocá o Argaya Roca (8) distaba radicalmente de los presupuestos alemán e italiano.
La originalidad del planteamiento político, las transformaciones sociales reclamadas en época republicana, los rasgos de independencia con otras formaciones políticas, que a la larga y a la fuerza se vieron convertidos en un solo partido, obligan a prestar una atención más divergente a la Falange Española, mermada con el simple etiquetaje de "fascista". Tal término, que ha adquirido connotaciones de insulto, excluyendo prácticamente otros posibles significados conforme a pensadas estrategias del lenguaje, resulta sumamente impreciso. En palabras del profesor Muñoz Alonso "ser fascista es hoy un ignominia y declararse fascista supone una depravación moral y una provocación criminal" (9). Con la palabra "fascismo" no se define una opción política aparecida en el tiempo, se quiere definir el conjunto de los males; viene a ser la nueva figura del demonio para quienes de ella usan como venablo arrojadizo que paraliza cualquier posible acto noble de tan miserable postura.
Por otra parte, la figura de José Antonio Primo de Rivera, máximo exponente de la Falange, se ha mantenido en una interesada idealización por parte de sus camaradas, fervientes seguidores del Estado del 18 de julio, y también de quienes lo instrumentalizaron a lo largo del tiempo sin declararse camaradas suyos. Ese grado de lejana idealidad en que se ha sumergido su figura ha sido refrendado por historiadores desde ópticas distintas, cuyos juicios, en general, acerca del hijo del Dictador bien pueden ser calificados de positivos. Como botón de muestra quedan las palabras del historiador americano Jackson y del líder anarquista Abad de Santillán para quienes José Antonio era algo mucho más complejo que la de simple líder de un partido fascista (10). Y quedan los cuatrocientos cuarenta y nueve juicios que Enrique de Aguinaga y Emilio González Navarro han recopilado en el texto Sobre José Antonio para quien quiera ver valoraciones u opiniones, favorables o contrarias sobre el hijo del Dictador.
Enfrentándose a tales posturas hay otras bastante menos favorables para la Falange. Y no ha sido extraño encontrar (y aún sigue hoy ocurriendo entre algunas gentes) la paradoja de situar en sus charlas políticas más espontáneas a un José Antonio "enfrentado" a la Falange. Tal contradicción no dejaría de tener una fuerte dosis de razón. "Joseantonianos" se han declarado personajes que no entendían la Falange como instrumento político y, desde luego, si contrastamos los planteamientos de Primo de Rivera con las respuestas políticas reales que dieron reconocidos falangistas como Fernández Cuesta, Girón de Velasco o Arrese Magra se llegará a la conclusión que la Falange -lo que por tal se conoció- se alejó bastante de lo que su fundador pretendía. Quedaría por ver si la Falange no ha podido ser otra cosa más que la Falange real, la de los representantes aludidos. Y, efectivamente, eso fue. Salva a la Falange en general, además de ciertas realizaciones y encomiables actitudes personales de algunas de sus organizaciones, el estar situada en el marco de la filosofía idealista, que puede recurrir a la idea cuando cuando la realidad no fue precisamente ejemplar. Es la ventaja de este modelo.
La obra política con efectos reales de mando, al disponer de parcelas de poder, refleja como Falange posible la de aquellos que se integraron en el Estado franquista; pero aún así, desde prácticamente la desaparición de Primo de Rivera y, sobre todo, cuando su Falange era engullida por el nuevo Estado con el consentimiento de la mayoría de los falangistas, hubo voces que se alzaron contra aquel estado de cosas puesto que no veían allí a la Falange y pretendían algo distinto.
El estado de la cuestión
Fue el estudio del americano Stanley G. Payne el primero de los trabajos que analizaba el fenómeno de la Falange (14). Publicado en Francia por la editorial Ruedo Ibérico en 1961 y por tanto de carácter clandestino,( el prologo de la obra estaba escrito por un histórico de la falange -Vicente Cadenas- con el seudónimo de Francisco Farreras) servía para un concienzudo repaso de lo que había sido la historia de la Falange. Hacía incursiones importantes -por desconocidas- en lo que podríamos denominar como Falange no ortodoxa. En las respuestas falangistas producto del desencanto creía ver el único residuo idealista de la Falange. Naturalmente las formaciones surgidas en los años 60 y 70, por razones obvias, no pudieron ser objeto de su estudio. Del mismo autor Franco y José Antonio donde amplía el espacio y tiempo de Estudio y priva al texto del calor y la admiración que marcó en su Obra primera
Partiendo de esa obra pionera, Eduardo Álvarez Puga (15) publicó una Historia de la Falange en donde dedicaba atención en su parte final a lo que titulaba "Las discrepancias de la Falange" incluyendo, muy de pasada, desmanes de descontentos en algunas celebraciones falangistas, pero sin prestar apenas dedicación a este tipo de divergencias, centrando su estudio en la Falange oficial.
Una excelente aportación fue la realizada por Heleno Saña en la revista Índice (16). En sucesivos capítulos pasaba revista al fenómeno de la Falange y se dedicaba, en la parte final, al estudio de una "Falange proscrita" en donde mezclaba en cajón de sastre, perfectamente inteligible para aquel entonces, a Círculos Doctrinales José Antonio y al FES.
Una buena contribución sobre el Frente de Estudiantes Sindicalistas se hacía desde el libro Prensa y Publicaciones clandestinas en España ( ¿autor? ) aparecido en el año 76 y que además de mostrar un panorama reciente en la mente de muchos, lo que dificultaba la componenda y la reescritura interesada de la historia, presentaba la originalidad del enfoque: no se trataba de analizar a la Falange o a los grupos falangistas sino a aquellos que habían luchado contra el régimen del general Franco. El estudio de esta disidencia falangista y la trascripción de textos publicados por el FES ofrecían una información que, aunque breve, consideramos veraz y muy positiva.
Una aportación que pretendía ser "total" era la de la inglesa Shellag Ellwood (18) que abarca hasta el año 1983. Para su director, Paul Preston, se alcanzaba con el libro "Una nueva etapa historiográfica en el análisis del franquismo". Un libro para el que la autora pudo dedicar tiempo gracias a una beca de investigación y que cuenta con estudio documental y remisión a fuentes orales. Por lo que a nuestro trabajo respecta, Ellwood dedica un apartado a la Falange no franquista que entiende como un todo, desde los primeros brotes de rebeldía durante la guerra hasta el final del franquismo. El apartado dedicado al Frente de Estudiantes Sindicalistas resulta aceptable en cuanto al relato de hechos en los que participó el grupo, teniendo en cuenta que su aportación es casi única, mas las valoraciones que realiza son sumamente discutibles y entendemos que habla por boca de otros al adjudicar al FES características próximas a una secta.
En la Cárcel Modelo de Barcelona firmaba Ernesto Milá una pequeña obra sobre los "años oscuros de la Falange" (19). El recorrido bastante completo, aunque conciso, de los distintos grupos falangistas y su buen conocer de los entresijos de las tales formaciones hacen de este texto, de limitada repercusión, una interesante obra para entender la múltiples variedades falangistas. El espacio dedicado al FES o a FEi supone el reconocimiento de la importancia y originalidad que aquello tuvo entre el marasmo del falangismo.
Otro importante trabajo, el texto de Sáez Marín sobre el Frente de Juventudes (20), aportación valiosa, documentada (a veces en exceso por la poca importancia en cuanto a la divulgación de la documentación ofrecida en) y esencial para conocer la historia de esa organización. La atracción por el tema, demostrado en la laboriosidad de lo que fue una tesis doctoral, parecen la obra de un iniciado, perfecto conocedor de los entresijos de aquel gigantesco movimiento juvenil. El epílogo, en línea con la más rigurosa y normalizada crítica acerca del fenómeno de la Falange, parece la obra de un converso sujeto a las pautas dominantes, encasilladoras del fenómeno falangista. Aportaciones que arrojan luz sobre la prehistoria de la disidencia falangista que se estudia en este trabajo nos han servido para el establecimiento de ciertas conexiones y la confirmación de antecedentes.
Uno más de los textos utilizados ha sido el de Onrubia Rebuelta (21) cuyo valor fundamental reside en la transcripción de documentos críticos hacia el franquismo por parte de falangistas o de grupos falangistas con especial dedicación al FES. Yerra en situar en el mismo cajón de sastre a Círculos Doctrinales José Antonio y al Frente de Estudiantes Sindicalistas. Si Heleno Saña pudo hacerlo, la historia siguiente no aconseja precisamente realizar tal unión como si de dos estructuras complementarias se tratasen. El aporte documental realizado aproxima el texto a nuestro trabajo, pero como el análisis es prácticamente inexistente y la narración realizada, exceptuando algún importante hecho puntual, no es ya novedosa, y apenas si puede tener considerándolos válidos para lo que aquí nos ocupa.
Sabemos también de estudios realizados sobre aspectos próximos al nuestro como son los de José Luís Rodríguez Jiménez publicado como La Extrema derecha en España o los de Miguel Ángel Ruiz Carnicer. Ambos expusieron sus avances en el ya lejano Congreso Internacional "La Oposición al régimen de Franco". El primero acerca de la Izquierda nacional y el segundo sobre el SEU y la contestación universitaria. Ambos aportaron interesantes datos y conclusiones en el Congreso citado. La exposición de Rodríguez recorría agrupaciones falangistas coincidentes en el tiempo con el FES, pero nunca se citó a éste en el conjunto de aquella "Izquierda nacional" que el régimen posiblemente utilizó como tubo de escape que mostrara la posibilidad de posturas presuntamente discrepantes. Rafael Ibáñez ha realizado un relato completo y conciso de la Falange de la transición que puede seguirse en la dirección de Internet http://members.es.tripod.de/FSLN/fetransi.htm
Tenemos pues dos tipos bien precisos de obras, ambos con claros intereses. De una parte textos como los de Onrubia o Milá son claramente favorables a la divulgación de la contestación falangista por tratar de crear distancias con el régimen de Franco. Otros textos como los de Sáez Marín o Ellwood parten de un encorsetamiento del fenómeno falangista ajustado a listones tales como búsqueda de la pureza del fascismo o la versatilidad de la Falange para acomodarse a situaciones muy variadas, premisas que parecen necesarias para acercarse al estudio de este tema y que ya, desde aquí, avisamos que no compartimos.
Un panorama pues, que va arrojando luz en cuanto al estudio del mundo de la Falange y que nos ha servido como reveladores de la periferia de lo aquí tratado. Las obras de Milá, Onrubia y Ellwood traspasaban esos umbrales periféricos y demostraban el conocimiento de la trama del falangismo disidente con sobrada capacitación; pero los tres, partiendo de posturas muy distintas y con obras de muy diverso calibre, reunían a las distintas formaciones falangistas de disidencia. Precisamente uno de los objetivos de este capítulo es mostrar la radical diferencia que el conglomerado conocido con el nombre del FES supuso para la Falange.
Antecedentes.
La disidencia falangista hunde sus raíces en el año 36. Las dudas sobre participar en conjuras como mera fuerza auxiliar de choque se vieron desbordadas al comenzar el conflicto por el unánime apoyo de la Falange, a pesar de las objeciones de José Antonio en la prisión de Alicante (22). Muestras de disidencia pueden hallarse en los comienzos del régimen y en el periodo que comprende sus últimos veinte años. Resulta significativo que a la desaparición del Movimiento Nacional iban a dejar de tener sentido político estas posturas de disidencia. Tras los años de la transición hubo grupos que desaparecieron, otros se reagruparon y han arrastrado o arrastran una lánguida existencia. La necesidad de un lugar de referencia se hizo imprescindible, tal sitio podía ser santificado o denostado, pero fue siempre necesario (entiéndase esto desde una perspectiva histórica) para encontrar la posición. Al final ni con el Movimiento ni sin él tuvieron remedio los males de la Falange.
La unanimidad en el apoyo de la Falange al Alzamiento del 18 de Julio tuvo su más serio encontronazo en Abril de 1937 a raíz del Decreto de Unificación de fuerzas políticas de la zona nacional. El problema interno de la Falange, con facciones dispuestas a acabar con las contrarias, y la oposición de Manuel Hedilla a aceptar el Decreto, en cuanto a la forma, finalizó con las condenas de éste y otros falangistas.(23)
A fines de 1937 aparecieron octavillas en las que se atacaba la unificación e iban firmadas como "Falange auténtica", nombre que quería diferenciarse de la Falange colaboracionista. La existencia de cierto malestar dentro del falangismo era positivamente contemplado desde el bando republicano. Se esperaba que luchas internas pudieran poner en aprieto el bando nacional (24).
Hubo un intento de hacerse con el poder de la FET desde dentro, una especie de conjura que realizaron Martín Ruiz Arenado, Narciso Perales, Patricio González de Canales y algún otro. También grupos clandestinos falangistas formaron una "Falange autónoma" en contraposición a la Francofalange.
Durante la guerra, el coronel Yagüe, falangista, tendría problemas a raíz del discurso pronunciado en el aniversario de la Unificación, en donde hacía referencias al perdón a los enemigos y deseaba la vuelta a sus casas de los falangistas encarcelados.
Fue ya en 1939, acabada la guerra, cuando pequeños grupos de falangistas descontentos trataron de formar una Falange fuera del Partido único, lo que significaba su clandestinidad. En el domicilio del coronel Rodríguez Tarduchy tenían estos falangistas su lugar de reunión. Allí se decidió constituir una Junta Política clandestina que coordinara la actuación de estos descontentos. Esta Junta Política contaba con Tarduchy, González de Canales, Ricardo Sanz, Luís de Caralt, Pérez Cabo etc. Entre sus proyectos estuvo la eliminación de Serrano Suñer y la del propio Franco. Ambos magnicidios fueron suspendidos al entender la Junta que las desapariciones de los dos personajes causarían más daño que beneficio. Al no quedar nada por escrito y considerar los propios interesados las reuniones como supersecretas ha sido la fuente oral quien ha dado testimonio de esta disidencia. Sobre la metodología utilizada y por la naturaleza del relato planean los interrogantes propios de tal forma de investigación. En cualquier caso y sin quitar el valor personal de quienes urdían tales tramas por el riesgo que aquello comportaba, no dejan de parecernos conspiraciones de opereta en donde el voluntarismo disfrazado de truculencia intentaba hacer de las suyas.
En Extremadura y de la mano de Eduardo Ezquer funcionaron unas Ofensivas de Recobro Nacionalsindicalista (25) que trataban de recuperar el sentido revolucionario de la Falange republicana.
La Junta Política clandestina y los falangistas que se articulaban en torno a Yagüe mantuvieron contactos en los primeros meses del año 40. No se logró ningún acuerdo por las diferencias de estrategias. Para unos, la Falange debía recobrar su independencia, para otros había que lograr el predominio dentro del Estado quitándoselo a otras fuerzas políticas, es decir reducir a la nada o a la casi nada la presencia de otros colaboradores esenciales de la guerra civil. A lo que por supuesto el General Franco no podía estar de acuerdo (25 bis)
Estos hechos manifestaban fundamentalmente un estado de opinión, una exteriorización de deseos más que la plasmación concreta de actuaciones positivas. Actitudes de rebeldía que en aquel tiempo entrañaban enorme riesgo y que producirían detenciones, destierros y hasta fusilamientos como el ocurrido con Pérez de Cabo (26).
A este último y a Juan Domínguez añadiría el FNAL (Frente Nacional De Alianza Libre) como falangistas represaliados "a varios centenares de camaradas, como Ricardo Sanz (de la Junta Política), Daniel Buhigas (Jefe Territorial de Galicia), Roberto Canales (Jefe de la Milicia), Armando Iraola, Federico Izquierdo Luque, Carlos Ruiz de la Fuente (ejemplo de pureza falangista) y tantos otros que han ido muriendo, sin perder la fé, en el abandono, en la persecución y en la miseria. Las cárceles, cuando no los confinamientos, han sido por muchos años" (panfleto del FNAL)
Pero no conviene inflar la nómina de los represaliados. En 1941 uno de los condenados a muerte por los sucesos de Salamanca, Lamberto de los Santos, dirigía una carta de agradecimiento a Ramón Serrano Suñer, Presidente de la Junta Política en donde le decía que tras la puerta en libertad de algunos falangistas sólo quedaba Hedilla en la cárcel.
Los distintos grupos de opinión falangista, tanto los que funcionaban dentro del Estado como los que querían hacerlo desde fuera perdieron fuerza y el nombramiento de José Luís de Arrese como Secretario General de la FET inició una etapa de reconducción de la variedad falangista hacia la uniformidad, basada en doblegarse ante el catolicismo clerical del Estado, no planteando serias competencias a la opción política más agradable a la jerarquía de la Iglesia con la que, a través de destacados personajes de la misma, se habían mantenido momentos de tensión por ver quién imponía su predominio. Se iniciaba una época de sumisión falangista que durará lo que dure el régimen a excepción de pequeños conatos de disidencia.
La existencia de rebeldes falangistas en torno a una "Falange Auténtica" queda demostrada por los intentos de reprimirla desde el Ministerio de Gobernación. En 1943, el antifalangista Galarza cursaba al Ministro Secretario General un escrito en el que se interesaba por las relaciones entre miembros de una denominada "Falange Auténtica" y la Secretaría General del Movimiento, ya que se iba a proceder contra aquéllos.
Carecemos de noticias de la represión efectuada, pero en Julio del 43, exceptuando la prisión de Alfaro, en Logroño, donde se concentraba a reclusos falangistas, los militantes que sufrían condena habían sido acusados de delitos comunes, no políticos. En palabras de Ridruejo:"Tu sabes bien cómo, después de perplejidades y desconfianzas toda la Falange aceptó el Caudillaje de Franco". (Serrano. O. C. p. 368)
Otro personajes por el que ha planeado la sombra de la disidencia fue el Jefe de Prensa y Propaganda de la Falange Española, Vicente de Cadenas Vicén, a raíz de la celebración del III Consejo Nacional de FE de las JONS y de los hechos de Salamanca. Su salida de España motivó rumores acerca de la labor de rechazo del falangista hacia el nuevo régimen. Aquella impresión era recogida por Payne ("Falange". Ruedo Ibérico pág. 144) para quien Cadenas "había huido de España después de la Unificación" y también se le adjudicaban octavillas en el año 37 firmadas por Falange Española Auténtica, hecho que fue negado por el interesado. La madre del falangista solicitaría, ante los rumores sobre la conducta de su hijo, la aclaración pertinente . El 22 de Marzo de 1944, se trasladaba un escrito del General Subsecretario del Ejército (Cadenas unía a su condición de falangista la de militar) al Secretario General del Movimiento comunicando que no existía ningún tipo de antecedentes sobre el antiguo Jefe de Prensa y Propaganda falangista.
Según testimonia Narciso Perales, hubo conversaciones de elementos falangistas con históricos del anarquismo como Cipriano Mera. En aquellos contactos participó el mismo Perales y José Antonio Girón estaba al corriente de las mismas y las juzgaba de interés. Todo ello resultaba lógico si tenemos en cuenta la obsesión hacia el anarcosindicalismo de la Falange republicana, la mantenida después por algunos falangistas disidentes e incluso por algunos francofalangistas. Aquellos contactos no llegaron a nada positivo. Hubo falangistas que presentaron aquello como una conspiración contra El Pardo, poniendo en guardia a los servicios de seguridad.
El falangista Carlos Novillo declaraba, sin dar mayores detalles, que en los años cuarenta y bajo el mando de Patricio González de Canales se proyectó un atentado, en el que él mismo participaba , contra el general Franco (nota Cfr. Patria Sindicalista) La comisión del delito, habida cuenta de la fortísima represión del momento, y la trayectoria de González de Canales nos inducen a pensar que aquello no debió llegar ni al grado de tentativa.
En las organizaciones juveniles del régimen, parcelas de poder falangista, era hacia los años 50 donde mayor grado de contestación se daba a la política instituida, la del Movimiento Nacional. En el Frente de Juventudes se agudizaba la contradicción política de sus militantes porque adoctrinaban conforme a unos módulos teóricos y a un espíritu de vida que no se daban en la práctica política. Hace tiempo que el comunista Mariano Gamo, buen conocedor por haber sido capellán de la organización juvenil, ha resumido este sentimiento contradictorio hablando de que "el contacto con la realidad convertía en surrealismo las consignas cantadas en los campamentos" (27).De igual forma Sáez Marín al hablar de los grupos de elite del Frente de Juventudes o sea de las Falanges de Voluntarios dice "su desaparición vendrá motivada, ante todo, por la creciente disonancia y contradicción entre su propio proceso evolutivo y el del marco sociopolítico en que se desenvolverán" (28).
Para Payne el idealismo del régimen sólo se encontraba en las organizaciones juveniles universitarias y para algunos la única Falange era la que se recluía en organizaciones juveniles y universitarias y constituía además "la única izquierda política con que nuestro país ha contado" (29).
Tamaña esquizofrenia producía excelentes muestras de análisis más objeto de estudio de psicolingüistas que de historiadores. Había un lenguaje propio de estos sectores juveniles, radicales en las expresiones y que mostraban la repulsa por lo real y la esperanza en el futuro. Tales manifestaciones se atemperaban en la comunicación con otros sectores del Estado no falangistas. El filtro de la templanza era controlado por secciones del Partido, más "realistas", más dentro del régimen, alejados de utopismos que se sabían irrealizables. El cancionero juvenil es una excelente muestra de aquel estado de ilusión y esperanza roto al contacto con la realidad diaria. Un ejemplo significativo de los lenguajes particulares para "dentro y fuera de casa", se expone a continuación como ejemplo ilustrativo: el Servicio Exterior de la Secretaría General informaba de la visita de un grupo de jóvenes españoles a un campamento juvenil italiano del M.S.I., mostrando comprensión aunque no se estuviera de acuerdo con la actividad desarrollada. El mencionado documento explicativo se pasaba al Ministerio de Exteriores con las enmiendas (figuran entre paréntesis y las supresiones subrayadas) introducidas por el Jefe de la Secretaría Política, siguiendo instrucciones de Sancho Dávila, para hacerlo más digerible
"Ante todo es necesario hacer constar que, siempre que algún Organismo del Movimiento tiene que realizar una salida al extranjero, bien que la representación del mismo sea individual o colectiva, se consulta al Ministerio de Asuntos Exteriores sobre la conveniencia de la participación o presencia de nuestros Organismos en lo que solicitan. A tal extremo (se) lleva el Servicio Exterior esta norma de consulta previa al citado Ministerio, que hasta (se) pide la autorización correspondiente (para) en la participación de un boxeador o un ciclista en pruebas deportivas internacionales; cosa que probablemente ignora la Dirección de Asuntos Políticos de Europa, por no ser a dicho Departamento al que se plantean estas cuestiones, sino a la Dirección General de Relaciones Culturales. De esta norma se hace una única excepción: En los casos de Intercambio de estudiantes, que por las constantes salidas al extranjero y por no tener éstas ninguna trascendencia política, el Jefe del Servicio Exterior (se) había acordado con el anterior Director General de Relaciones Culturales, autorizarlos sin previa consulta del Ministerio.
Sentados los extremos anteriormente expuestos, procede hacer una aclaración en el asunto objeto del presente informe y en relación con los escritos del Sr. Embajador de España en Roma de fecha 6 y 13 de Septiembre y el del Sr. Director de Asuntos Políticos de Europa de 22 del mismo mes: A los campamentos del Movimiento Social Italiano no ha asistido una Delegación del Frente de Juventudes, sino un grupo de estudiantes españoles que en intercambio cultural fueron a Italia en reciprocidad a la visita de igual número de estudiantes italianos a nuestro país. Por lo tanto, si bien los muchachos que participaron en el Campamento de M.S.I. son todos ellos afiliados al Frente de Juventudes, en ningún caso constituyeron representación oficial de su Delegación Nacional. Y si algunos de estos camaradas (muchachos) es Instructor del Frente de Juventudes, no es cierto (exacto), como asegura (afirma) la Dirección de Asuntos Políticos de Europa, que el camarada (D.)José Luís Blas Escalante sea "Jefe de la Formación Política de la Ayudantía Nacional de la Falange Juvenil".
Probablemente estos camaradas (estudiantes) cometieron la ligereza de hacer declaraciones políticas a un periódico italiano, pero es preciso subrayar que tales declaraciones fueron hechas en forma exclusivamente personal, sin pretender en ningún momento realizarlas en nombre de la Delegación Nacional del Frente de Juventudes. Por otra parte, a nuestro juicio, no hay en tales declaraciones nada que pueda herir al pueblo italiano. El ardor patriótico en que fueron hechas queda perfectamente explicado si tenemos en cuenta las edades de estos muchachos, su especial formación política y su condición de falangistas. Por último tampoco debe extrañar que este grupo de estudiantes españoles y falangistas, se haya puesto en contacto con la agrupación juvenil del Movimiento Social Italiano, ya que esta Organización tiene una línea política muy cercana a la nuestra y (es) desde luego, la única que en su país ha llevado a cabo en todo momento una firme e intransigente actitud anticomunista. Y en cuanto a la repercusión que las manifestaciones del camarada (estudiante) de Blas, hayan podido tener en la prensa italiana, hemos notado que solamente se han hecho eco de ellas en sentido desfavorable aquellos periódicos italianos (italianos) que en todo momento han observado una actitud agresiva y hostil contra España, su Régimen y su Movimiento. Madrid, a 9 de octubre de 1952."
En el periodo 53-56 comienzan, desde el Frente de Juventudes la crítica y la contestación. En 1955 una centuria de militantes juveniles daba media vuelta al pasar ante ellos el Jefe del Estado. El 20 de Noviembre de 1960 en el funeral por José Antonio en el Valle de los Caídos un militante juvenil gritó: "-¡Franco, eres un traidor!" Cuando Arias Navarro preguntaba al autor de la frase el porqué de su grito, éste le respondió: "-Porque yo no vivo del Régimen como usted" (30). Acerca de estos incidentes, Sigfredo Hillers, que los presenció y participó en ellos, tiene escrito un texto que se puede consultar en http://members.es.tripod.de/camarada
A finales de los cincuenta en Santander surgió un grupo con el nombre de "Haz Ibérico".Para el historiador Payne formulaban una especie de "nacionalsindicalismo democrático y pasado por agua". Llegaba a estimar sus contingentes humanos en 25.000 personas. Martínez Val contradijo esa cifra con un significativo "ni muchísimo menos"(31). Apenas tuvo importancia la existencia de este grupo.
En el Distrito de Carabanchel de Madrid, las dependencias del Movimiento sitas en la calle de Cinco Rosas, presenciaron la intentona de una organización "ultraclandestina", movida a nivel de células por falangistas disidentes. El grupo quedó engullido por elementos comunistas que allí se integraron.
También de fines de los cincuenta es la creación de las JONS formadas por miembros de la organización del Movimiento conocida como "Guardia de Franco". Intentaron relanzar la idea falangista y criticaron algunos aspectos del régimen. Los planteamientos de independencia nacional frente a los acuerdos hispanoyanquis, su antimonarquismo y el propio nombre que utilizaban, engarzan con movimientos que Sáez Marín sitúa a principios de los cincuenta (32) y que posiblemente fueran unos núcleos de muy pequeña dimensión que actuaron con las siglas J.A.N.S (Juntas de Actuación Nacional Sindicalista).
En 1959, en la publicación Ibérica promovida por Victoria Kent, el escritor Vicente Girbau señalaba a las G.A.N.S. (Grupos de Acción Nacional Sindicalistas) como "abiertamente opuestos a la situación actual, pero aun fascistas, algo que en realidad no ha dejado nunca de existir en la universidad de nuestros días". Mencionaba también el citado Girbau a las Falanges Universitarias y les otorgaba el carácter de "vagamente oposicionistas", pero estas dentro del régimen y actuando de agentes provocadores hacia otras organizaciones universitarias de oposición.
Había pues, junto a una Falange servidora del Estado, pequeños grupos de descontentos que entendían que el régimen no realizaba la revolución de la Falange, la eterna "revolución pendiente". Se daba la contradicción en estos falangistas de manifestar una postura presuntamente opositora, pero mantenían su vinculación con organizaciones del Partido y, en algunos casos, desempeñaban sus puestos como funcionarios del régimen en parcelas, ideologizadas teóricamente por el falangismo, principalmente en el Frente de Juventudes.
Las disidencias habían sido espontáneas, más sentimentales que reflexivas y desde luego contradictorias. Coinciden en el tiempo con la parte final de los cincuenta, tras el fracaso del proyecto constitucional de José Luís Arrese, anulado por presiones en contra de la Iglesia y de otros sectores que preparaban distinta salida al régimen. El ministro falangista relata que cuando fue llamado el 14 de Febrero del 56 por el general Franco -antes pues de su intento- "El Caudillo [estaba] incómodo con una Falange que se le iba de las manos".(33)
Preocupados por perder su pasada influencia, los falangistas querían falangistizar el Estado. Con tal fin se dispusieron los Círculos doctrinales "José Antonio", fundados en 1959 en el Hogar "Medina" de la Sección Femenina del Movimiento y que agrupaba a un amplio espectro del falangismo, apuntados muchos de ellos por decisión o consejo de sus jefes naturales en las organizaciones del Partido (34).
El malestar falangista se ponía de manifiesto en la revista S.P. El inicio del Plan de Estabilización, conforme a modelos ortodoxos de economía capitalista disgustaba a los falangistas. En Abril de 1959 aparecía en la publicación, un artículo de título "La estabilización de la miseria" en donde, sin nombrar explícitamente a España, se defendía el marco inflacionista de la economía, poniendo como ejemplo los casos francés y americano y se reclamaba una estabilización de la propiedad con una política económica cualitativa y no cuantitativa.
La aparición del FES
La actitud de estar en contra del régimen pero mantenerse dentro de él se intentó superar con la creación en 1963 de los núcleos iniciales que conformarían el FES. Esta vez los falangistas relanzaban la idea de la Falange, pero ni se vinculaban a organizaciones del Movimiento ni pretendían falangistizar el régimen. Desde el extranjero y por las fechas de fundación del FES se justificaba la aparición de una oposición falangista basada en la pérdida de competencias en el Estado. El FES no admitió estas premisas y las calificó de simplistas.
Sobre la consideración de oposición al régimen de estas disidencias falangistas muchos historiadores muestran fuertes reticencias. Xavier Tusell (35) utilizaba como condiciones de la oposición el luchar por conseguir una situación política acorde con las democracias europeas. Evidentemente ese planteamiento no era el contemplado por los falangistas del FES. Sí, acaso, por una disidencia falangista de muy última hora, extremadamente confusa, que con el nombre de "Falange Española de las JONS auténtica" reclamaba libertades políticas. Es posible también observar en el estudio del grupo FES peticiones de libertades políticas y sindicales en la España de la Dictadura; pero ello se hacía para reclamar la coherencia a un régimen que, con una estructura económica capitalista, impedía el lógico establecimiento de cauces adecuados de participación, que serían los sindicatos y los partidos políticos. Desde luego en el hipotético Estado falangista propugnado por los falangistas del FES los conceptos de libertades de las democracias europeas quedaban fuera de sitio.
Para Ellwood la oposición global que plantean los falangistas en los años 60 era una oposición tolerada, aunque en algunos momentos la represión -una represión pequeña-fuera por ellos sufrida, lo que de paso ayudada a la Falange como instrumento de propaganda (36).
Valentina Fernández, autora del libro La resistencia interior en la España de Franco tampoco estaba por conceder la etiqueta de oposición a las disidencias falangistas, centrándolas todas erróneamente en torno al "hedillismo" y presuponiendo en ellas la búsqueda de un fascismo más puro que el que el franquismo suministraba. Valentina Fernández da muestra de desconocimiento de la existencia del FES pues al referirse a la Falange disidente dice que no incluye los intentos "de reconstruir la "Falange auténtica" como el de 1968 llevado a cabo por Hedilla". Resulta muy discutible que el FNAL, al que debe referirse la historiadora fuera un intento de reconstruir la Falange auténtica, como queda de manifiesto en el apartado del trabajo dedicado a las relaciones del FES con otros grupos falangistas (37).
Tales consideraciones restrictivas apuestan claramente porque la salida democrática era la única vía válida. Desde la perspectiva del año 90 ello parece lo lógico; sin embargo el planteamiento nos parece que entraña juicios de valor y que se encuentra bastante ideologizado.
Mucho antes de que se escribieran estas valoraciones opositoras, en tiempo de la Dictadura, el papel disidente del FES era ya puesto de manifiesto. Los análisis que evitan su encasillamiento automático como "grupo de extrema derecha" permitían y permiten descubrir posturas que para nada eran tenidos en cuenta por otras formaciones que poblaban el mencionado apartado "extrema derecha". En 1970 la revista Índice publicaba con la firma de Heleno Saña un acertado estudio sobre la Falange (38). La última parte dedicada a lo que el autor llamaba "La Falange proscrita" mostraba un buen análisis y unas certeras conclusiones sobre la naturaleza del FES, a pesar de la controversia mantenida con uno de sus militantes, Fernando García, en donde Heleno Saña, además de contradecir al falangista, ironizaba con la exagerada conciencia de clandestinidad que asumían . Para el escritor la hostilidad que había entre la Falange y la República se repetía entre la Falange disidente y el régimen. Se destacaba en el FES la actitud de rebeldía fundamentada en la desilusión ante el aparato del Movimiento; la sublimación del mensaje humano y doctrinal de José Antonio y la expresión de un idealismo común a las generaciones jóvenes. La manifestación de pureza moral que se esforzaba por irradiar el FES se justificaba en la conciencia de culpa ante la trayectoria de la Falange, que necesitaba de expiación. Ese sentimiento de culpabilidad había provocado fuertes críticas en el FES hacia quienes habían hecho de ser falangista un negocio, un modo de vida. Si la Falange no tuvo el poder si lo habían tenido ciertos falangistas. No era convincente para el FES que francofalangistas, anclados aún en los resortes del mando, hablaran de que la Falange había sido utilizada o disculparan la no realización de los postulados revolucionarios culpando de ello a las circunstancias (39). Para Heleno Saña la actitud del FES era una especie de "socialismo revolucionario antimarxista", solidario con los perseguidos del régimen y comportaba presupuestos izquierdistas, aun cuando no era específicamente de izquierdas.
La disidencia falangista frente a la sumisión de cualquier consigna del régimen -propia de la francofalange- era recogida en informe del Servicio de Documentación de Presidencia del Gobierno
El periodo que abarcaba el estudio era el de 1969-73.En él se situaba a la "Falange disidente" en cuarto lugar en cuanto a publicaciones por detrás del PCE, CCOO y del PCE (m-l). Del documento se desprenden las siguientes conclusiones:
a.-Existencia de grupos falangistas disidentes bastante nuclearizados.
b.-Profusión de propaganda falangista entre la que destaca el periódico Misión órgano del FES.
c.- Importancia a niveles provinciales y locales de los grupos falangistas y escasa importancia a nivel nacional.
d.-Proliferación de publicaciones falangistas en el sector de la enseñanza, representando el 11% .
e.-La calificación de "extremistas disidentes" que se da a esta opción, al igual que se hace con los carlistas.
Parece ser que el Coronel San Martín, Jefe de los Servicios de Información en la época del Almirante Carrero, confirmaba, después del cambio del régimen franquista, el intento de acabar con grupos como el FES. Para San Martín la única valoración del FES era su actividad antirrégimen. La sistemática negativa a formar parte de una coalición juvenil anticomunista inducían a los Servicios de Información a terminar con el grupo falangista.
Una de las maniobras realizadas fue la creación en el año 70 de un grupo paralelo, que con las siglas FENS y la reproducción de textos similares movía a la confusión. Sus dirigentes procedían del grupo universitario financiado por Presidencia del Gobierno que con las siglas AUN actuaba en la Universidad.
En la revista ANUE, en artículo dedicado a grupos políticos que actuaban en la Universidad, se cita al FES como grupo falangista que "últimamente ha mantenido choques violentos en la Universidad con Fuerza Joven (F.J.) y con el PCE (sic).Se dicen falangistas ortodoxos y se proclaman "rabiosamente revolucionarios" y joseantonianos" (40).
Para la revista Plataforma, el FES lo componían falangistas de izquierdas y los incluía en el apartado de "Grupos Sindicalistas" junto a otras opciones falangistas de disidencia como FSR o FSU. Dedicaba especial atención al FES:"este cuenta ya con una larga historia en la Universidad española", hablaba de su influencia en otros grupos falangistas, de su extensión provincial y de la aminoración que se había producido en su activismo más reciente (41).
Obras publicadas al comienzo de la transición democrática y referidas a las publicaciones clandestinas habidas en época de la Dictadura situaban al FES como grupo universitario de la oposición, colocado en la vanguardia de las reivindicaciones estudiantiles, opuesto a cualquier tipo de sumisión hacia el régimen y enfrentado a grupos universitarios de defensa del sistema.(42)
Formaré junto a mis compañeros
En la época en que aparecen las Juventudes Falangistas y el FES, en los años 1963 y 64, existían otros grupos que se autotitulaban falangistas. Podrían diferenciarse entre ellos, aquellos que orgánicamente estaban integrados en el Movimiento, como la Sección Femenina o la Guardia de Franco, y aquellos otros que con estatus legal, aun no estando orgánicamente vinculados al Movimiento mantenían con él contactos y cierta dependencia legal, así ocurría con los Círculos Doctrinales José Antonio y con la Agrupación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes. Ambas organizaciones recogían sobre todo a falangistas que veían con nostalgia el cambio que se estaba produciendo dentro del régimen. Tan solo las Juventudes Falangistas y el FES eran organizaciones falangistas al margen del Movimiento.
Esta diversificación de la oferta falangista, producto de la historia misma de la Falange y de la falta de concreción de los pensamientos de José Antonio, fue analizada por el FES de dos formas bien distintas. Al principio se consideraba la existencia de una verdadera Falange- ellos- y de otras formaciones más o menos espurias y alejadas de la ortodoxia. Se trataba de una postura excluyente, basada en el análisis riguroso e intransigente. Con el tiempo aquella visión se fue suavizando y se juzgaría la variedad de manera positiva, intuyendo el posibilismo político. Estimaría entonces el FES que cada uno de los grupos había tenido "especializaciones" distintas y que en la unidad, una vez conseguida, se verían las ventajas que ello aportaría. Había una dosis de optimismo que se podría resumir en el refrán de "no hay mal que por bien no venga". La división, las traiciones y la separación de años habrían producidos "expertos" en distintas materias . Una vez conseguida la unidad, cada antigua sociedad aportaría su saber en la "división" correspondiente de ese "ejército" que habría de ser la Falange. Naturalmente el papel del "Estado Mayor", se pensaba el FES, habría de ser para ellos.
Si se puede considerar como objetivo primero del FES la diferenciación de la Falange y del Movimiento, fueron los intentos de unión de los falangistas, objetivo también preferente de la organización. En 1965 se iniciaron contactos con la AAMMFJJ en donde ya aparecía la opción por la que apostaría el FES a lo largo de su historia: formar una "Federación de grupos falangistas". Manuel Cantarero del Castillo, entonces Presidente Nacional de AAMMFJJ, dándose cuenta de la variedad tan dispar en la opción del falangismo, era partidario de la celebración de un "congreso ideológico" en donde se fijaran las ideas esenciales comunes -si las hubiera- de los falangistas. No se llegó a ningún acuerdo concreto que favoreciera la unidad.
Por aquellos años tanto el FES como los Círculos Doctrinales José Antonio (43) acudían todos los años, el 19 de Noviembre, a la despedida de la corona que, desde la Cuesta de Santo de Domingo de Madrid, se encaminaba al Valle de los Caídos. Aquella era ocasión propicia para la manifestación y la exteriorización de discrepancias; pero mientras los miembros de los Círculos coreaban consignas como "Arrese al poder" o "Arrese, Girón, revolución", los militantes del FES gritaban su "Falange sí, Dictadura no" o "Falange sí, Movimiento no".
Desde 1965 habían abandonado los Círculos los personajes más significativos de la francofalange, afiliados a ellos desde la fundación. Contactos esporádicos con el FES fraguaron en 1969. El 29 de Noviembre de aquel año se anunciaban los intentos de formar la asociación FE de las JONS. Ya en 1970 se crearon unas Juntas Promotoras de FE de las JONS. Se procedía a la crítica contra quienes habían entendido el ser falangista, primero, como un oficio y, más tarde, como una vergüenza inconfesable. Volvía a hacer su aparición el providencialismo anticomunista: las únicas soluciones para España se encerraban en la vieja dialéctica comunismo-falangismo.
La normativa provisional de las Juntas Promotoras establecía mínimos de 10 y 50 afiliados respectivamente para las futuras Juntas que en localidades o en capitales se crearan. El objetivo esencial era la incorporación de todos los falangistas, y se vetaba explícitamente a quienes desempeñaban cargos políticos por designación.
Hojas informativas ponían al corriente de las actividades que se llevaban a cabo, en las que, junto a reflexiones doctrinales en torno al pensamiento falangista, criticaban -lo que no dejaba de ser un contrasentido- la decisión de la Permanente del Consejo Nacional de trasladar la rememoración de la fundación de la Falange, del teatro de La Comedia al Consejo Nacional. Aquella retirada ha sido calificada por el FES como el lógico resultado de los incidentes que promovían en el teatro. Objeto también de crítica era el adaptacionismo a los nuevos tiempos que para la Falange se exigía desde el periódico Arriba (44).
Aquel intento de unidad tuvo su mayor realización en la concentración falangista celebrada en Alicante en 1970, reprimida por la Policía y Guardia Civil y en donde fueron detenidos militantes de los Círculos y del FES (45). Presenció el año siguiente el final del proyecto unitario. Una nueva concentración, esta vez en el Valle de los Caídos, se vio desasistida por parte de los Círculos, quienes en una maniobra de confusión, convocaron en día distinto. 150.000 Ptas., pagadas por la Secretaria General del Movimiento, según el Frente de Estudiantes Sindicalistas, habían propiciado la ruptura (46). Resultaba difícil que personas afines a las parcelas del Movimiento pudieran plantarle cara de forma continuada. Para los jóvenes falangistas los Círculos pasaban a ser "vehículos de la corrupción". La ruptura se había consumado y no volverían a establecerse conversaciones entre ellos de forma bilateral. Alguno de los múltiples intentos de la unidad falangista los reuniría, junto a otras formaciones, en estériles coloquios que finalizaban con mayores disensiones que las que había al comienzo.
Efectivamente los Círculos José Antonio jugaban con dos caras. Ya en 1962 la Delegación Nacional de Organizaciones de la Secretaría General del Movimiento al hablar de la nula penetración en Cataluña no olvidaba reseñar que ese fracaso también era compartido por los Círculos José Antonio, tal y como de una organización propia se tratase. Pero de mayor importancia por el interminable proceso de unidad de los falangistas, fueron las percepciones económicas que los Círculos recibían y donde la denuncia del FES quedó absolutamente corta. La Delegación Nacional de Acción Política y Participación giraba fondos a aquellos falangistas. En Febrero del 72, por considerar al Círculo de Madrid una entidad con fines de "colaboración política" y al no poder cubrir ellos mismos sus gastos, se les concedía una subvención de 40.000,- pesetas, "correspondientes al mes de Febrero (lo que hace pensar que se hacía mes tras mes). El 13 de Noviembre de 1973, el Vicesecretario General dispuso un incremento de 150.000.- pesetas para los círculos José Antonio, casi con seguridad para sufragar un "Acto Nacional de Afirmación Falangista" que se iba a celebrar en Toledo el 25 de Noviembre. Consecuencia de la dureza verbal de los oradores fueron suspendidas por tres meses las actividades de los Círculos y se les privó de las 40.000,- pesetas mensuales que recibían; pero la componenda no tardó en lograrse y el Vicepresidente Nacional de los Círculos enviaba a su "estimado amigo y camarada" Delegado Nacional de Acción Política y Participación una carta en donde le pedía, con carácter retroactivo las cantidades no abonadas. Durante el año de 1974 recibieron en el primer trimestre la cantidad de 157.725 Ptas. y en el apartado de "Subvenciones para el Departamento de Actividades Específicas" tenían acogida mensualmente y obtenían 40.000,- pesetas la agrupación de Madrid y 10.000,- pesetas las de Alicante, Tenerife y Las Palmas. Todavía en 1976 continuaban recibiendo las últimas cantidades señaladas los Círculos de Madrid y Alicante. Todo ello demuestra que las acusaciones del FES fueron excesivamente prudentes con relación a la dependencia económica que tenían de la SGM y que les impedía cualquier ataque frontal contra ella de quien formaban de una u otra forma parte. Quedaba también claro que sólo tres o cuatro provincias tenían funcionamiento, pero que incluso en estas el nivel de militancia, por muy repletos que se encontraran los ficheros, dejaba mucho que desear hasta el extremo que muchachas que realizaban el servicio social eran enviadas por Sección Femenina para colaborar en tareas burocráticas (no asumidas por los socios) al domicilio madrileño del Círculo José Antonio en la calle de Ferraz.
Shelag Ellwood que realizó un trabajo sobre el tema de las Falanges alternativa, volvía a dejarse guiar por su intuición, que no por la búsqueda documental de la que su obra es huérfana, y atinaba en el sentido de que la clausura a la que se vieron sometidos los Círculos constituía una "valiosa propaganda antimovimientista" (246). Constancia de ello queda en el texto de Onrubia (Pág.21) donde los alborotos producidos por el descontento en un acto de los Círculos José Antonio fue causa de la clausura de los mismos. Más aquel timbre de gloría, demagógicamente utilizado por algunos no se correspondió con la realidad de los hechos.
La Permanente del Consejo Nacional del Movimiento recibía el asesoramiento de sus letrados en este tema mediante dos documentos cuyo título es claramente indicativo: "Para una solución política" y "Para una solución reglamentaría". En el primero de ellos se estimaba que el considerar falta de motivos la clausura de los Círculos dejaba en mal lugar al ya exministro Fdez. Miranda, pero decretar una definitiva suspensión pudiera parecer al Ministro Utrera "una solución de extremada gravedad". Se abogaba por dejar transcurrir un plazo de uno o dos meses y que el propio Ministro considerando el tiempo transcurrido como bastante castigo, levantara la suspensión a "una Asociación que puede prestar en el sentido amplio de la palabra, una integración de voluntades y buenos servicios al Movimiento Nacional".
La solución reglamentaría iba también a favor de restituir la legalidad de actuaciones a los Círculos, pues se estimaba una carencia normativa de los preceptos conculcados por los actos de Toledo y que afectaban a los Art. 22 y 23 de la LOM y se pedía un documento de descargo por parte de los dirigentes de la Asociación política.
Siguiendo aquella trama cuyo final estaba claro, sobre todo cuando Fernández Miranda ya no era Ministro, el Presidente de los Círculos Diego Márquez dirigía un escrito de descargo al Consejo Nacional del Movimiento en donde afirmaba radicalmente " Que ningún Círculo José Antonio legalmente constituido ha realizado actividades contrarias a los Principios del Movimiento y demás Leyes Fundamentales". Tras resaltar la falta de normativa y la situación de indefensión jurídica en que se hallaban señalaba que en el acto de Toledo se había indicado repetidas veces el sentido individual de las intervenciones no siendo vinculantes como declaración propia de los Círculos y que los incidentes promovidos fueron por activistas infiltrados ajenos a los Círculos. Se llegaba incluso a afirmar que los Círculos expulsaron a aquellos de sus miembros "que en el teatro simpatizaron con dicho grupo activista". La repulsa de Márquez sobre aquello llegaba a indicar que "la inmensa mayoría de los asistentes, que eran varios miles, repudió la acción de dicho grupo activista allí mismo, y con posterioridad al acto han sido enviados a Madrid, así como a los conferenciantes, cartas y telegramas de repulsa hacia los hecho por este grupo, por parte de todos los Círculos José Antonio" (12 del12 del 73 dirigido al Pte. del C.N. y entregado por José Torres Osuna el 13 de Diciembre en el registro del C.N.).
En 1973 se publicaba el libro Falange hoy (47), en donde falangistas pertenecientes a las distintas Falanges exponían sus puntos de vista al cuestionario que los periodistas Veyrat y Navas les habían suministrado. Aparecía, en las respuestas de muchos de ellos, clara la diferenciación entre la Falange y el Movimiento, lo que el FES llegó a valorar como algo conseguido por ellos tras años de lucha en diferenciar una cosa de la otra.
Los más comprometidos con el régimen, los falangistas históricos, seguían manteniendo la vieja idea de identificarse con lo que fue el Partido único. Era la única posibilidad de tranquilizar sus conciencias por los servicios prestados y una deuda de gratitud hacia el Jefe Nacional, el general Franco, a quienes debían, en algunos casos, la vida y, en otros muchos, la promoción a puesto de responsabilidad en el Estado.
A pesar de tanta controversia se había abierto una vía de diálogo entre las distintas corrientes. El envejecimiento del Jefe del Estado, los poderes de otras familias del régimen, los interrogantes sobre la salida a la muerte del Generalísimo auspiciaban estos intentos que a la larga se demostrarían inútiles.
El 9 de Abril de 1973 en el Colegio Mayor "José Miguel Guitarte", dirigido en aquella época por un miembro del FES, el médico Antonio Hermoso, se organizaba una charla coloquio con la participación de Sigfredo Hillers, Manuel Cantarero y Raimundo Fernández Cuesta. Repetían sus ya conocidas posiciones, aunque el hecho de hacer un acto conjunto posturas que hasta hacía poco eran antagónicas, daba lugar a la esperanza.
Con el pretexto de presentación del Libro Falange hoy a los falangistas en el club Don Hilarión, José Gárate Murillo, considerado hombre de confianza de José Antonio Girón, propuso a Hillers establecer de forma ordenada, reuniones entre los distintos grupos falangistas. Participaban en aquel nuevo intento Raimundo Fernández Cuesta por la Falange histórica, Carlos Ruiz Soto y Diego Márquez por los Círculos, Hillers por el FES y David Jato Miranda, auténtico catalizador de las reuniones, en nombre de una asociación casi desconocida, Antiguos Miembros del SEU. Un acto conjunto de nuevo en el Club Don Hilarión, servía para que cada uno repitiera sus tesis, perfectamente conocidas por los demás. Aquello era un diálogo de sordos donde el acercamiento era más aparente que real.
Prosiguieron los contactos y se llegó incluso a conseguir la vieja aspiración del FES, formar una Federación de Grupos Falangistas. Era la época de las asociaciones de Arias y la Federación se aprestaba a formar una con el nombre de Frente Español, cuyas iniciales coincidían con las de Falange Española, titulación que "al ser patrimonio de todos los españoles" no se otorgaba a ningún intento asociativo.
La Federación llegó a su fin en julio del 75. La figura del general Franco y todo lo que ella representaba era un obstáculo insalvable para los falangistas. Fernández Cuesta mantenía la necesidad de elogio al general, mientras el FES anunciaba su crítica. La "devotio ibérica" de los falangistas históricos no era asumida en absoluto por los jóvenes falangistas y lo que resultaba más grave, remover aquello, que no era sino analizar la historia, destapaba la caja de los truenos. Según algunos de los presentes, por allí planeó el fantasma de Salamanca, abril de 1937 y pudo terminar la reunión "como el rosario de la aurora" (48).
Un intento a la desesperada, conocido como el "Pacto de Matute" logró José Gárate. El grupo falangista que consiguiera el nombre de Falange Española convocaría un Congreso con todos los demás.
El 30 de Julio el sector falangista procedente del Movimiento, con Raimundo Fernández Cuesta a la cabeza pedía a la Comisión Permanente del Consejo en escrito encabezado por Villegas Girón la autorización para la creación del Frente Español con un programa de 27 puntos. La respuesta del organismo que otorgaba la patente de funcionamiento para las asociaciones exigió el cambio de nombre por evitar las siglas F.E. y la transformación de los puntos del programa en un número que no fuera el de 27. La tarea de despropósitos estaba servida. El alto organismo del Movimiento que desde 1937 olvidó la norma programática nº 27 de la Falange de José Antonio y redujo a 26 las del Partido, exigía ahora que el número no coincidiera con el del programa de la Falange primitiva, pero ocurría además que quienes habían aceptado durante años la vigencia nominal de los "26 puntos de la Falange" se acordaban ahora de que tal número no era el correcto. Estas dificultades formales, que entrañaban problemas de fondo con poso del tiempo transcurrido, se evitaron con el cambio de siglas por Frente Nacional Español y con la refundición de los puntos 18 y 19 en uno sólo para que el total llegase sólo a 26.
La lucha por el nombre histórico de Falange Española de las JONS continuó. El 2 de Octubre de 1976 informaba el Diario Arriba que ya habían sido legalizados 10 partidos. Tres sectores falangistas reclamaban el histórico nombre: Pedro Conde y Miguel Hedilla por parte de los hedillistas; De Zulueta Pobes y Márquez Horrillo por los Círculos José Antonio y Sigfredo Hillers y Antonio Flores por el FES. A ninguno de ellos se le permitió el registro del nombre porque la asociación FNE se había convertido en el partido Falange Española de las JONS. Una extraña agrupación con el nombre de Defensa de Falange Española promovida por Luís Ortiz Medina y Dativo Fuentes Calero quedaba pendiente de estudio.
De entre las revisiones del falangismo estuvo una que por su originalidad llamaba la atención, sobre todo a los posibilistas evolucionistas del pensamiento de Primo de Rivera, era la que venía proponiendo, desde hacia ya tiempo, Manuel Cantarero del Castillo, Presidente de la Agrupación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes, quien pretendía reconciliar el pensamiento falangista con la doctrina del socialismo democrático. Para Eduardo Adsuara, el intento de Cantarero era simétrico a la revisión socialdemócrata que había sufrido el marxismo. Para el FES, el análisis del Cantarero era absolutamente inválido, y fue calificado de "socialismo rosa". La Falange no podía enlazar con el pensamiento socialista cuyas raíces, hundidas en el materialismo marxista, nada tenían que ver con los fundamentos filosóficos de José Antonio Primo de Rivera. Únicamente se podía establecer un puente con el socialismo utópico, radicalmente distinto del socialismo científico. Se acusaba a Cantarero de realizar un doble juego consistente en su "posición vergonzante" hacia la Falange por un lado y su colaboración en la revista "Haz" desde donde había propugnado la resurrección del SEU.
Cuando en 1973 Manuel Cantarero dio forma de libro a sus conclusiones, ya conocidas por artículos y conferencias, Sigfredo Hillers, líder del FES, preparó toda la artillería a su alcance para responder al texto Falange y Socialismo (49) . Algunos militantes del FES dedicaron largas temporadas en aquel nuevo empeño de Hillers que a la larga dio como resultado un abultado tratados sobre el socialismo europeo.
Manuel Cantarero pasaba para el FES de ser un revisionista al que se le reconocían valores, a la consideración de hereje- oportunista. Su antigua pertenencia a cargos en la Delegación de la Juventud o como Secretario Nacional del SEU eran recordados por Hillers en el año 75. Se había iniciado una campaña, que algunos juzgaron desproporcionada, en cuanto consumió mucho tiempo y esfuerzos, para contestar las elucubraciones de un falangista revisionista que, con el tiempo y tras su ensayo frustado con la asociación Reforma Social Española, acabaría de diputado en el grupo Popular.
Otro grupo, el Frente de Estudiantes Nacional Sindicalista siempre fue juzgado por el FES como la artimaña de grupo paralelo perfectamente orquestado por el Servicio de Información de Presidencia del Gobierno contra ellos. La anterior pertenencia al AUN de sus dirigentes y el mimetismo casi absoluto en los nombres utilizados no hacía sino justificar los recelos del FES. En los finales del franquismo la opción del FENS se unió a otros grupos para formar una "Falange auténtica" de mayor envergadura en cuanto a la resonancia de sus actuaciones.
Aunque la disidencia falangista suele contar con el adjetivo del hedillismo, nunca el FES utilizó tal calificativo. Muy al final del régimen surgirían grupos "hedillistas" que desplegaron amplias campañas de propaganda y mantuvieron relaciones hostiles con el FES.
La figura del que fuera 2º Jefe Nacional de FE de las JONS presentaba para el FES sentimientos encontrados. La dimensión personal de Manuel Hedilla, su fidelidad a José Antonio, su talante organizador de la Falange en los primeros meses del Alzamiento y el sufrimiento a que se vio sometido tras la Unificación, eran dignos de la más profunda admiración de los falangistas; sin embargo su postura política presentaba claroscuros que dificultaban la adhesión del FES.
Después de conseguida su libertad en 1947, Hedilla no reivindicó nunca el nombre de Falange Española ni la vigencia de la doctrina falangista. Cuando en 1965 el FES, de la mano de Narciso Perales, inició contactos con Hedilla, éste que simpatizaba con el proyecto falangista que se estaba creando por aquel entonces, no quiso sin embargo aceptar ningún compromiso por el riesgo que significaría su entrada en política activa mediante un proyecto ilegal. Conversaciones posteriores con Hedilla en el año 68 no llevaron sino al enfrentamiento. Desde las páginas de Resurgir se dirigía un fuerte ataque a Hedilla en el artículo titulado "Gerontocracia (la coalición de los abuelos o el afán de mandar)"(50).
Por aquella época el FSR, producto de una escisión del FES, ya había hecho su aparición intentando evitar las formas falangistas para hacer más vendible su mercancía. Según la historiadora inglesa Ellwood (51) actuaba como Presidente del FSR Manuel Hedillla quien aprovechando un viaje de Narciso Perales, auténtico líder del grupo, a Iberoamérica, había convertido el FSR en Frente Nacional de Alianza Libre.
La versión anterior es puesta en entredicho por el FES para quienes los años del fundación del FSR que suministra la historiadora son erróneos y la creación del FNAL fue el producto de una especie de engaño al que se sometió a Hedilla presentándole a miembros del FSR de Madrid como delegados del FNAL en provincias. La titulación de este grupo respondía a los deseos explícitos de Hedilla para quien ni la palabra Falange ni la palabra revolución habrían de aparecer en cualquier intento en que él estuviera presente. De resultar esto cierto, difícilmente pudo Hedilla ser líder del Frente Sindicalista Revolucionario, y según comentó el diario Ya, (5.2.70) Manuel Hedilla pretendía al amparo del previsible asociacionismo de 1969 incluir el FNAL como asociación, evidentemente dentro de los cauces que marcara el régimen. Es perfectamente comprensible la actitud de reserva de Hedilla y su huida de aventuras peligrosas después de la experiencia vivida.
Si hacia la figura de Hedilla tuvo el FES cierta admiración no hubo ningún tipo de concesión hacia los denominados "hedillistas" que aparecieron en el tardofranquismo y asumieron una estrategia de propaganda con golpes de efectos. Los miembros de este movimiento hedillista, que acabarán como FE de las JONS aut. eran producto de escisiones del FES de los años 67 y 72, miembros del FNAL reconvertidos y afiliados al Movimiento que veían su barco hundirse. Buscaron la "pureza falangista" al borde de la desaparición del régimen y se mantuvieron en el candelero de las publicaciones hasta el 79 en que, como consecuencias de divisiones internas, terminaron por desaparecer. La opinión pública durante la transición identificaba la rebeldía falangista con el "hedillismo" y, como hilar fino resulta trabajoso, a la disidencia falangista como tal se la conoció. Este calificativo, que difícilmente se conjugaba con los pensamientos y las actitudes que tuvo el II Jefe Nacional del Falange Española, era reivindicado como marchamo que otorgaba la pureza del nacionalsindicalismo. El líder hedillista Pedro Conde declaraba que "Hedilla es la referencia para distinguirnos de otros grupos falangistas" (Bol. inform. FE JONS nº 3, copia de entrevista en revista Personas)
La existencia de esta nueva versión de la Falange Española Auténtica estuvo marcada por la fugacidad. Desde el 72, grupos de activistas del FES escindidos de esa organización y conocidos internamente como "lupulinos" (por su afición a la cerveza), formaron unas Juntas de Oposición Falangista (JOF) con un carácter muy próximo a la izquierda radical. En el 75 tomaron contactos con núcleos extremadamente minoritarios, caso de la Acción Revolucionaria Sindicalista (ARS) dirigida por un funcionario de la Organización Sindical de apellido Cantalapiedra, con el FENS y con otros falangistas o núcleos azules formando una especie de agrupamiento de lo más heterogéneo. En efecto, allí convergían desde antiguos miembros de la Defensa Universitaria, al hijo de Manuel Hedilla -militante del FENS. Aparecían falangistas inconformistas de siempre como el caso del histórico Narciso Perales Herrero junto a militantes juveniles de la OJE que se incluyeron en las filas de aquel nuevo proyecto.
Presidió su actividad el radicalismo más completo, pretendiendo pasar por la izquierda a quienes desde ese bando llevaban ya muchos años de lucha. A sus peticiones de amnistía política juntaron el rechazo a los actos de posibilismo político tales como Los Pactos de la Moncloa. El ataque a la política institucional se hacía en la petición de un referéndum para determinar la forma de gobierno en España o la denuncia a los partidos presentes en las Cortes acerca de su negativa por rebajar la edad de voto a los 18 años.
En aquel conglomerado tan dispar se jugaba con un infantil izquierdismo por parte de algunos camaradas mientras otros asistían, por ejemplo, en la ponencia de Sanidad del II Congreso con quien la dirigía, el Doctor Franco Manera de quien no se le recuerdan actividades antirrégimen.
Al calor del antifranquismo que se produjo a la muerte del General, militantes de esta organización, muchos de ellos con carné del Movimiento aún en el bolsillo, pegaban en las farolas de las calles madrileñas carteles en donde junto a un juicio histórico admisible sobre el comportamiento de los Fernández Cuesta, Valdés o Girón, aparecía enmarcada la foto del primero de ellos, como si de un vulgar forajido se tratase. Aquel tratamiento, afeado ya por el FES al protonucleo de la JOF por su absoluta carencia de estilo falangista, correspondía a la línea de conducta propia de los nuevos conversos.
Tuvieron una fulgurante expansión, aunque los resultados de las urnas no les fueran satisfactorios. El 29 de Octubre de 1977 celebraron la conmemoración de la fundación de Falange en 40 provincias con actos centrales programados en la fiesta de las cocheras Sanz de Barcelona, en la Asamblea de Militantes de la Provincial de La Mancha y en el mitin del Cine Madrid. Su jefe Perales dio paso de inmediato a un trabajador de la FASA de Valladolid, Pedro Conde Soladana, quien unía a su buen talante personal una imagen falangista distinta, presentable, pero carecía de la capacidad de sujetar a los dispares elementos que se le iban a juntar.
Se arrogaron una "legimitidad de origen y de ejercicio" al emparentarse con la disidencia falangista narrada al principio del trabajo y contaban para ello con el apellido Hedilla, pronto convertido en Jefe de Madrid y con la entrañable figura de Narciso Perales, pero carecían de nexos o puentes sólidos con la disidencia falangista más reciente; si acaso podían argumentar su condición de ex-militantes expulsados o escindidos del FES. A pesar de lo cual bajo el amparo de aquella autootorgada legitimidad el Secretario Nacional José Luís Arroyo -otro elemento antiguo miembro del FES- llegó a pedir al Ministro de la Presidencia, Otero Novas, las cabeceras del diario Arriba y Libertad que fueron "voceros del citado "Movimiento Nacional", que por otra parte nosotros reputamos como expureo (sic)". Su legimitidad les ensoberbecía al punto de negarse a cualquier tipo de conversación en pro de la unidad falangista por considerar que esa unidad ya estaba realizada en su organización (comunicado del 21.10.77 a propósito de una Asamblea Unitaria Falangista en Barcelona).
Su complejo de izquierdismo les llevaba a buscar el espaldarazo de su actividad en figuras del anarquismo represaliado (entrevista con Fernando Carballo en Patria Sindicalista nº2, 4.4.77 pp.6-7), en las peticiones de amnistía, en las campañas de retiradas de símbolos falangistas de las calles o del metro de Madrid o en la petición de que se destruyeran los ficheros con antecedentes políticos obrantes en la DGS, en la SGM o en poder del Servicio de Información de Presidencia o en el SIM.
Realizaban actividades desconocidas en las familias falangistas. En Octubre del 77 dirigían escritos a las embajadas de Guinea Ecuatorial, Argentina, Chile y Uruguay porque no se respetaban en esos países los derechos humanos, así como protestas a Marruecos y Mauritania por el tema del Sahara. Unían a su actitud, pionera del falangismo preocupado ahora por los derechos humanos, el olvido de los países de más allá del telón del acero. La utilización de los "derechos humanos", no el Derecho de gentes, había sido históricamente denunciado por los falangistas argumentado la falacia y la hipocresía de pregonar derechos individuales "en casa de los famélicos"; también su visceral anticomunismo, esencial punto de referencia, era ahora olvidado por los falangistas auténticos.
Aquella sintonía con la izquierda llevó incluso al Sindicato Unitario de la ORT a la intentona de engullirlos en su organización, pretensión que había sido abortada (Patria Sindicalista nº 7 Febrero de 1978)
Si el primero de sus Congresos, celebrado en Mayo de 1976 y en donde decidieron constituirse como Partido no fue legalizado, si lo fue el segundo, celebrado en el Hotel Don Quijote de Madrid el 19-20 de Marzo de 1977 con la asistencia de 550 delegados provinciales. Posiblemente fueron las relaciones entre el sindicato estudiantil -FSU- y obrero -CONS- con el Partido los motivos fundamentales de discusión.
Su ideario, para no ser menos que los demás, se resumía en 27 puntos, ajustados lo más posible a los de la Falange primitiva, limando por supuesto aquel lenguaje que se hacía impresentable. Así el punto 3, aparecía con un "Tenemos vocación universal..." en vez del "Tenemos vocación de Imperio...". se ponía el mayor énfasis en el aspecto sindical y en una utópica transformación económica de imposible realización, común denominador de los grupos falangistas, tales como nacionalización de la banca, de los servicios públicos, de los seguros y de "toda empresa que por necesidad nacional sea conveniente" (punto 14). En lo referente a la Iglesia, tras "reconocer" la dimensión religiosa del hombre (lo cual por otra parte no era decir nada) y saberse inspirados en la ética cristiana, exigía la absoluta separación entre Iglesia y Estado "sometiendo a la primera a ley civil en materia secular".
Ya en 1978 las tensiones entre los sectores allí presentes estallaron. En el mes de Febrero el sindicato CONS se reconvertía en C.T.S. (Confederación de Trabajadores Sindicalistas) que mantendría el histórico nombre de las centrales falangistas para su órgano de difusión. El 18 de ese mismo mes, y como actitud premonitoria de lo que pasaría unos días más tarde, el jefe Provincial del Málaga, José Antonio Assiego Verdugo (más tarde líder del sindicato ultraderechista Frente Nacional de Trabajadores) atacaba en El Sol de Málaga (16 de Febrero) a la Junta Nacional a quien acusaba del haber forzado la dimisión del Palma de Plata de la Falange, Perales, y de mantener anulado a Conde. La respuesta en el más puro sentido asambleario, tan querido por muchos de los "auténticos", no se hizo esperar: La Junta Provincial de Málaga con el Secretario Provincial al frente expulsaban a Assiego de la organización, a quien tampoco le debía importar mucho porque desde el diario malagueño había realizado una especie de despedida.
Una Asamblea Nacional convocada aprobó la expulsión de miembros de la Junta Nacional disidentes. Estos decidieron realizar un III Congreso Nacional de Militantes el 24 de Marzo que contó con el correspondiente permiso de la autoridad gubernativa, quien a su vez denegaba a Conde la réplica en la reunión que pretendía celebrar el 2 de Abril. Los responsables del gobierno civil de Madrid apoyaban en aquella extraña singladura de los falangistas auténticos al sector de Manuel Velasco y de Miguel Hedilla, lo que provocaba la confusión y la división, quizá de forma interesada por parte del poder gubernativo. Incluso, se llegó a primeros de Mayo a la toma de la sede social, en la calle del Pez de Madrid, por parte del sector "insurgente".
Las brillantes expectativas que esperaban los "hedillistas" se venían abajo. Las urnas no les habían concedido representación alguna a pesar del importante número de votos para una agrupación recién creada y su unidad conseguida se había resquebrajado de forma definitiva. Rafael Lasaga, falangista santanderino y hombre
de reconocido prestigio en su provincia, intentó la conciliación y fracasó en el empeño. Narciso Perales, con una trayectoria intachable en las coordenadas del falangismo, no olvidaba que aquellos sedicentes, recién llegados, le habían tildado de "gobernador franquista"; no precisamente para recordarle que desde aquel cargo había dado pan negro al Caudillo o que había acudido a Astorga para intentar encontrar a la comitiva de Franco en un desesperado intento de salvar la vida a Juan Domínguez en 1942, sino como calificativo insultante de haber colaborado con la Dictadura.
De aquel intento quedó un doble fraccionamiento. De una parte la Falange Española de las JONS Auténtica con Pedro Conde a la cabeza y con la incursión ahora de nuevos elementos procedentes del FES encabezados por Antonio Flores; de otra, la presidida por la flamante V Jefe Nacional de FE de las JONS, Ana María Fernández Llamazares, y un grupo donde Hedilla y Velasco llevaron la voz cantante.
Fueron muchos los enfrentamientos producidos entre el FES y los hedillistas; éstos acusaban al FES de progresiva derechización y de darle una importancia desmesurada al catolicismo como filosofía y praxis. Atacaban fundamentalmente la figura de Sigfredo Hillers quien –en palabras pronunciadas por un acalorado Narciso Perales, años atrás- "no tenía más categoría que para ser jefe de centuria". El FES reproducía ataques en sus publicaciones contra estos falangistas "histéricos" contraposición de los falangistas "históricos". Les juzgaba como una versión izquierdista de la Falange al igual que la Falange del Movimiento supuso la versión derechista de la misma y les suponía "fieles discípulos de los mercaderes del Movimiento Nacional".
En Octubre de 1976 se difundió con profusión una "hoja informativa sobre los falangistas hedillistas" (52) en donde el FES contestaba a todas las manifestaciones de las que hacían gala los hedillistas y, aun cuando se partía del principio de respetar la figura de Manuel Hedilla, se intercalaban párrafos del líder falangista acerca de las concomitancias entre el nacionalsindicalismo, el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, lo que evidentemente en esas fechas no era muy bien visto. Con absoluto respeto a la verdad, denunciaba el FES que atacar el 18 de Julio con la referencia a Hedilla era un absurdo. Aparte de la función esencial desarrollada por el falangista montañés en los primeros tiempos de la guerra, su "propia creación", el FNAL (Documento Declaraciones del FNAL) defendía la fecha aludida "Nos llamarán reaccionarios por creer que el 18 de Julio supuso un avance democrático a la española")
La riña entre el FES y hedillistas había traspasado el patio de vecindad y en algunas publicaciones de política general aparecían réplicas y contrarréplicas de unos y otros.
El enfrentamiento entre el FES y los hedillistas alcanzó su máxima virulencia en Abril del 77 a la salida de la presentación del libro Oferta electoral en el hotel Eurobuilding. Allí Sigfredo Hillers, líder del FES ya convertido en Falange Española (independiente), fue agredido por miembros de la Falange auténtica. La tenencia en el altercado de guanteletes de hierro, porras y navajas, así como la información dada por Cambio 16 (53) con el nombre de algún participante, iban a ser según Hillers, argumentos utilizados para pedir al Tribunal Supremo la ilegalización de este grupo (54). Resultaba gracioso el que los "hedillistas", partidarios de la acción directa y que desde luego no se arredraron en actividades no pacíficas, siendo frecuentes los enfrentamientos físicos con otras formaciones de cualquier parte del espectro político o el lanzamiento de botes de humo en la Bolsa de valores de Madrid, recurrieran al eslogan "no a la violencia; sea del signo que sea" (CONS febrero de 1977 p.4).
No había pues lugares comunes para la unidad. La Santa Hermandad de la Falange no dejaba de ser un latiguillo retórico en donde se imponían luchas cainitas. El tiempo transcurrido y las experiencias vividas por cada uno habían creado profundas simas y lo que era "políticamente" un error: cerrarse en el mundo de la Falange para no conseguir nada conduciría a la esterilidad pasados los años.
Si ha parecido lógico conectar el conglomerado FES con la historia zigzagueante de la Falange disidente (así lo entienden quienes fueron sus dirigentes) se observan significativos motivos de diferenciación como fueron su colocación fuera del Movimiento, su preocupación intelectual, que les llevó a analizar situaciones políticas buscando soluciones o a la creación doctrinal, algo bastante desconocido en la Falange "alternativa". La tajante afirmación del catolicismo como filosofía subyacente y el teórico abandono en la búsqueda de un jefe carismático contribuían a delimitar unos perfiles muy particulares de la organización.
Grupos de la Falange disidente aparecidos ya en el final del franquismo dejaron también en un aparte a la opción falangista del FES y rara vez la citaron como antecedente histórico. Aun habiendo militado en el grupo o perteneciendo a sectores con matriz en el FES, se producía un olvido intencionado al que no era ajeno ni la competencia tenida entre las Falanges ni la "extraña" personalidad que el FES había ido gestando.
Cuando Shellag Ellwood realizó su estudio sobre el mundo de la Falange, procediendo a múltiples entrevistas de las diversas familias falangistas, no conectó con ningún miembro relevante del FES (55). Parece deducirse, de la explicación que dio sobre su forma de elaborar las entrevistas, que ninguno de los falangistas encuestados le sugirió los nombres de dirigentes del FES como fuente de indagación, lo que resultaba de una enorme significación.
El limitarse a los relatos de terceras personas, enfrentadas por disparidad en las estrategias, roces personales o interpretaciones distintas de lo que era la Falange, llevó a la historiadora inglesa a citar tan solo de pasada al FES y atribuirle características de "secta semisecreta con votos, rituales específicos y férrea disciplina".
Presume el FES de haber sido el único grupo falangista con creación propia y de haber aportado soluciones concretas a los problemas universitarios. En sus filas confluyeron históricos falangistas disidentes que poco tiempo allí pararon. De sus filas surgieron otros grupos de oposición falangista, y fueron algunos militantes suyos personajes destacados de la España democrática como José Simón, José Maria Aznar, Jorge Vestrynge o Manuel Guedán. El primero de ellos, que fue responsable del FES de Ciencias, llegaría a Vicerrector de la Complutense en la época de Bustelo. Ha desempeñado el cargo de Director General del Insalud. José María Aznar fue jefe del FES de Bachiller, Jorge Vestringe participó activamente con el grupo en los sucesos del año 68 y Manuel Guedán tras su salida de la organización falangista, llegó a ser líder de la ORT, y ha ocupado cargos políticos de importancia con el gobierno socialista.
ESTRUCTURA ORGÁNICA, FUNCIONAMIENTO Y RELACIONES CON GRUPOS DE EXTREMA DERECHA
A lo largo del trabajo se ha venido utilizando el acrónimo FES para el estudio de esta disidencia falangista. Presenta el nombre un doble sentido: en estricto significado correspondería únicamente a la denominación de la rama estudiantil del movimiento político; pero tales siglas supusieron, desde muy pronto, el soporte para casi toda actividad. Posiblemente influyó en ello el hecho de ser estudiantes la mayoría de sus miembros y el temprano abandono de otros espacios como ocurrió con el frente obrero. El resultado fue que se llegó a confundir FES con una "Falange Española Sindicalista" y que, al amparo de tal etiqueta, el nombre, que había alcanzado un cierto prestigio o al menos cierta resonancia, se utilizó en otros cometidos que los puramente estudiantiles. Panfletos de la organización de claro contenido político y sin referencia alguna al mundo de la enseñanza iban firmados como FES; parecido hecho ocurría con las publicaciones periódicas, e incluso esas siglas sirvieron en otros menesteres, como sucedió con el intento editorial que este grupo político realizó y al que dio el nombre de Fondo de Estudios Sociales. Las distintas formaciones que engloban el conglomerado del FES fueron las siguientes:
Las Juventudes Falangistas
Su creación fue anterior a la del FES. Prácticamente desde el nacimiento del grupo en 1963 aparece ya este núcleo que se convertiría en una elite de dura militancia y desde donde se marcaban las pautas de los otros grupos del "Tinglado" (nombre éste dado familiarmente por sus miembros a la organización) hasta el punto de registrarse, en ocasiones, divergencias que conducirían a escisiones por el excesivo control impuesto por las Juventudes Falangistas. Las Juventudes Falangistas hacían las veces de un "comité central", regido, por período de un año, por una persona o por un consejo -ello dependía de que al realizarse la elección del futuro jefe, surgiera o no un porcentaje superior al 80% en favor de un solo militante; de no ocurrir así se recurría al consejo. En uno u otro caso, se dejaba sentir la fuerte personalidad de Sigfredo Hillers (56), quien, aunque en algún período no fue más que simple militante, gozaba de un carisma generalmente aceptado y ejercía una notable autoridad moral, desde el ejercicio de una dialéctica que no es exagerado tildar de apabullante.
Eran muy frecuentes las reuniones; de allí salían los objetivos que habían de desarrollar los otros grupos, principalmente el FES que actuaba de brazo operativo. El periodo por el que se comprometían los miembros de las Juventudes Falangistas con la organización era de un año y el compromiso se abandonaba o se confirmaba cada 20 de Noviembre. Las convivencias de varios días en la Semana Santa o Navidades servían de "reuniones nacionales".
Acudían los elementos más destacados de las organizaciones provinciales. Las concentraciones se solían realizar en zonas próximas a Madrid, frecuentemente en la provincia de Segovia.
No era vana la invocación a la disciplina como virtud que constituía el quicio de la organización. Si el caso lo merecía, podía el militante sufrir una bronca verdaderamente bíblica, caminar una larga marcha, o ser sometido incluso a arresto domiciliario. Naturalmente, esa dureza en las relaciones era libremente aceptada y asumida por quienes aceptaban ese grado de compromiso.
La Asociación Juvenil Octubre
El acto de fundación se realizó el 12 de Octubre de 1971 en locales de la Delegación Nacional de la Juventud, en donde tras una misa se celebró un acto político. Quedaba pues la AJO inserta en el marco del asociacionismo juvenil de la época y asumieron la participación en aquel contexto asociativo anunciando que no se apartarían de lo estatutariamente aprobado, es decir, que aceptaban los cauces legales para desarrollar sus actividades y que dentro de esos márgenes se moverían. Dejaban evidentemente para el FES las actuaciones no sujetas a ley. Su creación respondió a la búsqueda de un espacio legal posible que permitiera la celebración de actividades encaminadas a la captación y formación de jóvenes. Del nacimiento de Octubre se hicieron eco periódicos como "YA", "Voz de Asturias" o "Tele-Exprés", señalando el sucedáneo de asociación política que aquello representaba.
La asociación juvenil tomó el nombre de Octubre por considerar tal mes la síntesis de lo hispano, de lo revolucionario y de lo falangista, tal y como se afirma en el nº 1 del boletín de la AJO. Volvía a aparecer la Agrupación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes como entidad que apadrinaba el proyecto y ello era lógico si se tiene en cuenta la intención de retomar con la AJO el espíritu falangista del Frente de Juventudes, perdido en la transformación que había dado lugar a la OJE, lavada la cara del contenido "totalitario" que aparentaba "la obra predilecta del Régimen" y cuyo fracaso bien puede buscarse más atrás en función de las contradicciones que tal organización tenía con la realidad sociopolítica que el país iba teniendo.
Para el que fuera Presidente de Octubre, Jesús Ferrer Olmedo, era necesario empalmar con el espíritu juvenil que había tenido la desaparecida organización. Los tiempos de pujanza del Frente de Juventudes aparecían cubiertos de un velo de nostalgia. Se interpretaban como una especie de "Edad de oro" que pudo haber significado el comienzo de la transformación revolucionaria falangista de España. Para Ferrer, los jóvenes de Octubre, hacían una proclamación de falangismo revolucionario aunque no tuvieron la suerte de conocer el Frente de Juventudes "sino una OJE despolitizada y neutra" (57).
El patrocinio de los AAMMFJJ fue aprovechado para disponer de una mínima infraestructura, consistente en local, teléfono y un pequeño "aparato de propaganda". En el piso que tenían los Antiguos Miembros, en la calle de Fernanflor de Madrid, lateral derecho de las Cortes, el FES disponía de forma más o menos encubierta de un soporte material para realizar actividades, aprovechando, como era natural, mucho más que el simple despacho cedido en su momento por la Agrupación.
En el diseño de la Asociación Juvenil se preveía la creación de departamentos de Cultura y Arte; Aire Libre y Deportes; Doctrina y Formación; Información y Prensa; Relaciones interjuveniles; Admisión y promoción de asociados y Tesorería. Las actividades e centraron en charlas, coloquios, marchas de aire libre y tenderetes de venta de libros y publicaciones en las zonas de afluencia de aquellas ciudades en donde la AJO se había constituido, es decir, en aquellas ciudades donde existía el FES.
Aprovechando los intentos aperturistas de la Delegación Nacional de la Juventud, que se disponía a hacer electivo el cargo de Presidente de la Asamblea Nacional de Jóvenes en 1974, Jesús Ferrer, máximo dirigente de la AJO, consiguió ser elegido democráticamente Presidente de ese organismo. Se entendía que, de no ser falsificado el sistema, aquello constituía un ensayo de participación de la juventud asociada, lo cual era positivo si se tenía en cuenta que a los jóvenes se les había "mantenido mudos" -en palabras de Ferrer- y eso era lo que se trataba de evitar.
Pronto comenzaron los problemas. Sin transcurrir un mes de la elección, se le indicó desde la Delegación de la Juventud a Jesús Ferrer, que debía participar en un "Homenaje de la juventud española al generalísimo Franco", previsto para el 8 de Diciembre de 1974; el Presidente intentó que el Pleno de la Asamblea fuera el que decidiera la participación o no en el homenaje, negando su asistencia mientras no se produjera la decisión del Pleno. La Delegación Nacional de la Juventud, comprendiendo la actitud de rechazo a participar en el acto, convocó a la Comisión Permanente y destituyó a Ferrer por "incumplimiento notorio de sus funciones". La destitución, a la que el FES dio el calificativo de "purga", servía ahora para criticar acremente los estatutos de la Asamblea Nacional, ya que su dependencia de la Delegación Nacional de la Juventud hacia imposible la autonomía del asociacionismo juvenil.
De alguna manera, no llegó Octubre a pasar de ser la filial del FES en donde participaban principiantes o adheridos no deseosos de mayores compromisos. Intentos de hacer una asociación juvenil más amplia aprovechando las múltiples captaciones que la labor de zapa en campamentos juveniles procuraba de vez en cuando y que rebasara el marco de puerta de entrada al FES chocaron con la imposibilidad material de llevarlo adelante.
El Círculo Doctrinal "Ruiz de Alda"
Si la AJO constituía la plataforma legal para la afiliación de los más jóvenes, el Círculo "Ruiz de Alda" lo era para militantes más veteranos. Se constituyó al amparo de la Ley de Asociaciones de 1964. Su objetivo formal era una mezcla de fines políticos y de una pretendida extensión cultural en torno a lo que significaba la doctrina de la Falange. Esa exigencia doctrinal marcada, quedaba de manifiesto en el nombre adoptado para el Círculo. La fidelidad a la figura de José Antonio y el olvido al que se le tenía sometido, sirvieron para bautizar esta asociación falangista, que descartaba tan históricos nombres como el de Ramiro Ledesma o el de Onésimo Redondo. El ámbito territorial quedaba fijado en Madrid, aunque se preveían posibles extensiones a provincias. Sus actividades se reducían a esporádicas charlas, apoyo en actividades del FES y en el ultimísimo tramo del franquismo a la confección de un boletín informativo. Era fundamentalmente una estructura carente de soporte, un nombre más con el que presentarse los falangistas del FES cumpliendo los requisitos legales exigidos y un intento, pocas veces conseguido, de encuadrar falangistas veteranos que comulgaran con la interpretación de esta alternativa.
Los militantes del FES
En su gran mayoría los miembros del conglomerado FES eran estudiantes universitarios o del bachillerato, su extracción social procedía de las clases medias y medias bajas, lo que alguno podrá interpretar como semillero de búsqueda de los "partidos fascistas". Fueron escasos los ejemplos de miembros pertenecientes a clases sociales de posición acomodada. En cuanto a la ideología familiar, normalmente se trataba de grupos que basculaban entre el afecto a la Falange, o sea a la "francofalange", o el indiferentismo hacia ello. Hay casos puntuales de actitudes de rechazo hacia la ideología familiar con significación izquierdista, desde luego en cantidades infinitamente menores que las de hijos de falangistas pasados al PCE o aledaños.
Asimismo escasa la incidencia de hijos de miembros comprometidos de la "francofalange" con algún relieve político. En cuanto a los militantes más veteranos no estudiantes había empleados, abogados, algún médico, funcionarios y obreros sin cualificación.
La formación doctrinal de sus militantes era una exigencia de primer orden. Se necesitaba la preparación de los futuros "oficiales" de una hipotética gran Falange. Como textos base estaban los escritos de José-Antonio Primo de Rivera, evitando siempre "refritos" e interpretaciones realizadas por el Movimiento Nacional, a quien, en todo caso había que acudir por ser la Sección Femenina la principal editora del mensaje joseantoniano. Textos como Desarrollo Sindicalista, y Europa como evasión, Iberoamérica como revolución ambos de José Luís Rubio; Los monopolios en España de Ramón Tamames y otros títulos principalmente de la Editorial ZYX constituían el bagaje cultural de primera mano de estos falangistas.
En una época donde la Universidad sobre todo se convertía en ocasiones en una especie de "ágora", se hacía preciso afilar la dialéctica contra presuntos contrincantes. De ese sentimiento nacieron unos textos conocidos con el nombre de "pildorazos" en donde se instruía a los jóvenes afiliados cuál habrían de ser sus respuestas ante los espinosos temas que, dada su condición de falangista, surgirían en charlas o asambleas.
Utilizando datos fiables del año 76 -"el final del viaje"- los militantes del FES en Madrid rondaban las 70 personas en edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, por los mismos tiempos mil personas estaban afiliadas al PCE de Moratalaz (58) y es que ocurría que la transición no benefició al FES en cuanto a la captación de adeptos. Reuniones en la Casa de Campo durante el año 67 lograron juntar a doscientas personas vinculadas con diferente grado de compromiso al FES madrileño. Si las minorías fueron la tónica dominante de la lucha contra el franquismo, con datos del 1% de jóvenes "radicalizados" entre universitarios (59) nos hallamos aquí con una "minoría minoritaria". Nunca consiguió el FES la atracción de una alta masa de seguidores. ¿Qué factores influyeron en ello? Destacaríamos tres: el que se desprendía de la propia personalidad de la organización, un discurso difícil y de complicada exposición, que, de alguna manera, participaba del propio drama de la Falange. Por otra parte, la intransigencia de la dirección de la organización, concentrada en torno a la autoridad de Hillers, que depuraba cualquier actitud de divergencia. Una y otra vez se producían escisiones en donde, si bien podían verse luchas contra el desviacionismo, no dejaba de ser claro el deseo de ser minoría que imponía el mando de la organización. Así había ocurrido con dos escisiones históricas conocidas como la de los "agapitos" -por el ágape que disfrutaron tras abandonar la organización en 1967- y la de los "lupulinos" -por su acusada ingestión de cerveza"- en 1971. De la primera de ellas hubo ex-militantes que engrosarían el FSR y de la segunda saldrían grupos que preludiaban la FE de las JONS (auténtica) o acabaron en formaciones anarquistas. El último motivo era la penuria de medios: no es comparable la ayuda recibida por los partidos de izquierdas con el esfuerzo ímprobo de los miembros del FES para sacar adelante las actividades de su organización: a título de ejemplo, baste decir que hubo ocasiones en que algunos militantes llegaron a vender su sangre en el Hospital clínico, para, con el producto obtenido, sufragar tinta y papel para la multicopista.
Como elementos más destacados de la organización a lo largo del periodo 1963-75 estarían los que a continuación se detallan, con la profesión que, entonces o luego, ejercieron: Sigfredo Hillers de Luque, profesor universitario; Antonio Hermoso Trigo, directivo de empresa farmacéutica; Fernando Pérez Garijo, técnico de electrónica; Fernando García, directivo de empresa; Rafael Millán, abogado; Luís Molleda, graduado social; Ceferino-Luís Maestú Barrios: periodista, dirigente de la C.T.I.; Vicente Murillo Ramos, titular de una librería especializada en Humanismo y Librepensamiento; Jesús Ferrer Olmedo, médico; José-Maria Aznar, líder del Partido Popular; José-Pedro García Gil, administrativo; Javier Onrubia Revuelta, empleado; José-Ramón López Créstar, abogado; Antonio Flores, ingeniero agrónomo al servicio de la Administración; Narciso Perales Herrero, médico; José Cabanas González–Nicolás, pequeño empresario; Nicolás Poveda Peña, magistrado; Felicísimo Valbuena, catedrático de Universidad; Luís Soler, pequeño empresario.
Publicaciones.
Las publicaciones periódicas del FES las constituyeron los periódicos Resurgir, Misión y los boletines de la Asociación Juvenil Octubre y del Círculo Ruiz de Alda. Anteriormente había hecho su aparición la revista Sindicalismo, de la que se publicaron cinco números. Su contenido era esencialmente obrerista y su principal promotor fue Ceferino Maestú. Fue prohibida en época de Fraga como ministro de Información. Ellwood quiere ver en ella la labor de Maestú, alejada de contenido falangista justificada en palabras del propio Ceferino que abandonó el mundo de la Falange (60).
Tal deducción no es aceptada por los miembros del FES, que vieron plasmadas sus posturas sindicales, rotundamente expuestas, en la tal publicación. La carencia de parafernalia falangista al uso no obstaba un neto contenido sindicalista revolucionario, reivindicado siempre por la organización. Además las colaboraciones de Maestú en el periódico Es Así de los Círculos José Antonio (61), la dirección de las charlas de La Ballena Alegre (62) referidas al tema del sindicalismo falangista, o su sustancioso aunque breve texto La Falange y los sindicatos obreros, alejan cualquier sospecha de introducción de "mercancía de contrabando".
Tardó en aparecer la siguiente publicación periódica. Se trataba de una revista que con el sugestivo nombre de Resurgir lanzó su primer ejemplar en Julio de 1968, amparándose en un seminario de estudios que con el nombre de Alejandro Salazar se había constituido en el distrito de Mediodía de la FET de Madrid. De ahí que en el primer número aparezca incluso un escrito del Jefe Político del citado distrito en donde se hace apología de la raíz falangista del Movimiento Nacional y de la necesidad de participación conforme a los postulados de la Ley Orgánica del Estado. Junto a tamaño contrasentido, frecuentaban la publicación acerbas críticas a la situación política, social y económica. La paz de España, consigna entonces al uso, era calificada como una "paz de cementerios". La confección de la revista se hacía a multicopista y llaman la atención la artística presentación de algunas de las portadas que más semejan una revista de arte que de lucha política. El último número aparecería en Mayo de 1970.
A la revista Resurgir continuó Misión, en donde volvía a aparecer la sugestión del nombre; esta vez más centrado en el compromiso personal que en el quehacer político. En un principio su publicación corrió paralela a la del Resurgir. Eran los tiempos de colaboración entre el FES y los Círculos José Antonio. De aquella aventura en pro de la unidad, las juventudes de lo que se pensaba iba a ser Falange Española, tomaron el periódico Misión como portavoz. En los números 3, 4 y 5 se presentaban como "portavoz nacional de las Juventudes de FE de las JONS"; sin embargo en el número 6 aparece ya como "portavoz de las Juventudes Falangistas". Se había pasado del intento de una publicación de la proyectada Falange Española a ser órgano de un grupo, de una de las múltiples caras del poliedro de la Falange.
Los once números que aparecieron de la revista estaban fuertemente teñidos de ideología. Los presupuestos mentales del FES se utilizaban tanto en los artículos referidos al mundo de la Falange como en el análisis de aspectos de la política española. Se hacía patente el afán de demostrar que ellos eran la verdadera Falange, la Falange continuadora de José Antonio; lo demás, burdas falsificaciones, revisiones de oportunista. Resultaba curioso que a partir de los intentos de unidad del 73 en donde se establecía el diálogo con enemigos de siempre (el mejor ejemplo lo constituía Raimundo Fernández Cuesta) dejaba de aparecer la revista Misión; su hueco, en el apoyo a la nueva singladura, lo van a realizar los boletines de los órganos legales, tanto de la AJO como, y sobre todo, el del Círculo Ruiz de Alda.
Ambos boletines, presentaban una menor virulencia crítica. La revista de la Asociación Octubre junto a temas de ensayo y a la narración de sus propias actividades, dedicaba bastante espacio al tema de Iberoamérica. Naturalmente desde la perspectiva hispánica y falangista y como alternativa al creciente europeismo que invadía la vida política española.
Podría decirse que las publicaciones Resurgir y Misión se dedicaron a hostigar al revisionismo derechista de la Falange, fundamentalmente al Movimiento Nacional; mientras que los últimos boletines de Octubre y del Círculo Ruiz de Alda acometían contra la revisión izquierdista de la Falange -representada por los "hedillistas"- lo que conllevaba un cierto acercamiento a los francoalangistas vituperados hasta hacia muy poco.
Los ejemplares de las publicaciones eran vendidos obteniéndose de esa forma su autofinanciación. Las mayores tiradas, correspondientes a Misión llegaron a alcanzar los cinco mil ejemplares, distribuidos en todas las ciudades a donde llegaba el FES.
Como publicaciones esporádicas estaba la emisión de panfletos, que constituía el arma de propaganda más rápido a disposición de este grupo falangista. Hemos conseguido reunir 167 diferentes panfletos. Del estudio de sus contenido así como de los temas tratados en las publicaciones "Misión" y "Resurgir" podemos agrupar los aspectos a los que hacía referencia el FES en nueve grandes bloques:
Relato de las actuaciones del FES en los distintos frentes de lucha.
Exposición de las ideas que el FES tenía sobre grandes temas (juventud, sindicalismo universitario, la Patria...etc.)
Opiniones sobre temas de actualidad política general.
Relaciones con otros grupos falangistas.
Pensamiento del FES sobre la Falange.
Crítica del FES al Movimiento Nacional y a la Organización sindical.
Ideas acerca del Sindicalismo falangista
Ideas acerca de la Iglesia católica y de sus organizaciones (A.C., Opus Dei).
Ideas y comentario acerca de grupos de "extrema derecha".
Relación con los grupos de extrema derecha
Como valedores fundamentales del régimen y buscando la pureza del mismo, aparecieron en este periodo de estudio formaciones que se han englobado con la etiqueta de "extrema derecha" o "derecha nacional". Buscaron la permanencia y continuación del sistema convirtiéndose en agentes de la represión, realizando maniobras de contrainformación o formando núcleos de opinión en torno a publicaciones -caso de "Fuerza Nueva"- que intentaban, como mejor medida para la defensa del régimen, luchar contra la evolución que desde dentro se estaba produciendo. El FES, a quien más de un tratadista emparentó con estos grupos, mantuvo una actitud abiertamente crítica contra ellos.
Durante los años 60 funcionó en la Universidad una organización conocida como Defensa Universitaria que, a las órdenes de la Secretaría General del Movimiento, intentaba defender los postulados del régimen, utilizando métodos represivos hacia el estudiantado rebelde, convirtiéndose en una especie de fuerza parapolicial que se definía fundamentalmente en su papel de antimarxista, desarrollando su actuación con absoluta impunidad (63).
Resultaba necesario, en la estrategia del FES, deslindar de forma nítida, su actuación de la de los grupos de extrema derecha, por ello las relaciones mantenidas resultaron tirantes produciéndose enfrentamientos verbales y algunos físicos. Defensa Universitaria, acostumbrada a utilizar la simbología falangista, chocaba con los miembros del FES que denunciaban la apropiación indebida de símbolos tenidos como propios; pues resultaba más dañino para el FES la utilización de los símbolos falangistas que la propia tarea represiva que ejercían, al perpetuar con estos actos la ceremonia de la confusión.
La continuación de la Defensa Universitaria fue la Acción Universitaria Nacional, controlada desde la Presidencia de Gobierno y plagada, en opinión del FES, de mercenarios lo que no cerraba la posibilidad de algún "militante despistado" dentro de sus filas. AUN iniciaba una estrategia distinta. No iban a ser meros guardias de la porra. Procuraban mantener una línea de desprestigio a base de parodiar la contestación universitaria mediante las octavillas de PUCLASA (Publicaciones clandestinas SA) e intentaban una somera edificación teórica que hacia agua por todas partes. El FES criticaba las contradicciones del AUN motivadas fundamentalmente por su defensa irracional de la figura del general Franco y el tratamiento frívolo que hacían sobre graves cuestiones sociales como la emigración y el paro. Determinado reclamo social, con intentos de radicalismo verbal para acabar defendiendo la situación presente, fueron estratagemas utilizadas por la Acción Universitaria Nacional para potenciar su imagen de sensibilidad ante el tema social y quedaban en contradicción con su postura regiminista; pero nuevamente, lo más grave para el FES era el confusionismo al que se prestaba AUN cuando por ejemplo reivindicaba la figura del falangista Matías Montero, en clara maniobra de distracción, dirigida y financiadas por Presidencia de Gobierno contra el FES, quien se negaba repetidamente a integrarse en cualquier tipo de frente antimarxista universitario.
En opinión de Fuerza Nueva esta postura de independencia del FES era hacer el juego al marxismo. Cuando en la publicación integrista apareció tal acusación un militante del FES (64), amparándose en la "Sección Universitaria de la Agrupación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes" pretendió poner las cosas en su sitio. Naturalmente su réplica no fue publicada por la revista.
Fuerza Nueva, que contaba con una especie de patente de corso para funcionar como partido político en un sistema donde no había partidos reconocidos, sí que era para el FES quien hacía el caldo gordo a los comunistas a base de defender las injusticias. El líder de aquel entramado, Blas Piñar, procedente de la Acción Católica, era tildado de advenedizo y soberbio, no se le regateaba su capacidad de trabajo, pero representaba algo próximo a un "neoalbiñalismo" de nuevo cuño.
En cualquier caso no eran posturas personales las que diferenciaban a las organizaciones. Cuestiones doctrinales básicas (el concepto del patriotismo, la función del ejército, el sentido de la justicia, la postura ante el régimen...etc.) y la parcialización de la ideología de José Antonio, que volvía a sembrar la confusión en opinión del FES, constituían profundas diferencias.
Incidentes entre ambas formaciones, como el ocurrido en la Facultad de Derecho en 1973 hicieron que el FES llegara a tildar de "gangster" a los miembros de Fuerza Nueva. Adjetivo que se hacía público en un momento de acaloramiento, pues si bien el pensamiento de los militantes del FES acerca de algunos integrantes de aquella organización era más o menos ese, llegar a la rotundidad de hacerlo público en propaganda escrita tampoco fue frecuente.
Miembros de grupos próximos a Fuerza Nueva como los Guerrilleros de Cristo Rey, despertaron en el FES un sentimiento de desprecio que cuajaba en el calificativo de "jóvenes japistas" (lo que representa en el léxico falangista uno de los mayores insultos) para quienes se dedicaban a actuar contra curas, con o sin sotana, próximos a formaciones de izquierda. Desde luego no se trataba de defender actitudes de un clero al que el FES consideraba equivocado y desviado de su cometido sacerdotal, mas los métodos violentos utilizados y el portar simbología falangista en aquellos "raid" exigían la denuncia.
Por utilizar aquellas vestiduras, indignas para quienes las llevaban en opinión del FES, orgullosos de su ortodoxia del falangismo, fueron criticadas las concentraciones de la Plaza de Oriente de 1971 donde volvía a repetirse una vez más el "acompañamiento coreográfico de nuestras camisas azules".
A pesar de las fricciones producidas con estos grupos, lo que supone una línea continua en la trayectoria del FES desde su fundación, y de las disparidad de criterios en cuanto a soluciones políticas o análisis históricos, son mayoría los estudiosos del fenómeno histórico-político que han metido en un cajón de sastre al FES junto a las otras opciones de la llamada "extrema derecha" sin matizar las grandes diferencias que separaban tan distintas posturas.
LA DEFINICIÓN DOCTRINAL
Lo azul
Para observar los fundamentos teóricos del FES resultan esclarecedores los documentos titulados "Puntos esenciales", "Código del Militante" y el libro "Ética y estilo falangista".
En la relación de Puntos esenciales se hacía mención expresa de los conceptos Dios, hombre, Estado, misión de España y norma de conducta. Se repetía casi literalmente el pensamiento de José-Antonio Primo de Rivera y así, el hombre era considerado "portador de valores eternos"; la Patria, "unidad de destino"; el Estado, ejecutor de los destinos de la Patria; la misión de España habría de ser la defensa del modo histórico de entender la vida; y la revolución sería el instrumento que conduciría a la vuelta espiritual de los pueblos. Todo ello con la imprescindible manera de ser comportando servicio y abnegación, y entendiendo a la Falange como un cuerpo total de doctrina a la que no se podía mutilar. El Código del militante establecía de forma resumida cuáles eran las obligaciones a que se comprometía el integrante del grupo falangista y cuál habría de ser su comportamiento, informado de un sentido altamente jerarquizado y asumiendo características propias de la vida de milicia, lejano, en palabras del FES, del estilo cuartelero, con el que nunca debía confundirse. El compromiso, solicitado por escrito mediante una "carta de compromiso", se renovaba o invalidaba cada año.
De entre los dirigentes e ideólogos de la Falange fundacional (Primo de Rivera, Ledesma, Redondo, Ruiz de Alda) quedaba para el FES claro que era José Antonio el paradigma al que seguir. De ahí que sea frecuente la calificación matizadora de "falangistas joseantonianos" o de "seguidores de la Falange de José Antonio". Para el fundador de la Falange los cimientos de su organización se sustentaban en los pilares del catolicismo y su proyecto político defendía verdades consideradas eternas para la doctrina católica. Inserto en una época de fulgurantes cambios, con el comunismo en auge, el capitalismo en crisis, y formas nuevas que parecían conjugar la movilización social con el mantenimiento de valores tradicionales, rondaba en la mente de José Antonio una dosis de providencialismo que le indicaba que su postura era la única posible para evitar "una nueva invasión de los bárbaros" que acabara, no con un sistema económico ante el cual se posicionaba en contra la Falange, sino contra valores puestos en tela de juicio desde siglos atrás, y a los que Primo de Rivera daba la condición de espirituales y, por lo tanto, de permanentes.
Precisamente esa cosmovisión le llevó a entender la política como algo completo, total. Es decir, se preparaba a la formación de una milicia que asumiera voluntariamente valores religiosos, semejante a una orden militar, y que sería el "ejército" encargado de hacer realidad los postulados falangistas. Esa vena de sentimiento religioso, donde se entendía que el sacrificio era camino de perfección (65) contaba con la aceptación sin reservas de los dogmas católicos, no ya por tradición histórica inherente a los nacionalismos, sino por acto de aceptación voluntaria de lo que se entendía verdadero (66). De los textos de Primo de Primo de Rivera se desprende más una llamada al ejercicio personal del compromiso que a la simple participación política (67).
Esa vía, más ética que otra cosa, diferenciaba claramente las formas de actuación de los contenidos coyunturales que se debían dar a tales formas. Para lo primero estaría el modo de ser falangista, para lo segundo se diseñaba, allí y entonces, lo que se dio en llamar el nacionalsindicalismo, con posibilidades de cambio cuando su utilidad instrumental pudiera quedar obsoleta.
Este planteamiento ético, de militancia cuasi religiosa y donde se establecían diferencias entre lo permanente y lo mudable, que era parte esencial del discurso joseantoniano, fue la interpretación que asumió el FES en su posicionamiento falangista.
Era pues José Antonio quien con su ejemplo personal, su interpretación de la historia y su exigencia de un modo de ser, merecía el seguimiento de las nuevas generaciones de falangistas.
Distinguía el FES de entre los postulados de la Falange de José Antonio, tres tipos de principios:
a) Principios inmutables (fundamentados en los dogmas católicos).
b) Principios que representaban la razón de existencia de la Falange -creencias políticas- procurando resaltar, como muy apuntaba Heleno Saña (68), aquellos apartados más revolucionarios, restando importancia a otros que podían resultar menos atractivos.
c) Principios contingentes que podrían desaparecer después de justificar razonadamente la necesidad de su cambio. Entre estos últimos estarían la camisa azul o el "cara al sol", a los que el FES manifestó profundo respeto, siendo asumidos plenamente, lo que contrastaba con la negativa a utilizarlos por parte de grupos escindidos del Frente, que pensaban vender mejor de esa forma su mercancía, pero que, a pesar de los cambios de imagen, no arraigaron en la vida política española. Ejemplo de grupo que mantuvo esta actitud fue el Frente Sindicalista Revolucionario que no pudo quitarse el sambenito de "fascista" y que acabó por beber en la doctrina de Ángel Pestaña.
La preocupación principal para el FES se centraba, según manifestaban sus publicaciones, en el hombre, al que se le reconocían las dimensiones natural, histórica y sobrenatural. La búsqueda de un estilo de vida se hacia prioritaria para la organización, pero no se agotaba en conseguirlo de forma personal porque tal concepción se juzgaba de individualista y en consecuencia de "liberal"; había que traspasar la consecución del estilo a la comunidad entera; crear o intentar crear una "orden religiosa" imitando, en palabras de la organización, el ejemplo franciscano.
Para sintetizar cuál debía ser la forma de actuación del falangista del FES se iniciaron, desde los primeros tiempos de la organización, la redacción de normas básicas mediante pequeñas frases. Una especie de breviario, interrumpido en el tiempo y que tuvo su continuación más adelante, en forma de libro titulado Ética y Estilo falangista.
Esta obra, que constituiría el libro de cabecera de los militantes falangistas, apareció en 1974 con una humilde presentación y con una edición de 10.000 ejemplares. Su publicación se hacía posible gracias al aporte económico de algunos militantes y fundamentalmente por la ayuda recibida de un falangista de los de dentro del Movimiento, Mariano Vera, que veía en los principios éticos expuestos, una concordancia total con su forma de entender la Falange, con lo que se establecía un puente de unión, ya en los finales del franquismo, con aquellos jóvenes otrora iconoclastas (69).
El libro quedaba dividido en tres apartados. El primero iba referido a juicios sobre la obra por parte de diferentes falangistas pertenecientes a tres generaciones distintas, es lo que el mismo libro titulaba como "espaldarazo" y prologaban el texto personas como Fernández Cuesta o José Luís de Arrese, consideradas "herejes" hasta hacía pocas fechas. Pero corrían tiempos de agrupamientos artificiales, imposibles, y el libro era una buena excusa. Estar de acuerdo en los principios que conforman la filosofía de la Falange no era tampoco muy difícil, plasmar aquello en actitudes personales o políticas o en juicios históricos sí lo era. De entre los que daban el "espaldarazo", llamaban la atención las cartas del franciscano falangista Fray Pacífico de Pobladura y la del sacerdote Vicente Serrano, doctor en Teología, quien imponía una especie de nihil obstat sobre los pensamientos contenidos. El escrito enviado por Jesús López Cancio hubo de ser arrancado del libro una vez publicado, por deseo expreso del exgobernador civil de Madrid (70).
La segunda parte era la presentación del libro, de la pluma del principal redactor y que a la postre ha quedado como autor del texto, Sigfredo Hillers, en donde relata la génesis de aquello.
La tercera parte es propiamente la obra que consta de 407 puntos en donde se reclama la necesidad de exigencia ética para el mantenimiento de la coherencia ideológica. La ausencia de esa exigencia había sido la causante de las revisiones del pensamiento falangista. La fidelidad de conducta a lo expuesto por José-Antonio era el mayor seguro para la continuación de sus propuestas políticas. Se exigía de los militantes falangistas un compromiso total con la Falange y se les indicaba cuál debía ser el camino que tenían que seguir, lo que contrastaba enormemente con los derroteros mayoritarios de los camisas azules.
Si el sacrificio estuvo presente en los viejos tiempos de la Falange no era precisamente una vida de renuncia la de muchos falangistas. El categórico rechazo a que la Falange fuera una especie de mafia para ayuda y colocación de sus miembros contrastaba con las bicocas de uso corriente que ser de la FET había proporcionado a algunos; la caridad con los enemigos políticos tampoco había sido moneda de cambio en el falangismo, y sin embargo desde el libro se exigían tales cualidades para poder llegar a ser y ejercer de falangista. Con todo, el FES no pensaba que estaba haciendo aportaciones originales, situaba sus fuentes en la doctrina católica y en el pensamiento de José Antonio. Esta actitud de fidelidad y la crítica hacia quienes "actualizaban" el pensamiento de la Falange, llevaba al FES a soportar escritos de los voceros del Movimiento (71) que, justificando su adaptabilidad a las coyunturas, les acusaba de ser falangistas anquilosados en el pasado, con lo que evidentemente establecían para observadores futuros, un nítido contraste entre la versatilidad adaptativa de la que se acusará a la Falange y la intransigencia doctrinal que el FES asumió.
Al examinar la documentación del FES se observa una actitud crítica hacia el entorno, lo que resulta lógico al tratarse de un grupo de oposición, en desacuerdo con el sistema imperante. La raíz de patriotismo crítico presente en la Falange, enlace con la generación del 98, se tenía que continuar manifestando. El paro, la emigración, la conciencia adormecida de los jóvenes, la situación del campo o la explotación del sistema capitalista a los trabajadores industriales, así como la pequeñez de España en el concierto internacional eran conceptos que el FES utilizaba para definir la España del franquismo. Desde aquel maximalismo crítico no se hacía ninguna concesión a los logros del régimen y se calificaba de vergonzoso el equilibrio económico de la balanza conseguido a través de las divisas de emigrantes, dominio del capital español por capital extranjero o las divisas del turismo aportadas gracias a un sol "que no era obra del régimen".
Preocupación primera era que el Movimiento se confundiera con el falangismo, la identificación entre ambas realidades resultaba evidentemente errónea. Pero no era así en los sesenta por el hecho de que personajes de otras familias del régimen sustituyeran a falangistas. El régimen no había sido nunca falangista, si acaso en algunas concretas parcelas habían tomado formas o actitudes de parecido con la Falange. Se entendía que la existencia de la Falange no había sobrepasado Abril del 37 y que la desaparición de sus ideólogos -entiéndase, de José Antonio- a poco de las elecciones de Febrero del 36 había invalidado el proyecto político falangista. Falangistas con puestos de responsabilidad en el Nuevo Estado no se habían comportado como tales y desde luego no habían falangistizado el régimen sino que, colocados al servicio de otros sectores presentes, habían actuado de cipayos. Para poder hablar así el FES asumía su papel predilecto: el de guardián de la ortodoxia falangista y repetía algo que desde los comienzos del Nuevo Estado ya había sido puesto de manifiesto por otros falangistas.
Tal postura le hacía al FES admitir la existencia de un "falangistómetro" (72) capaz de calibrar el falangismo de aquellos que así se llamaran. Su confianza en la sabiduría doctrinal que poseían les había hecho lanzar un falangismo de oposición al franquismo durante los años 60, criticando lo que a su juicio era una corrupción de la Falange, el Movimiento Nacional, definido de "estercolero ideológico", y les llevaba en el año 73 a considerarse capaces de definir lo que era esencial y transitorio en la Falange (73); mas por aquellas épocas aires de cambio soplaban en la organización. Vías de "transformación revolucionaria" de España se iban a ver muy pronto en la aplicación de algunos principios del Fuero del Trabajo. Resultaba curiosa, por desconcertante, la estrategia, y a algunos les sonaba a broma la petición al régimen ¡en 1974! de que fuera coherente con sus más viejos postulados (74).
La línea de continuidad a ultranza del falangismo primitivo y el pregonar el descubrimiento del fermento revolucionario que había en el Fuero del 38 establecían puentes de concordia con históricos francofalangistas para crear una Falange de todos, porque el FES admitía que en un hipotético gran partido podrían integrarse gentes de escaso nivel de militancia, adheridos e incluso personas de moralidad reprobable; pero estaba claro que la minoría dirigente habría de asumir por completo el nivel de exigencia que tal función requería.
Este "venid y vamos todos" no acabaría en ofrenda floral. Tan evidente contradicción con sus tira y afloja, alcanzó su cenit en Octubre del 76 en el Palacio de Congresos donde la unidad culminó en bofetadas (75).
Conceptos vertebradores
A continuación figuran aquellos conceptos que el FES se veía en la necesidad de utilizar con suma frecuencia, por formar parte de su armazón ideológico y por ser definidores del lugar en el que querían situarse. La Patria entendida como "unidad de destino", conforme a los viejos cánones falangistas. Se trataba de un hermoso concepto en que no se había pasado de la pura formulación retórica. No había existido en los últimos años una Patria (76) ya que el proyecto de creación de esa "unidad de destino" ni se había intentado. Culpable de tal carencia era el régimen que, tras la guerra, no había realizado la necesaria revolución. Poner en marcha a la nación, dinamizarla, habría sido construir una verdadera Patria. Por otra parte, ese actitud dinámica no podía agotarse en los márgenes de las fronteras actuales. La Patria española, para los falangistas del FES, debía englobar a los países hispanoamericanos partícipes de la misma cultura. Llegar a tal integración daba contenido al término "imperio", utilizado desde la época fundacional como la consecuencia racional y apetecible tras la creación de la Patria. Si apenas se utilizaba tal palabra, por las connotaciones que portaba, justificaban de un lado su uso en la Falange primitiva, explicando siempre el significado que, según el FES, el término tenía y, de otro, reivindicaban para la construcción de la Patria, algo que se asemejaba con el concepto imperial que, según ellos, tenía la Falange fundacional. El acercamiento con Hispanoamérica contrastaba con las reticencias ante el acercamiento a Europa. Se partía del principio de que España era una mezcla de africanidad y europeidad, de sentimiento y lógica. España era una realidad mestiza que alcanzaba su máximo exponente en la unión soñada con los países americanos.
El asunto doctrinal referido a la nación y a la Patria se imbricaba perfectamente con la dimensión personalista que aportaba la Falange. Ni individuo, ni socio: individuo social, persona. Mezclas de ingredientes del norte y del sur con proyección hacia el oeste. Estas ideas, brillantemente expuestas por Eduardo Adsuara (77) en escritos o en charlas, se resolvían al final de sus intervenciones como si de solucionar un rompecabezas se tratara.
Desde posturas de fidelidad al pensamiento de Primo de Rivera, no podía admitirse como base de la participación política el sistema de partidos; sin embargo se precisaba claramente que una era la realidad deseable y otra la realidad que se vivía. Explícitamente se llegaba al consentimiento ideológico de los partidos, viéndose el mal en el funcionamiento de los mismos, en la partitocracia. El principio de "un hombre, un voto", no era aceptable en el planteamiento del FES. La construcción de una elite dirigente como soporte de la transformación revolucionaria les hacía optar por fórmulas "aristocráticas", por direcciones de los más competentes. Tal idea, que suponía declarar públicamente lo que los demás hacían escudándose en el mito del sufragio, encontraba una justificación clara en la organización interna del FES, en donde se realizaban elecciones anualmente para elegir los responsables -jefes- de entre los distintos núcleos de militancia, aunque la tutela ejercida por las Juventudes Falangistas, para cuyo Consejo de mando casi siempre Hillers resultaba elegido, mermaba normalmente la autonomía del sector estudiantil, del sector activista.
Ocurría también que en la situación política en que se encontraban (titulada de "dictadura capitalista"), se podía llegar a la petición, bien es cierto que en ocasiones puntuales, de libertades políticas y sindicales sin excepción y al ejercicio pleno de esas libertades (78) porque "Preferimos el conflicto sindical y político a esta sorda dictadura, en la que a una parte -la clase trabajadora- se la tiene reducida, con las manos atadas a la espalda".(79)
Los cauces de la democracia orgánica, malentendida y falseada por el régimen, seguían siendo la forma de integrarse en los resortes directivos del Estado en el improbable caso de llegar a la conquista del poder. La democracia real u orgánica, en donde la participación respondiera a grupos naturales no era un invento de Primo de Rivera. Tal forma de participación (con raíces en el anarcosindicalismo de Proudhom) había sido elegida en España por los krausistas, e intelectuales como Madariaga o Besteiro estuvieron a favor de ella. La falta de participación que la llamada "democracia orgánica" del régimen tenía, no era obstáculo para intentar un sistema donde la representación pasara por esos cauces.
Caminaba el FES en la cuerda floja cuando veía la inoperancia de la democracia orgánica en el régimen, lo que le llevaba a pedir otra forma más efectiva de participación, pero la impregnación doctrinal de antiliberalismo político, bebido en las más puras fuentes del falangismo, les conducía, en un juego malabar, a pedir un régimen de libertades de corte occidental para a renglón seguido volver a reivindicar la pureza de la representación orgánica en un hipotético Estado falangista.
La destrucción del capitalismo, en palabras de José Antonio, era una tarea de índole moral y el FES se creyó a pies juntillas tal aserto. No concibieron nunca más que como execrable el sistema económico que permitía la explotación de la mayoría de los trabajadores y el enriquecimiento de una minoría a costa del trabajo de los demás. La alienación sufrida por el trabajador le impedía su realización personal y anulaba su proyección espiritual al verse sometido al reconocimiento único de fuerza de trabajo.
Comúnmente se ha aceptado que determinadas críticas al capitalismo, por parte de quienes dicen o decían querer acabar con él, se hacían contra la forma política que aflora en superficie, esto es, contra el liberalismo político, dejando que la máquina capitalista siguiera funcionando con la utilización temporal de otras fórmulas. Un ejemplo de lo anteriormente expuesto ocurría en el régimen del general Franco y el grupo falangista no dudaba en calificar tal situación de "dictadura capitalista". No consideraban pues que fuera ninguna solución; más aun, en las condiciones económicas que se daban en España, la respuesta coherente sería la existencia de partidos y sindicatos libres a pesar de que el planteamiento doctrinal del falangismo creyera que tales manifestaciones resultarían obsoletas una vez realizada la "revolución pendiente". (80)
Borrosas fórmulas se ofrecían como alternativa a la situación económica existente. Más como declaración de intenciones que como un programa interdisciplinario serio, aparecían de forma esporádica ideas sobre la reforma del campo o la creación de una Banca sindical. Acaso el aspecto más desarrollado era el relativo a la reforma de la empresa capitalista, tema en el que Ceferino Maestú se mostraba como un verdadero experto (81). Esto significaba además que el pretendido ruralismo o el volver los ojos a la pureza del campo, tan común en las ideologías "fascistas", aquí faltaba, lo que puede interpretarse como un "aggiornamento" inexcusable. No fue hasta 1977 cuando próximas las primeras elecciones generales del postfranquismo, publicó el FES convertido ya en FEi -sombra de lo que fue- una especie de programa más completo. En él se dedicaban sucesivos apartados a exponer su postura ante distintas parcelas de la vida política para "transformar España", intentando siempre tener presente la raíz personalista que insuflaba la ideología del grupo.
La etapa de desarrollo económico del régimen de los años 60 se brindaba como objeto de crítica, compartiéndola con todos los grupos de izquierda que aún pensaban en el fin del sistema capitalista. Participaban junto a ellos de un declarado antiamericanismo, no tan solo por la decisiva influencia económica que USA ejercía mediante el control de empresas ubicadas en España, sino también porque el ingrediente nacionalista del FES (transformado en patriotismo en su lenguaje, lo que vendría a significar algo así como un "nacionalismo lógico") encontraba un acicate en la protesta contra el control militar que ejercían los americanos. Se atacaba a la fase superior del capitalismo, al imperialismo, cuyo más fiel representante eran los Estados Unidos. La denuncia de la dominación yanqui fue constante y en las manifestaciones de protesta se corearon eslóganes como "España no está en venta" o "malvenido Mr. Ford" profusamente utilizados ante la visita a España de los mandatarios americanos. En este punto nuevamente existía un abismo radical entre el complaciente deslumbramiento de los francofalangistas ante la vanguardia del anticomunismo mundial y la apreciación que el FES tenía de aquello.
El anticomunismo de la Falange tuvo su continuación en el FES, con las oportunas matizaciones. No se trataba de un enemigo que gobernara o con inmediata posibilidad de triunfo, se trataba sencillamente de una opción que para el FES era la única alternativa real al sistema capitalista si la Falange no conseguía imponerse.
Partía el FES de suponer que sólo había dos cosmovisiones totales del mundo: la del cristianismo católico y la del marxismo. En la primera se situaba la Falange, no como única entidad con bases filosóficas en el cristianismo, pero sí como síntesis superadora y con el suficiente "ardor combativo" para dar la batalla a la opción materialista que representaba el comunismo, visto como la lógica evolución de la teoría marxista. Si el tiempo va camino de demostrar tal error hoy, no es menos cierto que la ilusión del "paraíso comunista" estaba presente en la mente de los más combativos por aquel entonces.
En las publicaciones del FES era frecuente encontrar la final disyuntiva que tarde o temprano se habría de producir. A lo más se dejaba un margen posible y transitorio que no fuera la lucha entre las dos visiones del mundo ya dichas, por lo menos en el caso de España.
Esa magnificación del comunismo era perfectamente inteligible entonces. Por obra y gracia de su esfuerzo, el comunismo se abría paso en los principales frentes de lucha antifranquista como la vanguardia más operativa. Había logrado empapar de su teoría los hábitos y los contenidos culturales considerados en la década de los sesenta como los más modernos. Introducía en los movimientos de liberación, frecuentes por entonces, su particular forma de analizar y combatir. Contribuía también a engordar su fama la tendencia del régimen de considerar "comunista" todo aquello que se moviera. Efectivamente, como decía Arrese, "los hombres de la derecha, los no falangistas de nuestro régimen, han tenido siempre una propensión marcada a llamar comunista a todo aquel que se sale de la fila" (82), pero aquella propensión también se había traspasado a los falangistas.
En medio de la represión portaban los comunistas una aureola de luchadores que, si bien era interpretada por el FES como de pura manipulación para intereses propios, también les hacía merecedores de la admiración de la militancia falangista por su desinteresado y constante activismo. El sigilo, la seriedad en el pago de cuotas, el cumplimiento estricto del horario o la tenacidad en conseguir sus objetivos eran cualidades que según el FES distinguían a los militantes del Partido Comunista y de los que había que copiar.
Los errores y asesinatos cometidos por los comunistas en España eran una parte más de la monstruosidad que su práctica política conseguía por el mundo. El muro de Berlín, Hungría, Checoslovaquia o Polonia eran hitos siempre presente al hablar de comunismo (83). El escaso desarrollo de la libertad en los "paraísos comunistas" o la crítica contra ese sistema de personajes que habían pertenecido a los partidos comunistas o que eran críticos con los mismos -caso de Djilas- denunciando la recreación de situaciones capitalistas en países con ese tipo de régimen (donde una "nueva clase" de burócratas controlaba a una mayoría sojuzgada) eran claros estímulos del FES para confirmar su anticomunismo.
Huyendo de situaciones defensivas hacia los comunistas, el FES entendía que su posición era de "competencia revolucionaria", y que el sentimiento de lucha contra la injusticia que representaba posicionarse contra el régimen, se desarrollaba con mayor autenticidad desde las filas falangistas que desde las comunistas.
Las relaciones que el FES mantuvo con las distintas formaciones comunistas nunca fueron buenas. A poco de su fundación y en situaciones ocasionales (84) parece que se llegó a una tímida colaboración en algún aspecto de las reivindicaciones universitarias, pero las formas normales de comunicación fueron las desavenencias. Se llegó al enfrentamiento verbal y físico en repetidas ocasiones, sobre todo en el período final del franquismo donde la proliferación de partidos escindidos del P.C.E., hacía favorable el enfrentamiento con las "bandas fascistas" como fórmula de conseguir una imagen combativa que acreditara a los distintos grupos.
Cualquier entendimiento, desde puntos de partida tan dispares, era imposible y si el FES lo dejaba claro no le andaban a la zaga los comunistas que no establecían grandes distingos, ni se preocupaban por hacerlo entre unos falangistas y otros.
No obstante, como ya se ha dicho, se reflejaba entre los militantes del FES una especie de admiración (que más tarde la coherencia de la lógica falangista pretendía neutralizar) hacia la militancia comunista. El marxismo-leninismo pujaba como valor en alza. Otras corrientes, teóricamente marxistas, como el Partido Socialista, apenas si fueron atendidas por el FES; su falta de presencia en la calle posiblemente contribuyó a ello. También ocurría que exmilitantes del FES acudieron a engrosar las filas de grupos comunistas, aunque fueron los anarcosindicalistas quienes probablemente recibieron mayor contingente de exfalangistas, convencidos de que luchar desde las trincheras del falangismo era inútil y enlazando de esa forma con la tradicional tendencia que los falangistas han sentido por el anarcosindicalismo español.
La condición de la mujer en la organización quedaba postergada a un segundo plano en relación con los militantes masculinos. En una organización que pretendía ser una orden militar donde sus miembros participaran de la doble condición del ascetismo y del activismo, a la mujer no se le veía con posibilidad de ejercer en idéntico plano y, en consecuencia, quedaba relegada en sus tareas de militante y de activista o, cuando menos, se dirigían sus quehaceres a derroteros distintos que el de sus camaradas masculinos. Al parecer fueron excepcionales los casos de militancia femenina que pasaron por la "zona superior", por las Juventudes Falangistas.
Se establecían actividades específicas para las militantes, que suponían una especie de "sección de intendencia" como era la recogida de cuotas y donativos, el transporte de propaganda o bien se les asignaban actividades más ligeras (incorporación a parte o aparte de las marchas, asistencias de tiempo parcial a los albergues... etc.). Quedaban pues en una segunda posición plenamente aceptada por ellas y desde luego de no menor consideración que la que podía tener la mujer en la sociedad española de la época.
Sobre la mujer en general, el FES manifestaba creer en la igualdad de derechos a hombres y mujeres, si bien insistía en la necesidad de ampliarlos cuando aquella se encontrara "más necesitada de protección jurídica o por razones de ambiente social o por necesidades de orden superior, v. gr., cuando la mujer representara la protección de una entidad superior al individuo: la familia"(85). Quedaba claro el papel de la mujer como madre, educando a los hijos, transmitiendo valores y colaborando al sostenimiento económico de la casa. Eran estas actividades excelentemente vistas por el FES. No se mantuvo la postura de que fuera negativa la salida del hogar de la mujer y su incorporación al mundo del trabajo. Criticar aquello era tan erróneo como considerar que la liberación de la mujer precisaba del trabajo asalariado. Era ella la que tenía libremente que elegir entre su papel como ama de casa o fuera del hogar, ejerciendo un trabajo. Tal libertad de elección quedaba restringida porque el sistema económico obligaba a la mujer a salir de casa para compensar el salario del marido y poder vivir con mayor decoro. Era ahí donde la intervención del Estado se hacía necesaria, proteger que se pudiera realizar de forma efectiva la elección de dónde la mujer prefería encontrarse.
La postura del FES tenía, en cuanto a la consideración del papel de la mujer, un valor positivo y moderno porque permitía la elección del papel que la mujer prefiriera y avanzaba, sin llegar a explicitarlo, la idea de la ayuda del Estado para que se hiciera posible la libertad de elección o, con otras palabras, prefiguraba la idea del "salario al ama de casa" que algunos defienden hoy desde posturas calificadas de progresistas. No llegó nunca el FES a establecer la disyuntiva de si el trabajo de ama de casa podía corresponder también al marido. Pero es que tal propuesta, tanto en el FES como en otros grupos, era algo así como "pedirle peras al olmo". Sin embargo en lo que el FES obraba con parámetros de desigualdad era en la propia consideración que daba a sus militantes femeninas, casi siempre dirigidas por sus camaradas masculinos y, en la práctica, segregadas en lo que a militancia y activismo se refería.
La idea que sobre la juventud utilizaban no se correspondía con el puro sentido cronológico que tiene la palabra. Para el FES ser joven radicaba en un estado de ánimo donde el sacrificio y el compromiso fueran norte y guía del quehacer diario. De ahí que en las publicaciones propias se haga propaganda de esta forma de entender la palabra joven. La dejadez o el aburguesamiento producían ancianos con corta edad o viceversa, gentes de edad ya avanzada podían ser consideradas como jóvenes por sus deseos de lucha, por su compromiso político.
Esa magnificación de la juventud tenía sus orígenes en el pensamiento de Primo de Rivera, quien según el profesor Muñoz Alonso "preconiza el reconocimiento de la juventud como categoría histórica y no como momento de transición en el proceso evolutivo". Contribuía a ello el que las personas que militaron en los grupos del conglomerado FES fueran gentes de corta edad; tan solo como reducto para falangistas más veteranos se articuló el denominado "Círculo Doctrinal Ruiz de Alda".
Se repetía el fenómeno de la Falange fundacional donde la gran mayoría de los militantes eran jóvenes que aún no habían alcanzado la "edad del voto" y, como entonces, predominaba la dedicación estudiantil de esos jóvenes, bien en la enseñanza secundaria, bien -y sobre todo- en la Universidad.
Se alineaba de esta forma el FES con otras opciones políticas que encontraban en los sectores juveniles el caldo de cultivo en donde hacer prosélitos. Las razones eran obvias: la carencia de intereses materiales que defender, la exteriorización de cualidades inherentes a los jóvenes como la solidaridad, el compromiso o el activismo, determinaban buscar a los futuros integrantes de los núcleos falangistas en lugares donde predominaba la juventud. La OJE -a pesar de las críticas que la hicieron por sucedáneo del Frente de Juventudes- Institutos de Secundaria y Facultades eran los lugares a donde se dirigía la propaganda del FES en busca de acólitos.
No faltaron las críticas de viejos falangistas para quienes la bisoñez de los integrantes del FES constituía la justificación del radicalismo de sus opciones. Los jóvenes falangistas replicaban arguyendo la vejez moral de quienes les criticaban, precisando que la edad cronológica no impedía sentirse joven y enorgulleciéndose de su papel de "aguafiestas iluminados", creyendo así dar la respuesta exacta que el falangismo joseantoniano les demandaba.
El FES hacía absolutamente suyas las palabras que el profesor Muñoz Alonso dejaba escritas acerca del sentido que este tema tenía para José Antonio, quien llegaba al extremo de considerar la política como una empresa de juventud. De ahí que se negaran sistemáticamente a admitir posturas que vinieran justificadas exclusivamente por la "mayoría de edad" de viejos falangistas, por muy respetable que pudiera ser su historia. Ahí estaba el caso de Hedilla al que desde las páginas de "Misión" se le replicaba con un artículo titulado "Gerontocracia, la coalición de los abuelos o el afán de mandar". Quedaba claro para el FES que no hacían falta para realizar la revolución española intermediarios de edad que frenaran los cambios. La fuerza de la juventud tenía capacidad de sobra para realizarlos. A esa situación de autosuficiencia, no era ajena la contemplación de que en la política española de oposición eran jóvenes quienes se mostraban más inquietos y algo similar ocurría con estallidos de repercusión mundial como el Mayo francés.
Pero aquella esperanza en la juventud quedaría escamoteada. Tal espejismo se vio a la postre desvanecido. Militantes falangistas que en su ardor juvenil habían prometido sacrificarlo todo, se veían imposibilitados a la menor renuncia cuando encontraban un trabajo o contraían matrimonio. No fue excepcional que la soflama revolucionaria durara un tiempo y a la larga pasara. No pocos acababan en grupos políticos más posibilistas, mientras que otros se metían en sus casas pasado el sarampión revolucionario que los había entretenido por un espacio de años.
Tal vez influyó en ello el exceso de idealismo del FES, difícilmente encajable con las aspiraciones y la personalidad de la juventud de su época. A pesar de contar con esos requisitos básicos inherentes a todo joven y teniendo muy en cuenta que el grado de compromiso pudiera ser mayor que el que hoy se da, es lo cierto que la "práctica juvenil" que se auspiciaba era radicalmente opuesta a lo que aparecía en el entorno. La separación de sexos, la dedicación total en la militancia y la aceptación de una exigente disciplina contrastaba con la incipiente "liberación" de esta "era del guateque".
El marco católico
Sin ambigüedad alguna se llegaban a declarar "católicos, apostólicos y romanos sin ninguna reserva mental". Desarraigar la espiritualidad falangista de los dogmas católicos podía conducir a una pseudorreligión" (86) que, si en principio pasara por buena, no tardaría en producir hedor y pestilencia". Se rechazaban posibles posturas de confusión mantenidas por sectores falangistas en la época republicana, en guerra y después de ella. Se trataba, evidentemente, de una decisión individual y voluntaria la aceptación o no de la doctrina católica para los falangistas. Había habido ejemplos de personajes agnósticos como Ledesma Ramos o Manuel Mateo, e incluso hay recogido algún caso aislado de repudio religioso lo que no deja de ser anecdótico (87).
De las tendencias menos religiosas de la Falange, y por lo que interesa a este estudio, estaba la de Ledesma Ramos, quien con su agnosticismo, llegó a contagiar a sectores falangistas muy posteriores, que veían la mordiente revolucionaria en el fundador de las JONS e intentaban identificar su "radicalismo revolucionario" con posturas poco religiosas. Conocidos como "ramiristas" estos sectores del falangismo contaron con la oposición radical del FES, quien a su vez recibía de ellos los improperios de "parecer más el Opus que de la Falange", la calificación de "meapilas" o el tachar a alguna de sus publicaciones de "hoja parroquial". El FES reivindicaba la conversión religiosa de última hora de Ledesma (88) y tildaba de inconsistencia y no falangista la postura de estos "feroces guevolucionarios", quienes fundamentalmente hacían gala de una de las constantes asignadas al fascismo: la del radicalismo verbal, y no resultaban novedosos pues a lo largo de la historia de la Falange ya habían surgido núcleos que se adscribían a Ledesma Ramos como el "auténtico revolucionario" de la ideología falangista. Los textos y la biografía de Ledesma se hacían con ópticas distintas según los intérpretes. Y aunque su figura fuera en ocasiones reivindicada por el FES, quedaba bastante apartado de su devocionario.
Bien es cierto que algunos años el FES convocó el 28 de Octubre por la tarde en el cementerio de Aravaca en homenaje a la figura del jonsista; pero pocas veces reivindicaba su pensamiento, y puestos en contraste con los de José Antonio triunfaban siempre los del segundo. Ledesma venía a ser el pensador de lo coyuntural y Primo de Rivera de lo permanente. Se llegaba incluso a acusar a Ledesma de haber diseñado en el terreno sindical un sindicalismo filofascista que la madurez de José Antonio había evitado. Confería competencias el primero al Estado, mientras Primo de Rivera potenciaba el valor del sindicato como cauce orgánico de representación política. Otras figuras señeras de la Falange primitiva tuvieron poca atracción para el FES.
Erguidas en el panteón de ilustres predecesores rara vez se echaba mano de sus escritos. La utilización parcial de sus figuras podía ver positivo el declarado catolicismo de Redondo o la fidelidad hacia Primo de Rivera de Ruiz de Alda, pero poco más se reivindicaba de aquellas personas.
El asunto de las relaciones entre la Iglesia y el Estado lo tomaba el FES partiendo de su esquema ideológico, plenamente joseantoniano, esto es, aceptando el magisterio de la Iglesia y teniendo por válido el planteamiento que se realizó durante la época republicana y que significaba la no interferencia en asuntos políticos concretos por parte de la Iglesia y de sus formaciones y, en contrapartida, la no intervención del Estado en asuntos propios de la vida de la Iglesia.
La norma programática 25 de Falange Española (89) planteó problemas de conciencia para algunos militantes falangistas que aprovecharon la ocasión (caso del Marqués de la Eliseda) para abandonar la asociación política escudándose en el mencionado principio. El estudio pormenorizado de lo que significaba tal norma ha sido estudiado por Cecilio de Miguel en su libro El pensamiento religioso de José Antonio concluyendo ser admisible para la Iglesia el sentido de separación allí expresado (90).
La postura de la Falange hacia la Iglesia había sido de sumisión en el terreno ideológico-moral y de separación de funciones en el político. Ya durante la guerra civil española y en los primeros años de la conflagración mundial se asistió a una lucha entre los sectores más totalitarios del partido y la jerarquía de la Iglesia católica, que acabó con el sometimiento de la Falange a las imposiciones eclesiales (91). Desde los primeros tiempos las organizaciones del régimen consideradas más falangistas contaron con el claro influjo de la Iglesia católica en sus presupuestos ideológicos y también con la participación de religiosos en sus quehaceres. En las formaciones juveniles y en los sindicatos existían asesores religiosos; la moral católica era asumida y estudiada en las parcelas más azules del régimen (92).
Todo ello no fue obstáculo para la antipatía hacia la Falange de prelados como Segura o Pla y Deniel y el apoyo de otros como Eijo y Garay. En las filas de la organización más falangista del Régimen, el Frente de Juventudes, se vivía un clima religioso aunque en modo alguno clerical, y las inclinaciones políticas más vaticanistas no eran precisamente juzgadas con benevolencia. Asimismo hubo motivo de discordia en la competencia que en el terreno juvenil planteaban organizaciones religiosas y que representaban el único contrapunto al monopolio de organización de jóvenes que suponía el Frente de Juventudes.
Si la Iglesia española mayoritariamente era una institución jerarquizada y muy proclive al pacto con la derecha, los tiempos y el Concilio Vaticano II habían dado lugar a una situación bastante alejada de la conocida en el periodo fundacional de Falange.
En la Iglesia española a partir del año 65 se vivió una época de renovaciones en la liturgia y en las estructuras internas. Esta época de cambio fue también de crisis en donde la vitalidad de la Iglesia tendió a buscar un camino distinto al seguido hasta entonces. Posiblemente se hacía también presente una dosis de oportunismo que apostaba al desenganche hacia un Estado del que había recibido mucho, pero que carecía de futuro.
La Iglesia, pilar fundamental del régimen del general Franco, necesitó crear un contrapunto de apariencia liberal frente a las posturas más autoritarias de otros sectores, fundamentos del régimen, como ocurría con la Falange. Pero la Iglesia no era una entidad monolítica. Tres compartimentos bien definidos se alzaban en la década de los sesenta: un sector mayoritario de la Iglesia plagado de inmovilistas, aunque presentara diferencias entre sus máximos responsables; una espiritualidad vivida por un sector de católicos, algunos de los cuales empezaban a tener gran importancia política en España agrupados en torno al Opus Dei y unas minorías eclesiales. muy activas, renovadoras, y en las que se frecuentaba una aproximación a posturas izquierdistas (93).
Para el FES resultaba de una claridad meridiana, como ya ha quedado expresado, que los fundamentos del pensamiento falangista pertenecían a la filosofía católica y que la revolución que habría que hacer en España sólo era posible con la aceptación de sus presupuestos espirituales.
El pensamiento de José Antonio y el magisterio de la Iglesia eran, según decía el FES, las fuentes que utilizaba para fijar su postura. Se pedía, en consecuencia, la independencia de ambos estamentos vía complementariedad. La Iglesia no debía intervenir en asuntos políticos concretos de forma partidista, sus organizaciones laicas como la A.C., si adoptaban esa forma de participación quedaban expuestas a la "respuesta contundente" tal y como anunciaba el FES en sus publicaciones. El Estado tampoco debía inmiscuirse en cuestiones internas de la propia Iglesia como ocurría con el histórico Derecho de Presentación, que el régimen se obcecaba en mantener.
La concesión mutua de privilegios hacía que la Iglesia hubiera obtenido el control de las conciencias y una fuente de saneados ingresos a los que tampoco parecía dispuesta a renunciar. Para el FES la lección de 1936 no había sido aprendida aún por el aparato eclesiástico, aferrado ahora como antes a los bienes materiales.
La visión del clero no era precisamente optimista. Entre sus elementos encumbrados no eran excepcionales los casos de maquiavelismos y soberbias, ni las intromisiones en campos que les debían ser vedados, como el de la participación política. Esa actitud que, aliada a los poderosos, había hecho alejarse a muchos humildes del entorno de la Iglesia antes de la guerra, tenía su continuación con la participación de obispos en la trilogía del poder provincial que constituían ellos, los gobernadores civiles y militares.
Junto a este clero encumbrado había también un clero humilde, testigo de las atrocidades de la contienda y que había tomado partido por el nuevo Estado, frente a ellos un clero joven que no vivió la contienda y que criticaba a sus superiores desde actitudes que para el FES significaban un abandono de su condición sacerdotal.
Un clero en suma que, apoyando al Estado o estando en contra de él, se interfería en apartados concretos que, desde la concepciones del Frente, se alejaban de lo que tenía que ser el verdadero sacerdote. El único camino posible para recobrar la "dignidad perdida" consistía en la renuncia voluntaria de las prerrogativas adquiridas.
Había generado esa situación de privilegio una triple causa: la costumbre, el Concordato y la cesión dada por las autoridades civiles. Jurisdicciones especiales y la exención del servicio militar eran dos privilegios con urgente necesidad de ser abolidos, ampliable, en lo que a la mili se refería, a aquellos sacerdotes que hubieran abandonado su ministerio. Este tipo de sacerdotes, a los que el FES concedía una calificación próxima a la del "renegado", habían contraído una deuda con el Estado, al haber gastado éste en su formación unos recursos que se habían visto sin la contrapartida esperada. Íntimamente emparentada con esa postura estaba la cuestión del celibato sacerdotal, caballo de batalla de los sacerdotes secularizados. Opinaba el FES que el celibato era bueno para los curas y que aquellos que habían incumplido un sacramento difícilmente podrían cumplir otro -el del matrimonio- de mayor complejidad. Abogaban por una mayor utilización en funciones hasta entonces propias de los sacerdotes, de los seglares casados, de la promoción del diaconado, olvidado por la Iglesia española hasta tiempos muy recientes.
Si la renuncia sacerdotal era un aspecto criticable por lo que conllevaba de traición a un compromiso adquirido, la falta de dedicación al ministerio sacerdotal tampoco era admisible. No se trataba de las consabidas críticas de los sectores de derecha al que ejercía de albañil, al sacerdote-obrero; la crítica era global hacia todos los que buscaban una actividad distinta a aquella que les era consustancial con su estado y no por la nueva dedicación que se ejercía sino por el abandono del ministerio. Entre esos abandonistas estaban también los sacerdotes dedicados a la enseñanza, en los que apenas reparaban quienes desde otras instancias criticaban a los sacerdotes obreros, porque lo que verdaderamente molestaba a las capas más reaccionarias era el compromiso que este nuevo tipo de sacerdote tenía con opciones próximas a la izquierda.
La enseñanza en los niveles secundarios constituía un casi monopolio de la Iglesia, que actuaba como subsidiaria del Estado y obtenía la recuperación del prestigio social y la consecución de pingües beneficios económicos; pero la Iglesia había equivocado su papel. Los intentos de sacar a los niños de la golfería, primer móvil de la dedicación eclesial para crear escuelas se veían contestados -con algunas valiosísimas excepciones con la instalación de colegios para clases acomodadas. La educación religiosa de las masas había sido un auténtico fracaso, formando generaciones carentes de espiritualidad y además, la Iglesia estaba actuando en su postura de patrón empresarial con absoluto desprecio hacia sus subordinados. No había lugar para el aplauso sino todo lo contrario y hacer esa crítica era una exigencia más del compromiso con el catolicismo que asumía el FES.
En consecuencia, para luchar contra la relajación del clero, se veía positiva la supresión de privilegios como exenciones fiscales o jurisdicción particular. Los bienes disponibles por parte de la Iglesia seguirían perteneciendo a ella condicionados al cumplimiento de una función social, en caso contrario habría que acudir a la incautación. El Estado debería controlar esos bienes para impedir su libre enajenación y, adelantándose en el tiempo, se pedía que la jerarquía eclesiástica decidiera, con el control estatal, si deseaba que el clero viviera de la caridad pública o impusiera el Estado a los ciudadanos católicos el pago de un impuesto.
Se acoplaba el FES en lo referido a la doctrina a los cauces más tradicionales de la Iglesia católica, mientras que en el aspecto relativo al poder social que la Iglesia podía tener apuntaba soluciones mucho más progresistas.
De entre las formaciones integrantes de la Iglesia católica por el papel que desde finales de los 50 representaron en la sociedad española y por las controversias habidas con la Falange hay que prestar atención preferente al Opus Dei. El enfrentamiento de falangistas con el Opus Dei era un viejo asunto que se ponía más de manifiesto ahora, cuando hombres vinculados a la Obra ocupaban puestos en el gobierno. No resulta extraño que hable Hermet (94) de multiplicidad de grupos de "falangistas de izquierdas" cuando el ascenso de los opusdeístas. Pero tal planteamiento al FES le resultaba inválido y efectivamente lo era. La crítica contra el Opus Dei no se hacía por competencia de ocupar puestos en la Administración (a los que nunca optó el FES, ni por defender el sillón de francofalangistas a los que se criticó suficientemente su gestión ministerial) sino por entender, con evidente error de apreciación, que esa organización religiosa había fracasado. Así, no resulta acertada la consideración de Ernest Milá acerca de que "El FES fue el enemigo jurado del Opus Dei al que vio siempre como la vanguardia confesional del capitalismo y como la bestia negra de la Falange..." (95) porque si hay mucho de cierto en cuanto a lo primero, para el FES quedaba claro que la lucha por el control de los resortes del poder se hacía entre miembros del Opus y francofalangistas a los que el grupo falangista criticaba y despreciaba como elementos falsificadores de la verdadera Falange.
La sociedad, espiritualmente enferma y con graves deficiencias materiales, había sido dirigida por jesuitas, propagandistas católicos u hombres del Opus; estos últimos tenían la doble misión de santificar a sus miembros y hacerlo con la sociedad. Su doble objetivo era considerado de estrepitoso fracaso. Juzgaba el FES al Opus Dei poniendo su atención en aquéllos que intervenían en política, como si fueran la parte visible de una organización dedicada a la política que favorecía a grupos y personas relacionados por su pertenencia a la Obra. Tal planteamiento, que podía pecar de parcial, encontraba su justificación en el acoplamientos a modelos capitalistas que políticos tecnocráticos impulsaban. Los principios doctrinales del FES rechazaban aquella transformación que se alejaba de su utópico proyecto.
La crítica que se realizaba entraba más en las consideraciones éticas que políticas, eso al menos se desprende de los razonamientos hechos en las publicaciones del grupo falangista sobre el tema. Resulta curioso, por otra parte, que en las filas del grupo falangista se estableciera como libro de cabecera un texto al que casi todos ven en su forma y por su función con claros influjos del Camino de Monseñor Escrivá de Balaguer.
Concluyendo podríamos decir que el molde elegido era puramente joseantoniano, que al analizar cualquier situación se requería del pensamiento de Primo de Rivera y sobre todo que se buscaba el "estilo" del falangista, desvirtuado durante el paso de los años por las traiciones y por el sentimiento acomodaticio que había acompañado el transcurrir falangista. Aquello semejaba más el intento de una orden religiosa que un partido político.
Curiosamente relanzaban y vivían el catolicismo inherente a su doctrina, lo que podía resultar chocante con otras actitudes presentes en la historia de la Falange. El idealismo del grupo, en el que predominaban los jóvenes, les hacía vivir la política como una obligación de servicio hacia la construcción de una sociedad nueva, entendiendo ésta con los parámetros propios de la juventud. Sin embargo tales pensamientos tenían fuertes barreras que vencer porque la juventud de los sesenta y setenta no se encontraba motivada precisamente por las ideas que proclamaba el FES.
Tal contraste con la realidad replegaba al FES por doble partida. Con otras actitudes falangistas le hacían suponerse algo aparte, y el choque de sus postulados con la realidad les arrinconaba socialmente porque era tremendamente difícil esparcir su mensaje y además porque sus hábitos no eran, desde luego, los imperantes.
De ese doble repliegue -solos contra todos- nacerá una sensación de incomprensión, una lucha en el vacío en la que nos atreveríamos a hablar del carácter marginal -con todo lo que la tal palabra significa- que acompañará la historia del FES.
Los sectores en donde mayormente podía significarse un grupo político eran el obrero y el estudiantil, ambos frentes constituyeron la franja de vanguardia en la lucha contra el régimen, y por supuesto una opción transformadora, dinámica, había por fuerza de dirigir sus invectivas contra el inmovilismo institucional y muy en particular contra la antigualla del Partido único, al que interpretaban como falsificador de la Falange.
El movimiento obrero
Fue en 1963 cuando Ceferino Maestú publicaba un folleto de título La Falange y los Sindicatos obreros" en donde, tras repasar el sindicalismo falangista republicano, hacía una llamada a la esperanza (96). Se desempolvaban los rancios sabores, ya olvidados, del obrerismo jonsista, se apostaba por conseguir un estado de justicia social alejado de posturas acomodaticias, y se expresaba la voluntad de competir revolucionariamente con otros movimientos obreros. Si en la historia reciente tales presupuestos se habían dado ¿por qué no ahora?
La estructura económica del país era capitalista sin paliativos. El régimen había ido abandonando en el camino lo que de sindicalismo falangista pudiera haber tenido. Persistían tan sólo ciertos substratos legales y un vocabulario tópico. Los tiempos de las movilizaciones sindicales por parte de la Falange quedaban lejos, no atravesaban el umbral de los años inmediatos de posguerra con los intentos del falangista Salvador Merino que asustó a empresarios, Ejército e Iglesia y que fue convenientemente purgado, a pesar de lo cual resulta curioso que esta alternativa falangista no reivindicara la figura del antiguo Delegado de Sindicatos. No se establecieron nunca puentes de entendimiento con ningún ministro falangista que hubiera desempeñado jefatura en los sindicatos del régimen, parcela tradicionalmente considerada del dominio azul.
El FES juzgaba mala la situación de los trabajadores. Su participación en la renta nacional había descendido. La realidad agraria merecía el calificativo de "desesperada" para algunas zonas. Constituían los factores más degradantes un paro que afectaba a 600.000 personas y dos millones de emigrantes. Junto a esta realidad, y viviendo de ella, estaba el capitalismo y por la Falange, que multiplicaba sus beneficios sin mejorar siquiera las condiciones de vida de sus trabajadores.
Se efectuaba una crítica que perfectamente podía haber sido asumida por cualquier integrante de la oposición de izquierdas. No existía el mínimo alborozo por las realizaciones del régimen por parte de esta Falange que intentaba conseguir prestigio entre las filas de los trabajadores. Las menciones al obrerismo jonsista-falangista servían de autoconvencimiento, de generadoras de ilusiones, aunque bien sabían estos utópicos falangistas la escasa fuerza real que entre los obreros había tenido la Falange.
Sin la parafernalia al uso, pero de claro contenido falangista en su sustancia era la revista Sindicalismo, del año 64, obra de Maestú, con tan solo cinco números publicados, que era repartido en núcleos obreros y en bocas del metro madrileño. Su distribución en la zona obrera de Villaverde fue juzgada por la organización de éxito al haberse vendido 1500 ejemplares en un par de horas. Si bien era Maestú el ideólogo de la publicación, no cabe duda que allí se expresaba el contenido sindical de aquel incipiente núcleo falangista.
Las diez cartas de Hillers, Carmena e Izquierdo dirigidas a mandos de la OJE, mostraban una acusada sensibilidad sindical en las críticas que se ejercían a los ministros de Trabajo o Comercio y en la necesidad imperiosa de que surgieran sindicatos falangistas (97).
Fue también el año 64 quien presenció la creación, en dependencias del Movimiento, del Centro Social Manuel Mateo. Allí se reunían Camacho, Ariza y otros militantes del PCE en esta primera etapa de Comisiones Obreras, ocultando su identidad bajo la de socialdemócratas. También frecuentaban el local falangistas disidentes como Maestú, Perales o Fernando Pérez Garijo. Primitivos contactos quedaron rotos a propósito de los distintos criterios sindicales en torno a un grupo de jurados de empresa; esta fue la causa inmediata. Las ideologías, tan dispares entre unos y otros fue la raíz del desacuerdo. Ceferino Maestú había acudido con la siglas UTS (Unión de Trabajadores Sindicalistas) a la creación de la Comisión de los 16. Había una gran esperanza en canalizar la lucha obrera por cauces falangistas, pero pronto cundió el desánimo. Maestú abandonará el movimiento falangista, posiblemente convencido de que era inútil una "oposición falangista". El relevo en el incipiente obrerismo se hará con las siglas FNT y como inspirador de ese Frente Nacional de Trabajadores actuará el histórico falangista disidente Narciso Perales Herrero.
El contacto con la Organización Sindical quedaba descartado, a lo que no era ajeno el franquismo medular de los falangistas allí colocados. Si se pensaba que el Movimiento y la Organización Sindical eran las dos grandes armas de opresión de los que se servía la plutocracia resultaba un tanto forzado cualquier intento de comprensión hacia el sindicalismo del régimen.
La negativa a integrarse en los circuitos del sindicalismo oficial, considerado de extremada corrupción, aun cuando se tuviera por parcela falangista, les llevó a pedir la abstención en las elecciones sindicales de 1966 (98). Esta petición de boicot a las elecciones, junto a la crítica sobre el nuevo salario mínimo se hicieron en un panfleto de septiembre del 66 en el que ya aparece la dextrógira, más tarde símbolo del FSR profusamente utilizado.
¿Qué pretendía el FNT? Crear un sindicato único, libre, representativo y obligatorio, y luchar por la desaparición del capitalismo. Se creía en una sociedad con banca de la nación, en la que los servicios públicos fueran lo que su nombre indicaba y donde la propiedad de tierra y empresa fueran de los que las trabajaban. Tal declaración de intenciones suponía desde luego compartir planteamientos izquierdistas al menos en el constructo teórico. El grado de utopía era enorme, pero entonces aún se vislumbraban alternativas de transformación radical al sistema capitalista.
Participaron estos falangistas en los comités de empresa de la Standard-Marconi, haciendo gala de un lenguaje mimético del de la izquierda: "¿Por qué hemos de ser los trabajadores los que suframos las consecuencias? !Que inviertan los millones de pesetas repartidos como botín del robo de nuestro sudor en solucionar la crisis." La asimilación izquierdista no sólo era en el lenguaje y fue también utilizada, de vez en cuando, en el análisis teórico. La distinción entre trabajo, fuerza de trabajo y remuneración, eran usadas al hablar del engorde del capitalismo al lado de los raquíticos salarios mínimos que decretaba el gobierno.
Al examinar la postura que manifestaban en esta época surge la duda de si este maximalismo verbal podía amparar situaciones conservadoras cuando no reaccionarias, pero difícilmente esto puede ser aceptado cuando siempre hubo la negativa sistemática a imbricarse en el sistema y, desde la extravagante trinchera de lucha escogida, se iban condenando a convertirse en un grupo marginal.
Con el nombre de Falange Nueva se lanzó propaganda en contra de Solís, "el Delegado Nacional de Sindicatos que no son sindicatos", a propósito de la fijación del salario mínimo. La utilización de ese nombre, que parecía responder al sentir de estos falangistas disidentes como contraposición a la vieja
Falange del Movimiento, pronto se dejaría de utilizar porque parecidos términos utilizaban, o con ellos se definía, a quienes relanzaban la ideología fascista en otras partes de Europa.
El FNT cambiará su nombre, para hacer más vendible la mercancía por el de Frente Sindicalista Revolucionario. Según Ellwood es el 66 el año del abandono de Perales y de otros militantes por el autoritarismo que, según decían, imponía Hillers en la organización. Otros datos sugieren que la marcha de Perales ocurre en el 67. Fue en Abril de ese año cuando el FNT denunciaba "a todos los estudiantes" la miseria del convenio de la banca, la opulencia de los beneficios de los banqueros y les convocaba a una manifestación ante el cine Carlos III de Madrid en donde se habría de celebrar una Junta de accionistas. Consecuencia de aquella concentración fue la detención del dirigente del FES Antonio Hermoso Trigo.
Presenciaba el año 67 el final de los escarceos de la Falange alternativa, con organización propia, en el mundo del trabajo. No faltarán a partir de aquel año, desde las publicaciones del FES o mediante charlas de miembros del grupo, la crítica económica y social junto al esbozo de soluciones. Particularmente en lo que tocaba a la promoción cultural de los trabajadores y en el acceso a la universidad de los mismos, en donde el FES reclamaría al gobierno "medidas de excepción" para lograrlo.
Los sucesos de Octubre del 70 en Granada, que produjeron tres muertos, contaron con la participación falangista (que con las siglas FES acude, al haber desaparecido el sector laboral de la organización) llegando incluso a acusar tanto al gobierno como al PCE de reprimir la huelga general convocada para el 21 de Octubre. Fueron precisamente los sucesos de Granada, los últimos en donde la organización participaba como tal en movilizaciones de trabajadores.
El combate en el sector obrero era muy duro. Experiencias personales de militantes sindicalistas falangistas, víctimas de la represión empresarial, que quedaron en el más absoluto desamparo, unido al escaso eco que entre los trabajadores tenía la protesta de este signo, fueron causas que llevaron a desistir de la lucha en este frente, si bien hubo esporádicos intentos de acción sindical obrera, bajo las siglas F.T.S., Frente de Trabajadores Sindicalistas, e incluso, en Galicia, se hizo propaganda bajo el nombre de un episódico F.L.S., Frente de Labradores Sindicalistas.
Aunque se sometía a dura crítica al sindicato vertical, complejo burocrático y controlador, no se demandaba abiertamente la libertad para la organización de sindicatos: pesaba la ambición de unidad sindical. Desde Resurgir se manifestaba una postura equidistante tanto del sindicalismo oficial como de las peticiones de libertad sindical que entonces reclamaban Tierno, Laín o Ruiz Jiménez entre otros.
Si algo se acusa con claridad es la escasez de recursos, indispensable para acometer una tarea sindical de algún fuste, y cierta falta de definición, en un sector donde los planteamientos concretos, de aquí y de ahora, no se producían con la nitidez deseable, alzando como banderín de enganche utópicos objetivos compartidos por la izquierda más radical, que ciertamente no alcanzaron el éxito.
El movimiento estudiantil
De mucha mayor importancia será la entrada en el campo estudiantil, fundamentalmente en la Universidad. El SEU, convertido en una estructura burocrática alejada de cualquier sentido reivindicativo, significaba un acicate en la recuperación del modo de ser del primitivo sindicato de tiempos de la República. El FES entendía que era el eslabón que enlazaba con el SEU republicano. En aquella organización se buscaba la razón de ser de este nuevo movimiento. La entidad de control que con el mismo nombre aparecerá en la Universidad española después de la guerra era la antítesis del sindicato falangista. Su carácter monopolista y controlador, dirigido por el Estado, cercenaba las aspiraciones que otrora tuvo. El giro producido, que conllevó la muerte del sindicato puede seguirse a través de las obras de Jato Miranda, Chueca o Sáez Marín (99).
Fue el 1 de Abril de 1964 cuando el FES hizo su acto de aparición mediante un manifiesto dirigido a los estudiantes, en donde analizaba la situación de la Universidad, criticaba lo que consideraba vicios de la misma, reflejo de la sociedad española, y señalaba cuál era el derrotero que había que seguir (100). Por aquellos tiempos, la destrucción del SEU era el común empeño de los distintos grupos universitarios con independencia de las diferencias existentes entre ellos.
Para el FES, el SEU no tenía razón de ser. Desde el Congreso de Estudiantes del 53 había un generalizado desencanto en el estudiantado hacia el sindicato, pero su desaparición no significaría el fin de los problemas universitarios. "No basta con desplazar al SEU y sustituirlo en su papel de "botones". En un orden de prioridades el Ministerio de Gobernación y el de Educación estaban por encima de la Secretaria del Movimiento. El SEU era inservible, debía ser atacado desde posiciones falangistas por su carácter usurpador y falsificador del SEU primitivo, pero los problemas universitarios eran mucho más profundos. El tiempo vendría a dar la razón a la postura del FES. La propia parcela de representación del estudiantado se encontró, después de la separación de facultades del SEU, con prohibiciones de la autoridad académica y expedientes, lo que demostraba que el problema no se solucionaba con solo la desaparición del sindicato.
Confirmaba el FES su postura de adjudicar al SEU un papel de completa subordinación a los Ministerios ya citados, cuando se produjo el cese de Daniel Regalado en el mes de Noviembre del 64 como Jefe del SEU. Una crítica razonable motivó la petición de su cese por parte de los catedráticos, que fue cumplida porque aquel organismo era una pieza de enlace, un organismo administrativo de control del gobierno hacia los estudiantes. Ni siquiera los intentos "desde dentro" como el de Regalado, que según David Jato, trataban de convertir al Sindicato en aguafiestas del conformismo, tuvo el menor éxito (101).
La solución de los males universitarios tendría su remedio con las medidas que el FES propuso a lo largo de su existencia y que se resumían en: Un Estatuto del estudiante que reflejara sus deberes y derechos; un sindicato único, libre, democrático y representativo; la abolición de la cátedra vitalicia con el control en cuanto a la calidad y objetividad calificadora del profesorado; y el acceso de los trabajadores a la universidad.
Naturalmente el FES quería asumir el papel de sindicato estudiantil con las características expresadas (102), evaluador de la enseñanza de los docentes y de sus exámenes y valedor de la libertad de movimiento de los alumnos. Las secciones universitarias de otras formaciones hacían, en opinión de los falangistas, planteamientos políticos que desvirtuaban su posible validez como aglutinantes sindicales del estudiantado. El cambio necesario en la universidad posiblemente era compartido por personas de distintas opciones políticas, por ello la pertenencia al FES no conllevaba la militancia política. Tal planteamiento, copiosamente expresado, resultaría a la postre inválido. Los acontecimientos internos producidos en la organización y los externos a ella, es decir, la radicalización política de las minorías actuantes, acabarían por condenar al FES al abandono de su postura sindical primitiva y a ser un grupo estrictamente falangista y que utilizaría esas siglas como marchamo para cualquier tipo de actuación. Una vez más se planteaba la contradicción entre el proyecto teórico de aquel grupo y los acontecimientos que condicionaban sus expectativas hasta el punto de cambiarlas.
Los problemas por los que atravesaba la universidad en Febrero del 65 se analizaron de "violencia, arrestos y multas", pidiéndose la destitución del responsable de la brutal carga del 24 de febrero, la libertad de los detenidos y la condonación de multas, la reintegración de los profesores expedientados y la abolición del Estatuto Ordenador de la universidad de 1943 (103).
En la Asamblea del 22 de Febrero el FES proponía no atacar sólo al SEU sino y sobre todo hacerlo con ese Estatuto ordenador. Tal postura fue apoyada por la UED; esta organización de carácter democristiano contaba con cierto respeto por parte del FES, mientras que las relaciones con la FUDE eran de enfrentamiento; para ésta, cuya actuación era tachada por los falangistas de violenta, la disidencia falangista era una "Falange de izquierdas", pero aun así manifestaban que "El falangismo no interesa en ninguna de sus formas".
La necesidad de continuar la lucha contra la represión del Estado era ya una necesidad moral:" pensamos que es inmoral una vuelta a la normalidad por nuestra parte dejando en la estacada a compañeros y profesores que han sido multados y expedientados". La agitación era necesaria para hacer llegar a la sociedad el estado del malestar universitario agravado por las detenciones de estudiantes.
En Octubre de 1965 hizo su aparición en Valencia una Central Valenciana de Estudiantes Sindicalistas, afín al FES. Sus puntos programáticos referidos a la Universidad eran idénticos y se produjo la integración en el grupo falangista. Algo similar ocurrió con los miembros de las Falanges Universitarias de Navarra que, integradas en el FES, hicieron suyo el deseo de separación entre la Falange y el Movimiento.
También por entonces dirigía el FES una carta al Ministro de Educación en donde denunciaba la situación por la que atravesaba la Universidad, el trato a los universitarios considerándolos "párvulos" y la nula receptividad que, propuestas estudiantiles cursadas a través del SEU, habían tenido en el Ministerio de Educación.
La mala calidad de la universidad era machaconamente repetida en los análisis del FES. El profesorado adolecía de una mala preparación y hacía negocios con sus apuntes; los planes de estudio eran largos y acientíficos, la enseñanza se realizaba sin prácticas y había falta de medios materiales. Era preciso conseguir "una revolución universitaria contra una universidad prehistórica", de ahí que con insistencia se reclamara la elaboración de un Estatuto del estudiante, marco del quehacer estudiantil.
La época del Sindicato Democrático, contó también con la participación del FES, miembros del grupo fueron elegidos delegados en algunas facultades, aunque la extensión a todo el estudiantado no llegó a producirse nunca. Construir un sindicato seguía siendo la exigencia vital de los estudiantes. Un sindicato independiente ya que ni el SEU ni la prolongación artificiosa de las APEs podían encauzar los anhelos de reforma.
En el año 67 denunciaba el FES el traslado del selectivo de la Facultad de Filosofía a Aravaca y la reestructuración de estudios de la Escuela de Graduados Sociales; pero no tan solo la Administración era objeto de crítica: hay denuncias del FES contra el absentismo de los elegidos en alguna facultad, como ocurría en la de Ciencias Políticas.
Fue en el mes de Abril cuando el FES convocaba a la huelga en protesta por el juicio que contra representantes del Consejo de Distrito de Barcelona se iba a celebrar. El "sistema opresor" juzgaba a quienes lo único que hacían era pedir un sindicato; aunque la estrategia de protesta que se debía utilizar era la de no sacar el conflicto del ámbito universitario. La "represión del sistema capitalista", perfectamente organizada, hacía inútil acudir con el problema a la calle; era en la universidad precisamente donde había exigencia de dedicación.
Dos importantes documentos ven la luz en este año de 1967. Por un lado la Proclama a la Universidad española que lanza la Junta Nacional Ejecutiva reunida en Valencia y por otra parte el Manifiesto a las Juventudes de España. El primero de ellos denunciaba el estado de la universidad española como reflejo de la situación social:"el pueblo español padece el chantaje de la tranquilidad y desarrollo". La universidad presentaba las características de coto cerrado por intereses de la minoría dominante que atraerá a sus filas a los universitarios que no fueran capaces de romper con esa situación circunstancial de dependencia. Carencia de humanismo, "catedráticos vendidos al capitalismo" e inexistencia de una necesaria autonomía completaban el panorama de desaliento que para el FES reunía la universidad española.
El Manifiesto a las Juventudes de España era un llamamiento a la militancia política de la juventud española. Con un título de claros recuerdos jonsistas, insistía en la necesidad cristiana del compromiso político ante la realidad nacional, juzgada en tono pesimista. Quedaba claro que las acciones de estos falangistas estaban al margen de cualquier coordinación con los sectores de izquierdas que en Octubre del 66 habían decidido la Reforma Democrática Universitaria y la creación de una organización sindical que la posibilitara.
El ambiente que se vivía en la universidad madrileña durante el año 68 era de tensión. Incapaz de solucionar los problemas universitarios, el Ministerio de Educación cerraba la universidad madrileña con la consiguiente protesta de los grupos universitarios, entre ellos el FES. Control policial suponía la creación de la policía universitaria, también enérgicamente rechazada por los falangistas. Estos convocaban para el 1 de Marzo a la manifestación que ante el Ministerio de Educación se iba a realizar para protestar contra la política represiva materializada en sanciones y en la existencia de policía dentro del recinto universitario. Comenzaban en esta época los inicios de reforma educativa que el tecnócrata Villar Palasí, vinculado al Opus Dei, intentaba realizar en España. Se juzgaba el intento de "liberalismo trasnochado". Asimismo el FES se manifestaba contrario a las Asociaciones de Reforma Universitaria porque significaban también el control del estudiantado.
La crítica contra la reforma educativa ponía en el bando opositor tendencias que no eran homogéneas. El paso del tiempo ha valorado positivamente la emprendida en el 70 en donde se adecuaba en parte el sistema de enseñanza a la realidad económica que en España se daba; pero el dogmatismo de las formaciones políticas no podía aceptar aquello porque el capitalismo podía ser vencido.
En aquellos tiempos, tras la reflexión teórica realizada años antes, los distintos grupos universitarios opositores, y principalmente los colocados a la izquierda, obtenían como consecuencia que el enemigo a derrotar era el capitalismo en su conjunto y no tan solo el régimen de Franco.
El contagio de la rebeldía estudiantil había hecho mella también en la organización. Resulta significativo el relato que Juan Fernández Krohn, entonces militante del FES y "célebre" años más tarde por el atentado contra Juan Pablo II en Fátima, hacía a propósito del recital de Raimon en la universidad madrileña el 18 de Mayo de 1968 (104). Precisamente el vigésimo aniversario de aquel acto sirvió a dos ex-líderes estudiantiles para exponer sus controversias en el diario El País haciendo mención expresa y distinta valoración del grupo falangista (105).
Los universitarios falangistas elaboraron un Proyecto de reforma universitaria en donde daban cuerpo a planteamientos ya conocidos: necesidad de compromiso político y sindical, pero deslindando campos; necesidad de un estatuto con deberes y derechos; racionalidad y dignificación de las distintas categorías profesionales de los profesores; acceso de los trabajadores a la universidad y de sus hijos rompiendo los compartimentos estancos culturales que existían.
El FES se había extendido por provincias. Valencia, Granada, Asturias, Bilbao, Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Santander, La Coruña, Santiago de Compostela, Málaga, Alicante, Murcia... contaban con militantes de la organización.
Había comenzado a actuar ya en algunos Institutos madrileños de Enseñanza Media la sección correspondiente del FES para estos niveles conocida como el "FES de Bachiller". Intento de vivero que preludiaba la extensión del radicalismo político estudiantil a los centros de Medias en los años 70. Aquella organización, que gozaba de cierta autonomía para su funcionamiento realizaba reuniones semanales en un local próximo a Tirso de Molina conocido como "El Sotanillo". José-Alberto Ojeda, López Créstar y José Maria Aznar eran los principales animadores de aquellas charlas o reuniones. El último de ellos escribía una carta al diario SP el 1 de Junio de 1969 marcando la distancia y la elección por una Falange alternativa no encuadrada en el Movimiento nacional: "Yo como joven, y habiéndome llegado un ejemplar de las Obras Completas (de José Antonio), ya he tomado mi decisión, que usted ya habrá adivinado".
Continuó la actuación universitaria aunque cada vez con menor fuerza. A la propuesta de Díaz Hotleichner sobre aportación de sugerencias para su Libro Blanco de reforma educativa, el FES envió su vieja idea de acceso de los trabajadores a la universidad sin la necesidad de tener que cursar el bachiller. La idea, que según parece tuvo acogida favorable, no se desarrolló conforme a las pretensiones del FES; algo similar ocurrió con el proyecto de estatuto del estudiante.
La multiplicación de grupos de la izquierda no sujetos al Partido Comunista y la intención de evitar el desviacionismo que se podría estar dando, hizo que poco a poco el FES comenzara un repliegue en su actividad universitaria, reduciéndose cada vez más a cerrarse en su papel de grupo falangista y a dedicarse en sus actividades al mundo de los que con ellos participaban de una estética y de un ritual. Posiblemente el error, en la dimensión estratégica de este conglomerado político estuvo ahí. No supo o no pudo dar el paso adelante para desengancharse de raíz de las otras falanges. Desde al año 70 disminuyó el número de panfletos dedicados al tema estudiantil y el discurso del FES se centró en temas más políticos y en el mundo de la Falange. Fenómeno similar atraviesan otras organizaciones que se centraban más en lo que era propiamente la lucha política buscando respuestas a un régimen, que por la edad de su creador y mantenedor principal parecía ya -después de muchos años de repetir que se hundía- un viejo armatoste con pocas posibilidades de recambio.
No obstante el FES continuó su denuncia ante los métodos utilizados por la "oligarquía nacional" de reprimir al mundo del trabajo y a los universitarios; prueba de ello era la matriculación de inspectores de la Brigada Político Social en las facultades universitarias y la financiación y asesoramiento de grupos de extrema derecha como AUN. Denunciaban las medidas del numerus clausus o a las anulaciones de exámenes, pero la participación en la agitación estudiantil ya no era lo que fue.
Como actos más destacados estuvieron la confección de un estudio, ampliamente difundido, sobre los problemas de la sanidad en España, aprovechando el conflicto de los estudiantes de Medicina en el periodo 69-72, y la respuesta del FES ante la posible refundación del SEU. De marzo del 72 procede el estudio sobre la sanidad en donde se realizaba un serio análisis sobre el plan de estudios de Medicina, relacionándolo con la estructura sanitaria española y la industria farmacéutica. Se aportaban posibles soluciones ante el caótico mundo de la sanidad española. Hacia el mes de Octubre se inició una amplia campaña contra los intentos de resucitar el SEU, idea relanzada por el Capitán General de Cataluña, Pérez Viñeta, y secundada por los periódicos oficiales, fundamentalmente Pueblo. El FES anunciaba que "cualquier intento de montar o refundar aparatos de control estatal o SEUdosindicatos, máxime si se utiliza o se ampara tras terminología o símbolos falangistas, será atacada con la dureza que ya se ha aplicado en otras ocasiones".
El repliegue del FES se hacía patente en el año 73. Era el año de Falange hoy, de Los falangistas en 1973 y de intentos de contactar con Falanges consideradas "traidoras" hasta entonces.
Sectores escindidos en el año 71 algo hicieron por llenar el espacio vacante. Eran los Universitarios Falangistas, más tarde Juntas de Oposición Falangista, grupo que confluirá en la futura FE de las JONS (aut.) Llegaron a lanzar un panfleto a la ejecución del anarquista Puig Antich tratándole como a los caídos de la Falange. Tal postura sería duramente criticada desde las filas del FES. La ejecución del anarquista, que pudo haber significado la vuelta a la agitación universitaria bastante abandonada por los grupos de la izquierda, hacía sintonizar a estos con los escindidos del FES. Tal postura era muestra de "falangismo vergonzante" que era denunciada más que nunca porque había desaparecido radicalmente cualquier contacto con la izquierda. Conatos de violencia física con grupos escindidos del PCE, especialmente con el PCI, enfrentamientos, físicos y verbales, con formaciones regiministas (Fuerza Joven) o con el AUN, hacían olvidar los años sesenta en donde la convivencia con la izquierda o el intento de parcelar y definir campos con la Defensa Universitaria pudieron llevarse a cabo.
El sistema de participación estudiantil del 74 tampoco convencía y se le acusaba de dirigismo; pero eso era ya lo de menos. Se atisbaba el final del régimen y el FES tenía que dar una opción clara en la etapa que se avecinaba. Por genio y figura el año 75 vio panfletos del FES sobre acción política y sindical en la universidad y criticaba los "actos de gamberrismo" que se producían en algunas facultades madrileñas.
La muerte del general Franco, hecha coincidir con la del fundador de la Falange, cogió al FES en sus habituales cometidos de rememoración, que llenaban una especie de calendario litúrgico y que abarcaba el 29 de Octubre, el 20 de Noviembre y el 9 de Febrero.
El inmovilismo institucional
El Estado del 18 de Julio apuntaló sus cimientos en el Ejército, en la Iglesia y en el Partido único, primero FET de las JONS, más tarde Movimiento Nacional, (sin olvidar por supuesto el decisivo concurso que el capitalismo financiero prestó al mantenimiento de aquel Régimen). El FES tuvo por fuerza que referirse a esos elementos (como ya se ha visto que lo hizo con la Iglesia Católica) aun cuando su atención fuera muy dispar. Sorprende la escasa dedicación que hacia el Ejército tuvieron las publicaciones del FES. Tan solo un artículo de la revista Resurgir y el apartado dedicado al tema del Manifiesto de los falangistas independientes incidieron en el tema. Podría pensarse que tan corta dedicación a institución de tan fuerte implante en la España del franquismo, no mereciera la atención del grupo falangista por su falta de participación directa en la política activa del país. Puede ser también que se esperara, en el pensamiento utópico del grupo, la remota posibilidad de un apoyo del Ejército a la defensa, no ya de los postulados del FES, que era algo impensable, sino de parte del ideario de la Falange en un momento determinado.
El Ejército español aparecía como un ente monolítico, cuyo jefe, el general Franco, interpretaba su sentir. Su concurso, como solución de reserva para momentos difíciles, le confería un papel de garante del sistema sin intervención inmediata en los asuntos políticos; pero con la seguridad de que cualquier decisión grave se podría tomar siempre que el Ejército no estuviera en contra.
Para el fundador de la Falange fue deseable que "a imagen del Ejército, informe un sentido militar de la vida toda la existencia española" (106); a pesar de lo cual tomaba precauciones con respecto al papel que el Ejército podía desarrollar en política. Para el FES tal argumento era válido. El Ejército español era presa fácil del halago de la derecha y de la ultraderecha, que mantenían tal actitud para la defensa de sus privilegios de clase y utilizaban a las Fuerzas Armadas no para la función que les estaba designada en el esquema ideológico de la Falange, sino para intereses mucho más mezquinos(107).
También sabían los falangistas que las relaciones de la Falange con el Ejército no habían sido excesivamente buenas. La manifestación sindical del 40, los sucesos de Begoña en el 42, el "proyecto constitucional" de Arrese o los sucesos del 56 habían supuesto de una u otra forma el enfrentamiento entre unos y otros. Diferencias ideológicas sustanciales entre una buena parte de los mandos militares y la Falange habían producido serios roces en el camino que la figura del General Franco había conseguido neutralizar.
Bien es cierto que militares como Muñoz Grandes, Juan Yagüe, Carlos Ruiz, Pérez Viñeta o García Rebull entre otros, sintetizaron su formación militar con la ideología de la Falange o de la FET, mas estos casos esporádicos no inclinaban el peso del Ejército, ni mucho menos, hacia derroteros falangistas.
En tal situación el FES repetía doctrina archisabida sobre el pensamiento de la Falange acerca del Ejército. Dada la coincidencia entre el Jefe de la Fuerzas Armadas y el del Movimiento Nacional prefirió dejar para esta última Institución sus más enconados ataques. Influía sin duda una admiración "extraña" por el Ejército, que hacía a los falangistas juzgar con benevolencia a los "halagados" -al Ejército de la derecha o ultraderecha y pensar que tan solo estos últimos eran responsables de aquella relación de "lisonja".
Con mayor detenimiento se analizaba el tema del Ejército y de la Defensa Nacional en el año 1977, cuando el FES ya convertido en FEi preparaba de cara a las primeras elecciones generales su programa político (108). Concedía a la institución armada enorme importancia en cuanto a su intervención en el marco político de un hipotético estado falangista. Tanto es así que el Consejo de Estado que se habría de constituir para las grandes necesidades de la nación, se apoyaría en dos soportes básicos: Ejército y Judicatura. Y todo ello por la sencilla razón de que "si nuestras Fuerzas Armadas han de ser necesariamente quienes en último extremo han de acudir para salvar a la Patria de la destrucción, en caso de incapacidad de los políticos, forzosamente han de participar en la gestión política para evitar esas situaciones extremas". Quedaba pues para el Ejército un papel singular en la configuración del Estado, como bastión, no ya de reserva sino de activa participación en la construcción de las líneas maestras.
Algo distinto lo constituía la Defensa nacional en donde partiendo de la necesidad de un servicio militar obligatorio, se exponía la urgente necesidad de replantear el sistema llevado hasta entonces. Se ofrecían como alternativas la existencia de un "ejército estable o profesional" compuesto por una minoría de expertos, un "ejército movilizable" con cortas movilizaciones periódicas ("al estilo de la experiencia de Suiza") y un "apoyo a la defensa activa" que "integraría a todos aquellos que, por sus peculiares condiciones físicas, de edad o de sexo, no estén en condiciones de participar en la defensa activa del país".
Tenemos pues dos claras distinciones con respecto al Ejército:
-En cuanto a su participación en las grandes decisiones del Estado su concurso es obligado. Eso sí, obviando su participación política concreta.
-En lo referido a la "funcionalidad" de las Fuerzas Armadas se pedía un cambio revolucionario de situación, ajustándose a parámetros más modernos para desarrollar realmente el cometido de defender a la nación.
Mucha mayor atención mereció el Partido único. Si el Movimiento Nacional significaba la falsificación de la Falange, la respuesta del FES se patentizaba en medidas de zancadilleo teniendo muy en cuenta las posibilidades reales de acción de un grupo tan minoritario.
Los actos rituales conmemorativos de la fundación de la Falange o de la muerte de José Antonio fueron boicoteados por el FES, bien mediante su asistencia para provocar incidentes denunciando el "secuestro" que aquello significaba, bien realizando actos paralelos, "al margen del aparato oficial". El 20 de Noviembre del 64 la organización falangista convocaba a un funeral paralelo al organizado por el Movimiento en el templo del Espíritu Santo, junto a Capitanía General, en donde el grupo falangista conocía a un sacerdote oficiante en aquella iglesia. Las fechas rituales eran aprovechadas para manifestar el descontento en la calle. Desde la Cuesta de Santo Domingo se organizaba la salida de la corona de laurel los 19 de Noviembre que, con destino al Valle de los Caídos, portaban militantes juveniles del Régimen. Era la ocasión propicia. Gritos, algarada, reparto de propaganda y contrarias consignas entre los "falangistas alternativos" -señal de la existencia de diversas opciones- acabaron en que las autoridades trasladaran a las afueras de Madrid la salida del cortejo. Al nuevo emplazamiento acudían también los militantes del FES y repartían propaganda critica hacia el Régimen, por lo que se producían frecuentes enfrentamientos con miembros de la francofalange, particularmente con los pertenecientes a la Guardia de Franco, milicia parapolicial de la FET que ya por estos tiempos andaba de capa caída (109).
La celebración del funeral por José Antonio se trasladó a la iglesia de San José, en la calle de Alcalá, enfrente de la Secretaría General del Movimiento, que aparecía en tales fechas con fuerte protección policial. Año tras año, el líder del FES, Sigfredo Hillers de Luque era citado a comparecer en la DGS en fechas próximas al 20 de Noviembre en donde era avisado de las consecuencias que podía tener aquella convocatoria y de su posible proceso por parte del TOP. A la salida de la misa y tras los cánticos de rigor la concentración se disolvía de propia voluntad -volviendo a reagruparse en otros lugares de Madrid para efectuar cortes de tráfico- o era disuelta por la policía. De forma parecida los 9 de Febrero y tras intensas campañas en la Universidad, celebraba el FES un funeral por el alma de Matías Montero (110) (una especie de patrón para los estudiantes falangistas) en la iglesia que hace esquina a las madrileñas calles de Marqués de Urquijo y Ferraz. La terminación del acto solía ponerla la policía que disolvía la concentración normalmente al comenzar a entonar el "Viva la revolución" (111) o lanzar consignas contra del Régimen. Fruto de estos altercados fueron repetidas detenciones y apaleamientos por parte de la policía, que si no tuvieron el carácter represivo utilizado con los comunistas sí suponían una represión mucho mayor que la utilizada con sectores testimoniales de oposición que recluidos en despachos apenas si tenían presencia en la calle.
Aquel tipo de actuaciones con las consiguientes detenciones esporádicas o apaleamientos daban sentido al activismo del FES que veía dirigirse hacia ellos las iras del Régimen. Se sentían una "Falange perseguida" y presentaban aquello como la respuesta que el Estado daba al desenmascaramiento que ellos estaban propiciando (112).
Cuando se sometió a referéndum la Ley Orgánica del Estado, en donde el FES solicitaba el voto negativo, se distribuyó un escrito titulado "Carta de un falangista al Jefe del Estado" en donde Hillers, sin que su nombre apareciese, criticaba la decisión tomada por el general, haciéndole ver que los mismos tópicos argumentales utilizados por él, servirían para un casi seguro cambio de régimen. Calificaba de "burla" al referéndum en el que sólo se permitió la propaganda a favor del sí y acusaba al Caudillo de haber colocado a los españoles, con el plebiscito de ley orgánica, "a nivel de los países comunistas". Varios falangistas, entre ellos el propio Hillers fueron detenidos. Los falangistas del Movimiento hacían en tanto una fuerte campaña a favor del sí y, como afirmaba Hillers al final de su carta en donde justificaba el anonimato: "Tampoco faltarán jerarquías del Movimiento dispuestas a denunciarnos". El FES salvaba el adaptacionismo de la Falange a cualquier tipo de deseo del Jefe nacional. Sabían de sus escasas fuerzas pero repetían y se autoconvencían de que denunciar aquello era acabar con la confusión histórica a la que se prestaba la Falange. Vana ilusión si examinamos hoy los análisis más recientes sobre el mundo de la Falange (113).
Por el año 66 la Jefatura del Movimiento de Madrid organizó una campaña de "recuperación de la calle". Se intentaba revitalizar el Partido único con el concurso de las bases. Oradores del Movimiento intervenían en mítines en cines de barriadas (Las Vegas, Fígaro) de la ciudad. Militantes del FES allí acudían enfrentándose a los oradores y a la policía. Nuevamente se practicaba el boicot a los actos del Movimiento porque se entendía que aquel "armatoste informe" era la falsificación de la Falange.
De mayor resonancia, y a juicio del FES provocado por ellos, fue la suspensión del acto que en el Teatro de la Comedia de Madrid se celebraba el 29 de Octubre en conmemoración de la fundación de la Falange y que pasó a celebrarse en el Consejo Nacional del Movimiento a partir de 1969-
Gritos e insultos contra el Ministro Secretario, reparto de propaganda y choques físicos entre falangistas de distintas tendencias con el consiguiente desorden público propiciaron el cambio de escenario. Para Eduardo Álvarez Puga los gritos de "Solís traidor", empujones y peleas que allí se producían "no pueden ser interpretados más que como impaciencias juveniles, y el Diario "Arriba" órgano del gobierno calificaba los hechos de "puro grito y algarada" (114); mas la consideración de gamberros no era la más exacta para una organización pequeña pero fuertemente articulada y donde la seriedad era norma imperante.
¿Se trataba de buscar la pureza perdida poco a poco, culminada con la Ley Orgánica del 66? La mayoría de analistas que estudian la época así lo entienden; sin embargo el FES no entendió nunca que en la FET hubiera pureza falangista ni siquiera en sus orígenes; tampoco reivindicó las figuras de personalidades falangistas otrora en puestos de responsabilidad del Estado, más aun, dedicó sus más fuertes críticas a quienes pudieron hacer en falangista y no lo hicieron. En el análisis del Régimen franquista no salían tan mal parados otros sectores (democristianos o tecnócratas) como los propios falangistas colaboradores con el Régimen. Puede deberse todo ello a un intento de inconciente purificación, de autocrítica feroz en la línea que con extraordinario acierto señalaba Heleno Saña.
Desde los inicios, locales de la OJE eran frecuentados por miembros del FES, algunos de los cuales con militancia en el grupo juvenil, procuraban realizar allí sus captaciones. Fruto de esa concienciación fue el escrito que en Noviembre del 66 realizó una comisión de 53 mandos y militantes de la Organización Juvenil Española en donde estudiaban las causas de la despolitización de la misma e indicaban la necesidad de que la tal Organización estuviera politizada en una dirección muy concreta.
La situación fue cambiando y la OJE interpretó el sentido de agrupación excursionista que le estaba destinado. Militantes del Movimiento, francofalangistas entonces aceptaban la transformación institucional. El reparto de propaganda del FES en locales de OJE llevó a la expresa prohibición de entrada en algunos hogares juveniles a militantes falangistas y la amenaza de aviso a la policía en caso de que ello ocurriera. En todo caso seguían siendo los hogares de la OJE buen lugar para la captación de futuros miembros, buen caldo de cultivo para la adquisición de militantes o simpatizantes.
Desde la Delegación Nacional de la Juventud se organizaron albergues y campamentos tendentes a la formación de una especie de frente anticomunista universitario. Militantes del FES, que acudieron a estas concentraciones procedieron a boicotearlas, denunciando ante los jóvenes presentes el carácter reaccionario que aquello representaba. Se pretendía la formación de una especie de milicias pro-régimen que dieran la batalla en unos de los principales focos de agitación, en la Universidad. A tal fin en Peñíscola (1971), en el campamento de Santa Maria del Buen Aire (1973) o en la hospedería de los Benedictinos de Onda (1974) militantes del FES acudieron y denunciaron las intenciones de volver a utilizar a los falangistas como fuerza de choque. Los intentos del coronel San Martín de crear un frente antimarxista (Operación Juventud) fracasaron con la opción falangista del FES.
Probablemente eso justifique los intentos de aniquilación del grupo por parte del Servicio de Información de Presidencia del Gobierno mediante la constitución de organizaciones paralelas o utilizando el desprestigio, amparado en argumentos tan dispares como la comunistización del FES, la dependencia de sus dirigentes del Opus Dei y despropósitos similares.
Sin embargo una aparente contradicción entre la dialéctica histórica FES-Movimiento surgía a partir 72. Tres hechos daban lugar a ello: la asesoría prestada por José Cabanas, dirigente del FES, en la Delegación Nacional de la Juventud, al lado del entonces Delegado Nacional Guillermo Júlvez; la concesión de la dirección del Colegio Mayor del Movimiento "José Miguel Guitarte" a un miembro del FES, Antonio Hermoso, y la participación en uno de los múltiples miniatentados que contra la película "La Prima Angélica" de Carlos Saura, se realizaron en Madrid. Miembros del FES justifican los dos primeros hechos en una especie de gratuita concesión que el entonces vicesecretario general del Movimiento, el histórico francofalangista Manuel Valdés Larrañaga, hacia a los militantes del FES. Se trataba de un intento de acercamiento que el Movimiento -o mejor alguna persona, en este caso Valdés enfrentado a Fernández Miranda- realizaba para fortalecer la tan decaída presencia azul. Se dirigían hacía al grupo falangista joven mejor organizado, perfecto conocedor de los entresijos universitarios y con una tradición de grupo reivindicativo ya ganada en sus diez años de vida. La asesoría de José Cabanas duró pocos meses y finalizó, lo que resulta muy sintomático, con la llegada de un nuevo Delegado Nacional, procedente de las filas de Defensa Universitaria, Manuel Valentín Gamazo.
La dirección del Colegio Mayor José Miguel Guitarte permitió al FES la elaboración de ciclos de conferencias y debates sobre temas políticos de actualidad, la realización de cine-forum con películas de difícil visionado como "El acorazado Potemkim, un "Seminario de cuestiones españolas", ciclos de reuniones políticas sobre la Falange ("Los falangistas en el 73", charlas de Antonio Gibello... etc.) Se disponía, con las cautelas necesarias, de otra mínima infraestructura desde donde también se enviaban, merced a un apartado de correos, publicaciones contra reembolso. La organización de esta especie de almacén fantasma era dirigido por Hermoso Trigo y trabajado con detallada pulcritud por Juan José Roldán Herrero.
Precisamente por aquellas fechas, se producía el acercamiento con históricos del francofalangismo tildados de "Judas" hasta el día anterior. La actitud defensiva que tomaban aquellos ante la evidencia de que el Régimen no tenía salida encontraba puntos de contactos con el viejo sueño del FES: la unidad de todos los falangistas; algo realmente imposible que el tiempo se encargaría de dar testimonio. De "anzuelo" podrían calificarse los dos "regalos" que desde el Movimiento se hacían al FES. Conscientes de ello los jóvenes falangistas que veían ahora como ex-militantes de sus formaciones les echaban en cara esta nueva etapa, justificaban su actitud diciendo que nada a cambio otorgaban, que no había ningún tipo de venta. Sin embargo algo estaba cambiando. Continuaban, sí, la críticas al Movimiento, pero reuniones imposibles de prever tres o cuatro años antes se estaban dando y lo que podía resultar más grave: se redescubría y se pregonaba, la influencia falangista en algunas de las Leyes Fundamentales del Régimen. Decir esto en este preciso momento, tras la historia critica desarrollada por el FES era, cuando menos, inoportuno. Se podía tratar de prestigiar la tesis doctoral del líder Hillers que sustentaba el tema y hacía hincapié en las contradicciones del armazón jurídico fundamental del Estado y la realidad. También era posible el oportunismo político del FES, que sabiéndose o creyéndose los más preparados buscasen contingentes a los que dirigir con sus escuetos recursos humanos. Queda también la duda sobre si se trataba de una "amnistía" que el grupo falangista otorgaba a francofalangistas que habían desempeñados puestos de responsabilidad.
Un punto y aparte merece el ataque llevado a cabo contra la película La Prima Angélica "justificado" en una escena que hacía burla del saludo falangista. Posiblemente se trate de la única ocasión en donde el FES actuó de forma irracional y utilizando la violencia -realmente en forma ridícula- para distinta opción que la legítima defensa. El esperpéntico boicot a la película, (115) que junto a los realizados por "guerrilleros de Cristo Rey" y "mortecinas fuerzas de la extrema derecha" afines contribuyó a la propaganda del film, produjo enfrentamientos en el interior de la organización. Consecuencia de uno de aquellos ataques fue la detención y estancia en la prisión de Carabanchel de un militante del FES. La multa impuesta de 25.000 pesetas fue abonada con cargo a presupuestos de la Delegación Nacional de la Juventud y se rumoreaba que la operación de ataque era vista con muy buenos ojos por Rodríguez de Valcárcel, a la sazón Presidente de las Cortes del Reino.
Si el Movimiento estaba en el punto de mira del FES no podía librarse de ello su Jefe Nacional, aunque la figura del general Franco fuera tratada desde el comienzo, en las publicaciones, con un cierto respeto, lo que no evitó la crítica hacia quien detentaba los supremos resortes del poder, creador de un Régimen contra el que se luchaba y culpable de la situación de confusionismo en que se veía envuelta la Falange. Tan solo en dos ocasiones -editorial del Misión nº 11 y en el cartel pidiendo la abstención en el referéndum de la Reforma Política (116) -pudo calificarse de irreverente la postura del FES; así al menos los entendieron los francofalangistas, quienes nunca compartieron el análisis que se hacía de la figura del Caudillo.
Franco desataba las más fuertes pasiones entre aquellos inclinados a la política, que en España eran minoría. El FES pretendía verlo lejos de la loa e infalibilidad que le suponían sus allegados y también de la consideración de "bestia negra" que pintaban sus encarnizados enemigos comunistas. Incluso se llegó a transigir con la figura del general, teniendo en cuenta que muchos falangistas tenían por él un aprecio irracional, de tipo sentimental, al que se le definía como "devotio ibérica" en claro paralelismo con la extremada fidelidad de los pobladores primitivos de la Península hacia sus jefes. Nunca se le reconoció condición de falangista por lo que nunca se le calificó de "traidor". Las críticas que se le hacían se justificaban por ser responsable máximo de un Estado que, al surgir de una guerra, le situaba en una condición de privilegio con inmensas posibilidades de transformación, lo que no había ocurrido. El culpable de aquella situación podía silenciarse en determinados momentos para evitar el enfrentamiento con los francofalangistas en épocas de apaciguamiento, pero cuando éstos procuraban el elogio -en ocasiones extensible al delfín Juan Carlos- se encontraban inexorablemente con la crítica más implacable que salpicaba evidentemente a quienes en tareas de gobierno habían colaborado con el general, y quienes en su afán de defensa a ultranza de la persona del Jefe del Estado, ocultaban en el fondo, la justificación forzosa de actuaciones poco ortodoxas con el pensamiento falangista. En repetidas ocasiones fue la figura de Franco la más seria controversia para los intentos de unidad entre las distintas corrientes del falangismo. La figura del Generalísimo producía chispas y así ocurrió en las reuniones de Santa Cruz de Marcenado en el 75 y en el Palacio de Congreso de Madrid en 1976. Agazapados a la sombra de una figura histórica que durante 39 años había dirigido la política española, justificaban en la obra de creación del Régimen su pasado político y llegaban a las expresiones más laudatorias para el Régimen y para su jefe. Pilar Primo de Rivera no dudaba proclamar en el año 75 que "si José Antonio pudiera ver la España de hoy estaría contento y satisfecho"(117). Asertos parecidos probaban para el FES la ignorancia o la mala fe de quienes los pronunciaban y a la larga se demostró imposible de superar tan espinoso tema.
Esa actitud equivocada estaba presente también en quienes apostaban como salida continuadora del Régimen de una Monarquía del Movimiento Nacional. La decisión de que fuera la monarquía la forma de gobierno continuadora del Régimen, no podía producir más que resquemor entre las filas falangistas. En la que podríamos llamar "época histórica de la Falange", las alusiones a la monarquía, como institución, salvando el respeto debido a sus representantes, eran evidentemente negativas. Se consideraba que esa institución había tenido su momento y que su tiempo había pasado.
Desde el Régimen se esgrimía como argumento que la monarquía que se había criticado en la Falange primitiva era aquella que conocieron Ledesma o Primo de Rivera, y no la monarquía que llegaba; pero resultaba claro que aquello era una maniobra falaz y caía por su propio peso.
La monarquía del Régimen, traída gracias a la decisión personal del general Franco, tenía marcado un trazado con hitos en la consulta del 47, en el referéndum del 66 y en la votación de las Cortes del 69. Todos esos momentos fueron objeto de crítica por parte del FES. Quede claro que la actitud del FES ante la monarquía del Régimen franquista no se agota ahí, y cuando ésta inició su proceso de transformación a monarquía constitucional siguió sin recibir apoyo alguno de los falangistas del FES. A la crítica contra la monarquía del 18 de Julio, continuadora de un Régimen calificado de injusto, se sumaría más tarde, en el periodo de transición democrática, una nueva actitud contraria, llegándose a afirmar que "Si la monarquía es el "motor del cambio"... a muchos españoles tampoco les preocupará gran cosa que el motor se pare definitivamente"(118).
No obstante y a pesar del particular republicanismo de la Falange, miembros destacados de ella acogieron de excelente grado la designación de don Juan Carlos como príncipe porque corroboraban todo lo que Franco dijera. Más aún, desde sectores bien conocedores de la ideología falangista, como era el SEU, y en la posguerra europea se hicieron, de propia voluntad, requerimientos al Jefe del Estado para que "fuera llamado a estudiar en su Patria el Príncipe Juan Carlos, pensando que algún día pudiera el destino llevarle a ocupar el trono de España"(119).
Se utilizaba desde las tribunas del Régimen la argucia de que aquello no era una instauración monárquica ni una restauración, sino una reinstauración, es decir, la continuación del Régimen del 18 de Julio con miembros de la "dinastía histórica." A ello respondía el FES de forma tajante con el repudio a la Monarquía del Movimiento Nacional.
El FES había iniciado una campaña sin final contra la monarquía, basándose en el peculiar republicanismo histórico de la Falange, en la faceta de continuismo regiminista que la monarquía representaba, en la posible transformación a una monarquía liberal y en la falta de igualdad de oportunidades que la monarquía representaba. Dicha institución era vista como el símbolo supremo de la realidad capitalista, dictatorial y tecnocrática "fraudulenta y humillante para nuestro pueblo".
El sentimiento poco favorable a la monarquía venía de atrás, aunque como ya se ha visto un sector pragmático y posibilista de la Falange había puesto sus esperanzas en don Juan Carlos ya en los años 40. Entre las filas del que fuera sector más falangista del Régimen, el Frente de Juventudes, se pudo palpar perfectamente esta situación de rechazo expresada con rotunda claridad en el texto de Alcócer o en el estudio de Sáez Marín sobre el tema. Por supuesto que no faltaron agrupaciones falangistas del Régimen como la Guardia de Franco, que acabarán aceptando la instauración monárquica y se aprestaron a rendir pleitesía al futuro rey. Los sectores más regiministas, como Fuerza Nueva, apoyaban también decisivamente a la monarquía continuadora del 18 de Julio. El oportunismo de esos sectores contrastaba con la imagen de coherencia que siempre mantuvo el FES. Estos jóvenes falangistas pensaban que no era justo traspasar a una persona determinada la más alta magistratura, en razón simple a cuestiones biológicas. Pensaban incluso que había una contradicción más -de las innumerables en las que caía el Régimen- con su primera gran ley, con el Fuero del Trabajo, que reconocía como fuente de una nueva jerarquía de valores el esfuerzo de cada uno. Era evidente que las contradicciones del Régimen, que había salvado el general Franco con la legitimidad que le otorgaba él haber ganado una guerra, no podían ser solucionadas por el sucesor designado.
Hacia la monarquía mantuvo el FES una especie de obsesión plasmada en numerosos carteles, artículos, panfletos... lo que la emparentaba con los sectores de la izquierda más radical o con el Partido Socialista que mantenían una posición más dura hacia la monarquía que la expresada por el Partido Comunista. Salvó siempre el FES el insulto o el chiste fácil hacia el entonces Príncipe, convencidos que el rigor de los planteamientos no estaba reñido con la corrección en las expresiones. Utilizaba el FES como slogan favorito el de "República Sindical" que, desde luego, se oponía a la forma monárquica y que más representaba un grito en contra de algo que una seria elaboración sobre una forma determinada de estado. Cuando ya el FES, en su época de repliegue, y coincidiendo con la transición hablaba de forma de gobierno, esbozaba confusos planeamientos que optaban por un Consejo de Estado en donde estuvieran representadas las ramas más importantes de la nación (Justicia, Ejército, Economía... etc.).
Lejos quedaban ya los conceptos de Republica de trabajadores a donde parecía conducir la insistente propaganda de la "República Sindical" realizada años atrás.
EPILOGO
A lo largo del presente trabajo se ha estudiado el tema de un grupo político que hizo su aparición en el año 1963 y continuó su existencia hasta el final del Régimen del general Franco, si bien derivaciones posteriores se prolongan hasta hoy, dando muestra de un testimonialismo muy distante de la actitud crítica y de presencia en la calle de entonces.
No resulta fácil encuadrar al grupo. Para algunos analistas es uno más dentro de la galaxia de grupos de la "extrema derecha"; para éstos, "tontos útiles que hacían el juego al comunismo" y para ellos mismos un grupo opositor al Régimen de Franco que tenía sus coordenadas en el mundo de la Falange.
Negaron por supuesto y de forma radical cualquier enlace con el "fascismo" o con los movimientos fascistas. No se querían reconocer en ellos argumentando principios filosóficos, pero por supuesto también porque aquello había llegado a ser, en la estrategia del lenguaje, un insulto. ¿Cómo aceptarlo con la escala "F" de Adorno de por medio?
Al realizar un recorrido breve, pero obligado, dada la adscripción ideológica elegida, al mundo de la Falange opositora o "alternativa" se ha observado que fundamentalmente era voluntarismo y animosidad de algunos pocos -generalmente los mismos- lo que allí había. El Frente de Estudiantes Sindicalistas empalmaba con estos movimientos, pero mostraba características muy distintas porque se articuló fuera del Movimiento -secular marco de referencia para la Falange- y porque depuró el discurso falangista. Decía alejarse tanto del revisionismo derechista de la francofalange como de los intentos histriónicos de la Falange "auténtica" del final del franquismo, dejando en la cuneta también, trucos de aproximación a un socialismo descafeinado o "rosa" que algunos propusieron.
Se ha dado un repaso a su repertorio ideológico, basado principalmente en las teorías expuestas por José-Antonio Primo de Rivera del que fueron fieles seguidores, dando incluso precisión a partes de su pensamiento que se habían prestado a interpretaciones distintas.
Deformaciones o contradicciones fueron apareciendo en su construcción teórica. Así ocurría que, con la excesiva magnificación dada al fundador de la Falange, se limitaban en cuanto a la utilización de otros teóricos. Hijos fieles de la Iglesia Católica, de quien aceptaban su visión del mundo, no entraron nunca entre las formaciones políticas posibilitadas por aquella.
Su condición de "conciencia de la Falange" la hacían desde presupuestos integradores de las distintas Falanges y el resultado final fue el fracaso de los intentos de unidad realizados. Pensaron en una posible Falange sin líder y siempre en la organización aparecía la autoridad de Hillers. Atacaron sañudamente al Movimiento Nacional, pero acabaron teniendo relaciones con él y con aquellos que, en su condición de falangistas allí integrados, más habían contribuido a la falsificación de la Falange, según la propia interpretación del FES. Parecía que el marco del Movimiento se hacía preciso incluso para estar fuera de él. Se llegaba a la demostración de que una cosa era la realidad de su discurso y otra muy distinta el discurso de la realidad. La incidencia que tuvieron fue muy limitada y afectó fundamentalmente al mundo de la enseñanza universitaria, lugar claro de contestación al sistema de Franco, en una época en que tal actitud era poco frecuente.
La dura militancia a la que fueron sometidos sus miembros terminaba un buen día sin contrapartidas a tan enconado esfuerzo, El fracaso pudo resultar evidente. Todo está en función de las expectativas logradas. La eterna "revolución pendiente" continuó en tal estado. Pero para una formación que se definía en cuanto al compromiso militante ante la vida y que entendía antes que el triunfo político la asimilación de una ética muy precisa, aquella etapa de juventud habría merecido la pena.
NOTAS
3. S. G. PAYNE, Falange, Historia del Fascismo Español, París, Ruedo Ibérico. 1965, Prólogo del traductor p. VIII.
4. Ibidem. Prólogo del traductor p. VIII.
5. S. ELLWOOD, Prietas las Filas, Barcelona, Crítica Grupo Editorial Grijalbo, 1984. pp. 203-251.
6. Ejemplo de esas tareas parapoliciales está en la circular enviada por Jesús Aramburu a los militantes falangistas de Madrid. Ver Documento nº 2
7. La incitación a la manifestación y a la huelga está reflejada en los panfletos que el grupo FES lanzó con ese nombre o con los de UTS, FNT o Falange Nueva.
8. A. MUÑOZ ALONSO, Un pensador para un pueblo, Madrid, Ediciones Almena, 1974, p. 525.- Salvador de Brocá, Antecedentes filosóficos del pensamiento de José Antonio Primo de Rivera y de Ramiro Ledesma, Universidad de Barcelona. Secretariado de Publicaciones, Intercambio científico y Extensión Universitaria, 1976, 23 págs.
9. A. MUÑOZ ALONSO, Ob. cit., p.96
10. G. JACKSON, La República Española y la guerra civil 2ª Ed. Crítica Grupo Editorial Grijalbo, 1976, pp. 168, 169. D.
ABAD DE SANTILLÁN, Por qué perdimos la guerra, 1ª ed., Plaza y Janés, Col. El arca de papel, 1977, p.43.
11. L. ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, "Ensayo bibliográfico sobre José Antonio Primo de Rivera". Separata del volumen Estudios de Historia Contemporánea, Madrid, CSIC, Instituto Jerónimo Zurita 1976, pp. 441-495
12. D. JATO MIRANDA, La Rebelión de los estudiantes Madrid, Imp. Romero Requejo S.L, 1975, 4ª ed., 616 págs. Adolfo Muñoz Alonso, Ob. cit.
13. J. ONRUBIA REBUELTA Bibliografía sobre el Nacional-Sindicalismo, Madrid, La Hora de España, 1987, 35 págs.
14. S. G. PAYNE, Ob. cit.
15. E. ÁLVAREZ PUGA, Historia de la Falange, Dopesa, 1969, pp. 210-211.
16. H. SAÑA , "La Falange: Intento de un diagnóstico" en Índice de las Artes y de las Letras núm. 269-270 de 15.05.70 y 01.06.70.
17. R. CHUECA, El Fascismo en los comienzos del Régimen de Franco. Un estudio sobre FE JONS, Madrid, CIS, 1983, 548 pags.
18. S. ELLWOOD, Ob. cit
19. E. MILÁ, Falange Española 1937-82 Los años oscuros 1ª ed., Barcelona, Ediciones Alternativa, Noviembre de 1986, pp. 40-46 y 69-75.
20. J. SÁEZ MARÍN, El Frente de Juventudes, Madrid, 1ª edición, Siglo XXI, Octubre de 1988, 515 págs.
21. J. ONRUBIA REBUELTA, Historia de la oposición falangista al régimen de Franco en sus documentos, Madrid, 1989, 156 págs.
22.- Las dudas y objeciones de José Antonio se pueden encontrar en el libro de J. Mª MANCISIDOR, Frente a Frente, Ávila Editorial y Gráficas Senén Martín, 1963, 364 págs. Se trata de la recopilación taquigráfica del juicio de José Antonio en Alicante. Existe un interesante Apéndice al Frente a Frente realizado por J.J. ROLDAN HERRERO y publicado a multicopista en Diciembre de 1980 donde hace una comparación entre los textos de las tres ediciones existentes hasta la fecha. -Ver también extracto de la entrevista con el reportero Jay Allen para el periódico New Chronicle, de Londres, Edición del 24.X.36 en A. DEL RIO CISNEROS y E. PAVÓN PEREYRA, Textos biográficos y epistolario. José Antonio Intimo Madrid, 3ª ed. Ediciones del Movimiento, 1968, pp. 527-532.
23.- Sobre los sucesos de Salamanca se puede encontrar información de variado tipo en la Historia del fascismo español de PAYNE y en los siguientes textos: -A. ALCÁZAR DE VELASCO, Los 7 días de Salamanca, Madrid, Gregorio del Toro editor. 1976, 308 págs.- M. GARCÍA VENERO, Testimonio de Manuel Hedilla, Barcelona, Ediciones Acervo. Colección Gaudeamus, 1972, 629 págs.- S.ELLWOOD, "La crisis de Salamanca. -La Unificación", en Historia 16, nº 132, pp.11-16. -J. L. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, "La eliminación de Hedilla" en Historia 16 n.132., pp. 19-26 V. DE CADENAS Y VICENTE, Actas del último Consejo Nacional de FE de las JONS, Madrid, Gráficas Ugina, 1975, 159 págs.
24.- Estos datos de la oposición primitiva fueron suministrados por el malogrado A. ROMERO CUESTA en su libro Objetivo: matar a Franco. Historia secreta del franquismo. Madrid, Ediciones 99, 1976, 124 págs. Fundamentalmente recopila el testimonio de los falangistas Patricio González de Canales y Narciso Perales Herrero. En los orígenes del FES los dos falangistas históricos mantuvieron relaciones con el grupo. Armando Romero fue activo militante de esa organización falangista, salió de ella y se incorporó a los protonúcleos de la Falange Española de las JONS auténtica. Falleció en accidente de trabajo cuando dirigía la descarga de un barco mercante en las Islas Canarias.
25.- Sobre las ORNS cuenta PAYNE en su ob.cit. pág.. 175,:"Bajo la dirección de Ezquer, continuó subsistiendo un grupo clandestino denominado ORNS (Ofensivas de Recobro Nacional Sindicalista) que desarrolló una acción de agitación y propaganda entre los jóvenes hasta bastante tiempo después de terminada la segunda guerra mundial. Su propósito era el de sustituir la Falange franquista por un movimiento fascista revolucionario y sindicalista. A lo largo de quince años, Ezquer fue detenido seis veces y compareció ante los tribunales de justicia en cinco ocasiones, sin que ello le hiciera desistir de sus propósitos". Ezquer puede considerarse un antecedente del FES en el sentido de no estar vinculado a organizaciones del Movimiento, sin embargo su antigua fama de "violento" no tuvo continuación alguna en el movimiento falangista que estudiamos.
25 bis .-Precisamente el equilibrio buscado por el Jefe Nacional, Francisco Franco, unido a su ansia de poder condujo en opinión de Serrano Suñer, al fusilamiento de Juan Domínguez por los sucesos de Begoña en Agosto del 42. (Cfr. Serrano Suñer, R. Memorias pp.364-367)
26.- Pérez de Cabo desvió al mercado negro partidas de trigo con objeto de lograr dinero para la Junta Política clandestina. Armando Romero indica que fue el general Varela, deseoso de acabar con la "insolencia falangista" quien descubrió la acción de Pérez de Cabo y forzó su juicio y su condena a muerte. Debe tratarse de uno de los pocos casos en que una infracción administrativa se saldaba con la pena capital.
27.- El País, 12.03.89, <>,Domingo, p.8
28.- J. SÁEZ MARÍN, Ob. cit., p. 222
29.- J. L. ALCOCER, Radiografia de un fraude, Barcelona, Planeta, 1978, p.49
30.- Ibidem, p.74. -Mayor información sobre las represalias sufridas por Román Alonso Urdiales, militante de las Falanges Juveniles, en el texto de J. ONRUBIA REBUELTA, Historia de la oposición falangista al régimen de Franco..., pp. 16-17.
31.- J. Mª MARTÍNEZ VAL,¿Por qué no fue posible la Falange? Barcelona, Dopesa, 1976, 2ª ed. p.49.
32.- SÁEZ MARÍN. Ob. cit. p.186
33.- J. L. DE ARRESE MAGRA, Una Etapa constituyente, Barcelona, Editorial Planeta, 1982, p. 16
34.- Entrevista con José Mata, 13.12.88
35.-X. TUSELL GÓMEZ, La oposición democrática al franquismo, Barcelona, Planeta, 1977, 452 págs.- En el "Congreso Internacional de Oposición al franquismo",organizado por el Departamento de Historia Contemporánea de la UNED, dirigido por el Profesor Tusell, el abanico histórico sobre grupos de oposición fue mucho más amplio al no existir los condicionantes que se imponían en la obra citada.
36.-S. ELLWOOD, Ob. cit., p.223
37.-V. FERNÁNDEZ VARGAS, La resistencia interior en la España de Franco, Vol. I, Madrid, Istmo, 1981.
38.-H. SAÑA, Art. cit.
39-Informaciones,"¿Ha mandado la Falange en España?",16.05.69, p.7
40.-F. DE GILES ,"Grupos políticos en Universidad" en Anue nº 24 ,p.6.- No era contra el PCE con quien se mantuvieron fuertes encontronazos en Derecho y Medicina, sino contra el PCi que colocaba con frecuencia carteles con texto repetitivo en donde se provocaba de forma intencionada a los falangistas, que respondían con la rotura del cartel y el subsiguiente enfrentamiento.
41.-Plataforma nº 1, 20.10.75, pp. 8-16.
42.-J. DE CORA Y OTROS, Panfletos y prensa antifranquista clandestina, Madrid, Ediciones 99, 1977, 159 pags.
43.-Sobre los Círculos Doctrinales José Antonio hace una exposición detallada S. ELLWOOD, ob.cit. pp.226-234
44.-J. CAMPMANY, "Falange 70", Arriba, 29.10.70.
45.-J. ONRUBIA REBUELTA, Ob. cit., pp.115-142
46.-Según Ellwod, Valdés Larrañaga confirmaba en el 1973 la subvención a los Círculos José Antonio. Parece ser que aun existiendo altibajos la comunicación de los Círculos con la SGM fue continua. Muchachas que realizaban el Servicio social eran enviadas para al local de los Círculos a ejercer sus actividades.
47.-M. VEYRAT y J.L. NAVAS MIGUELOA, Falange, hoy, Madrid,
Gregorio del Toro Editor, 1973, 357 pags.
48.-Diario Ya, 03.07.75, p.13
49-M. CANTARERO DEL CASTILLO, Falange y Socialismo, Barcelona, Dopesa, 1976.-366 págs.
50.-Resurgir, "La coalición de los abuelos o el afán de mandar.
Sobre la fundación del Frente de Senectudes", pp. 3-6-10
51.-La fuente de información para la historiadora británica en este tema parece que fue Narciso Perales ya que manifiesta un relato casi exacto al que me contó en la reunión del 24 de Abril de 1988.
52.-Ver apéndice documental. Documento nº 3.
53.-Cambio 16, 17.04.77, p.7
54.-Resurgir, Mayo de 1977.-p. 10
55.- De las 28 entrevistas realizadas por Ellwood ninguna se realizó a miembro de relevancia del FES. En cuanto a la cita 2 de la p. 252 de su libro, difícilmente se trataba de un militante de FE (independiente) que escribía a la revista S.P. ya que a esa organización falangista aún le quedaban 6 años para adoptar ese nombre.
56. Sigfredo Hillers de Luque fue cofundador del FES -junto a Ceferino L. Maestú Barrios- en el año 1963. Provenía de Frente de Juventudes. Ideólogo de la primera organización falangista al margen del Movimiento, despertaba fiel admiración entre sus seguidores y profunda animadversión entre sus contrincantes políticos. De talante imperioso y poco amigo de la transigencia, no fueron pocos los militantes que le retiraron la confianza y el crédito que le habían otorgado. Su ácida crítica contra el franquismo en los años 60 se tornó al final del período en establecer puentes de unión con sectores azulados del régimen que, aun no olvidando la raíz crítica, procuraba suavizar los juicios contra los falangistas-franquistas. Más tarde, con la Constitución del 78 vigente, este Profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Complutense madrileña, llegaría a una comprensiva defensa del general Franco en escrito publicado en el diario ABC.
57. Conferencia de Jesús Ferrer Olmedo en el X aniversario de la fundación de AAMMFJ. Madrid 10 de Marzo de 1972
58. Datos suministrado por Ismael García Romeu, responsable en aquella época del PCE de la barriada madrileña de Moratalaz.
59. ANUE, art. cit.
60. ELLWOOD, Ob. cit., p.224
61. Es Así nº1, 01.01.63
62. Con el nombre de "Charlas de la Ballena Alegre" se conocen aquellas que convocadas en el café Lyón de Madrid -a imitación de las mantenidas por José Antonio- por Ceferino Maestú y Sigfredo Hillers se celebraban los sábados por la noche tratándose de temas relacionados con el mundo de la Falange o del sindicalismo falangista.
63. Ver Apéndice documental. Documento nº 4
64. Ver Apéndice documental. Documento nº 5
65. La aspiración de Primo de Rivera se expresaba de la siguiente forma: "queremos un Paraíso difícil, erecto, implacable; un Paraíso donde no se descanse nunca y que tenga, junto a las jambas de las puertas, ángeles con espadas". J. A. PRIMO DE RIVERA, Obras de José Antonio Primo de Rivera, Edición cronológica, Madrid, Editorial Almena,1971, 6ª ed. p. 570. Para José Antonio la única opción personal posible era la de la entrega: "La vida no vale la pena si no es para quemarla al servicio de una empresa grande". Ibíd. pag. 178.
66. Ibidem, pag. 92 "La interpretación católica de la vida es, en primer lugar, la verdadera; pero es además, históricamente, la española".
67. Ibidem. pp. 570, 398 y 571
68. H. SAÑA en Índice... Art. cit.
69. Mariano Vera asistía desde la tribuna de oradores a los actos de revitalización del Movimiento en Madrid en el año 66, tales actos fueron boicoteados por el FES produciéndose enfrentamientos entre unos falangistas y otros. Ello no impidió el acercamiento final entre posturas falangistas tan encontradas.
70. Jesús López Cancio, García Mauriño y Amando de Miguel eran acusados desde el FES de ser responsables del proceso de desfalangistización-despolitización de la juventud española. Opinión similar en p. XVIII, prólogo de JAVIER TUSELL a la obra de SÁEZ MARÍN sobre el Frente de Juventudes.
71. Misión nº 5, pp.10-14.
72. Misión nº 11, Enero-Marzo de 1973, pp.13-14
73. Ibidem pp.12-13. Misión nº 10. "Sobre el arte de identificar falangistas", Septiembre de 1972, p.1
74. S. HILLERS DE LUQUE, España una revolución pendiente, Madrid, Ediciones FES del Círculo Ruiz de Alda, 1975, p.19. Sigfredo Hillers elaboró su tesis doctoral titulada "La dimensión social en el Derecho positivo español, analizado comparativamente desde la perspectiva de las Leyes Fundamentales. Aportación para una reforma legislativa". Más adelante sería publicada como libro con el título de España, una revolución pendiente.
75. ABC, 30.10.76. El País, 30.10.76.
76. Cf. Resurgir nº1, Julio 1969, pp.4-5
77. Eduardo Adsuara, antiguo miembro del SEU y antiguo colaborador de Pedro Laín era posiblemente el principal mantenedor de la idea "americanista" de la Falange. Eso al menos se desprende de sus conferencias y de sus artículos publicados en revistas falangistas.
78. "Pedimos libertad política. Libertad que permita expresarse a quienes hoy estamos reducidos al silencio. Libertad que haga posible el servicio y la participación de los españoles todos, sin discriminaciones de ningún tipo. Libertad para que se denuncien los sucios manejos y tapujos de la sempiterna oligarguía española, hoy más protegida y envalentonada que nunca. Libertad para que la Falange pueda realizarse y servir a España". Transcripción de la hoja del FES distribuida en Alcubierre en Misión nº 8, Julio y Agosto de 1921.
79. Misión nº 3, Julio de 1970, p.12.
80. La fidelidad en la utilización de conceptos de transformación socieconómica del ideario de Primo de Rivera contrasta con las opiniones de expertos falangistas en economía como es el caso del Profesor J. VELARDE FUERTES, expuestas en El Nacionalsindicalismo cuarenta años después, Madrid, Editora Nacional, 1972, 310 págs. y también en conferencia pronunciada en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid el 11.12.86
81. La postura falangista de Ceferino Maestú puede seguirse en: Es Así nº 1.,01.01.63. Revista Sindicalismo. La Reforma de la empresa (folleto a ciclostil en donde se reúnen los temas tratados en La Ballena Alegre).
82. J. L. DE ARRESE , Ob. cit., p. 29
83. El FES atacaba tanto al sistema vigente en España como a la ideología y a la praxis comunista. Las aberraciones cometidas en naciones de más allá del telón de acero, de las que ahora algunos parecen darse cuenta, fueron sistemáticamente denunciadas por el grupo falangista durante los años 60 y 70.
84. Episódica y aislada colaboración con los comunistas, según entrevista mantenida con José-Ramón López Créstar, en 11.08.88.
85. Manifiesto de los Falangistas independientes, Madrid, Ediciones FES, 1977, p. 55.
86. G. HERMET, Los Católicos en la España de Franco Crónica de una dictadura, CIS Siglo XXI de España Editores S.A., Diciembre de 1986, 1ª ed., Vol. II pp.13-177
87. Ibidem. Ver nota pie de p. 39.
88. T. BORRAS, Ramiro Ledesma Ramos, Madrid, Editora Nacional, 1971, pp.773-782.
89. La norma programática nº 25 de Falange Española decía: "Nuestro movimiento incorpora el sentido católico -de gloriosa tradición y predominante en España- a la reconstrucción nacional. La Iglesia y el Estado concordarán sus facultades respectivas sin que se admita intromisión o actividad alguna que menoscabe la dignidad del Estado o la integridad nacional". J. A. PRIMO DE RIVERA, Textos de doctrina..., p.941
90. C. DE MIGUEL MEDINA, La personalidad religiosa de José Antonio, Madrid, Editorial Almena, 1975, 175 págs.
91. Para mayor detalles sobre las tensiones Iglesia-Falange pueden ser significativas las obras siguientes: G. HERMET, Ob. cit. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Francisco Franco y tiempo, Madrid, Fundación Francisco Franco, 1984, 8 vol. TUSELL GÓMEZ J. Franco y los católicos. La política interior española entre 1945 y 1957, Madrid, Alianza Editorial.
92. Sobre religiosidad del Frente de Juventudes y de las OO.JJ. J. SÁEZ MARÍN, Ob. cit. pp. 81, 128, 159, 172. JOSÉ LUÍS ALCOCER, Ob. cit. p.196
93. Varios autores, Iglesia y Sociedad en España, Ed. Popular, 1977
94. G. HERMET, Ob. cit. p. 305, vol. II
95. E. MILA, Falange Española 1937-82 los años oscuros, Barcelona, Ediciones Alternativa, 1986, p. 43
96.- El librito de Ceferino Maestú, lanzado a multicopista, finalizaba así:"Camaradas: Si los demás movimientos obreros se sienten fuertes porque tienen historia, porque detrás de ellos están años de lucha, hombres que murieron por su ideal, sacrificios y renunciaciones, también nosotros tenemos un bagaje que nos impulsa, exige y condiciona. Que el recuerdo de García Vara, de Montesinos, de Orellana, de Moldes, de Manuel Mateo, de José Antonio Primo de Rivera y con todos los muertos de la Falange y de sus sindicatos nos obliguen a conseguir, con paz o con violencia, la Justicia y la Libertad en Nuestra Revolución"
97.- S. ELLWOOD, Ob. cit., p. 224
98.- Los panfletos lanzados para aquella ocasión decían: "Lo que debemos hacer los trabajadores es abstenernos de todo contacto con la OS que pueda ser utilizado para su engorde y sostenimiento, y elegir en nuestras fábricas, talleres y secciones a los mejores y más capaces, para que a expensas de la OS y con apoyo directo a todos nosotros, gestionen directamente nuestros intereses laborales y resuelvan los conflictos colectivos cada vez que surjan"."Los que se presentan y los que voten hacen el juego a Solís. Salga lo que salga será igual. Los que mandan son los especuladores de solares, los truquistas de finanzas, los ricos tronados puestos a flote por la llamada acción concertada, los negociantes protegidos, los perceptores de las grandes comisiones de compras, los explotadores directos y afortunados de nuestros esfuerzos y de nuestro sudor, los multipolienchufistas. La ralea de los banqueros, aliada a los aventureros del poder político".
99.-D. JATO MIRANDA, Ob.cit.- RICARDO CHUECA, Ob.cit.-J.SAEZ MARÍN, Ob.cit.
100.-Ver apéndice documental.- Documentonº 6.
101.-D. JATO MIRANDA.-Ob.cit.
102.-"El FES. ¿Qué es el FES? Como su nombre indica el Frente de Estudiantes Sindicalistas. ¿Es falangista el FES?.Si entendemos por falangistas cuando hay falangistas dentro, entonces sí. Pero si entendemos por falangista cuando para ser miembro es obligatorio el ser falangista, no. El FES no es nada original; es una copia del SEU fundacional y se le imita, no por romanticismo, sino por su planteamiento que sigue siendo el más acertado".
103.-La Ley de 29 de Julio de 1943, que el FES pensaba había de terminarse, es considerada como la introducción en la Universidad de los ideales falangistas del nuevo estado.
104.-"Une sort d´epidemie silencieuse s´etendit jusqu´aux meilleurs esprits... Ce soir là, je m´apercus que pratiquement tous mes camarades participaient au mouvement. A la sortie, j´exprimai ma decepción et mon mécontentement á un amie devant ce nouveau phenoméne d´intoxicacion ideologique qui avait, pour moi, quelque chose d´artificiel. Il me repondit: "Il faut d´accepter la realité telle que elle est". En J. FERNANDEZ KROHN, Le fou de Dieu, Paris, Pierre Marcel Favre,Publi S.A., 1986, pp. 33-34
105.-El País, "Cartas al Director", 01.06.88 y 05.06.88
106. "...es aspiración nuestra que, a imagen del Ejército, informe un sentido militar de la vida toda la existencia española."J. A. PRIMO DE RIVERA, Textos de doctrina... p.941
107. Resurgir, "El Ejército en España", año 1969, pp.14, 15, 21.
108. Manifiesto de FEi, Madrid, FES ediciones, 1977, pp.69-77
109. La Guardia de Franco estaba constituida por los militantes del Movimiento a donde llegaban, normalmente, desde las Falanges Juveniles de Franco una vez cumplidos los 21 años.
110. Matías Montero, "El estudiante caído", fue asesinado el 9 de Febrero del 34.La conmemoración de su muerte por los sectores de la Falange es de las de más larga tradición junto con la de Primo de Rivera y Ledesma Ramos.
111. El "Viva la Revolución" se impone como canción consigna de la Falange de oposición. Normalmente era entonada tras el Cara al Sol y significaba el detonante para la intervención policial.
En su origen fue himno de las Falanges andaluzas, y su texto dice:
"Viva, viva la revolución,
viva, viva, Falange de las JONS
muera, muera, muera el capital.
Viva, viva el Estado Sindical.
Que no queremos reyes idiotas
que no sepan gobernar
e implantaremos porque queremos
el Estado Sindical.
¡Abajo el rey!"
112. Existe la tentación de enmarcar al FES como "oposición desde dentro" u oposición tolerada. Algunos siguiendo la clasificación de Linz recogida por el Profesor Tusell, vendría a encuadrar a este núcleo falangista dentro de la oposición alegal: "...habitualmente tolerada y cuando se enfrenta de alguna manera con el poder no se puede decir que arriesgue tanto como la ilegal." X. TUSELL GÓMEZ, La España del Siglo XX. Desde Alfonso XII a la muerte de Carrero Blanco, Barcelona, DOPESA, 1975, p.388.- Las detenciones de miembros del FES si bien no fueron numerosas sí resultaron importantes, fundamentalmente para afianzar el prestigio interno y externo de la organización. Entre la nómina de detenidos estuvieron Sigfredo Hillers, López Créstar, Carlos García Alix, José Pedro García, Fernando García, A. Hermoso, Luís Molleda... etc.
113. Ver Apéndice documental. Documento nº 8
114. E. ÁLVAREZ PUGA, Ob. cit.,pp. 210.211
115. El hostigamiento al cine Amaya en donde se proyectaba "La Prima Angélica" se realizó en varias ocasiones, siendo la más importante la de un domingo de Octubre en donde participaron unas 60 personas lanzando bolsas de pintura contra la pantalla, bombas fétidas al grito de "¡Saura farsante!
116. El balance del Referéndum de Diciembre de 1976, en donde el FES pedía la abstención ("Ni sí, ni no, sino todo lo contrario"), fue de seis detenidos y un militante brutalmente golpeado y pateado, con lesiones de pronóstico reservado, a cargo de la Policía Armada.
117. Ya, 03.07.75, p.11
118. Del Manifiesto de FEi, p.19
119. D. JATO, "El futuro de la monarquía" en El Alcázar, 10.04.73

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA
ALCOCER, José Luís, Radiografía de un fraude, Barcelona, Planeta, 1978, 262 Págs.
ÁLVAREZ GUTIERREZ, Luís, Ensayo bibliográfico sobre José Antonio Primo de Rivera, Madrid, CSIC-Instituto Jerónimo Zurita, 1976.
ALVAREZ PUGA, Eduardo, Historia de la Falange, Barcelona, Dopesa 1969, 2ª ed., 217 pags.
ARRESE (de) José Luís, Una etapa constituyente, Barcelona, Planeta, 293 pags.
BROCA (de) TELLA, Salvador, Antecedentes filosóficos del pensamiento de José Antonio Primo de Rivera y Ramiro Ledesma Ramos, Resumen de tesis, Universidad de Barcelona, 1976, 23 pp.
CADENAS (de) Y VICENS, Vicente, Actas del último Consejo Nacional de FET y de las JONS (Salamanca 18-19/IV/1937), Madrid, edición del autor, Gráficas Ugina, 1975, 159 pags.
CAMPMANY Jaime, "Falange 70" en Arriba,29.10.70
CANCIO Miguel, Fuentes sociales de la Universidad. De 1939 a la retirada de la LAU, Universidad de Santiago de Compostela, 200 pags.
CONDE SOLADANA, Pedro, FE de las JONS (auténtica),Bilbao, Ediciones Albia, 1977.
CORA (de) José y otros, Panfletos y Prensa antifranquista clandestina, Madrid, Ediciones 99, 1977, 158 pp.
CHUECA Ricardo, El Fascismo en los comienzos del Régimen de Franco. Un estudio sobre FE de las JONS, Madrid, CIS, 1983, 548 pags.
ELLWOOD, Shellag, Prietas las Filas, Barcelona, Grijalbo, 1984, 294 pags.
-"La crisis de Salamanca, la Unificación" en Historia 16, nº 132 pp. 11-19.
FALANGE ESPAÑOLA (independiente),Manifiesto de los Falangistas independientes, Madrid, Ediciones FES, 1977,123 pp.
FERNANDEZ KROHN, Juan, Le fou de Dieu, Lausanne (Suiza), Pierre Marcel Favre, Publi S.A.,1986, 151 pags.
FERNÁNDEZ VARGAS, Valentina, La resistencia interior en la España de Franco, Madrid, Istmo, 1981,Vol. 1
FRAGOSO DEL TORO, Víctor, La España de Ayer Madrid, Editora Nacional, 1967, 2 Vol.
GARCÍA VENERO, Maximiano, Testimonio de Manuel Hedilla, Barcelona, Ediciones Acervo, col. Gaudeamus, 1972, 629 pags.
HERMET, Guy, Los católicos en la España franquista 1ª ed., Madrid, Siglo XXI, 1985, 2 vol.
HILLERS DE LUQUE, Sigfredo, España, una revolución pendiente, Madrid, Ediciones FES, 1977, 487 pags.
Ética y estilo falangistas, Edición privada, 1974, 397 pags.
JATO MIRANDA, David, La rebelión de los estudiantes, Madrid, edición del autor, 1975, 4ª ed. 616 pags.
"El futuro de la monarquía" en El Alcázar, 10.04.73
LAMELAS, Antonio, "La protesta estudiantil en España" en ANUE nº 27.
MAESTÚ BARRIOS, Ceferino, La Falange y los Sindicatos Obreros, Madrid, 1963, 45 pags.
MANCISIDOR, José María, Frente a Frente, Avila, Senén Martín, 1963 364 pags.
MARTÍNEZ VAL, José Maria, Por qué no fue posible la Falange, Barcelona, Dopesa, 1974, 2ª ed. 211 pags.
MÁRQUEZ HORRILLO, Diego, Círculos José Antonio, Bilbao, Ediciones Albia, 1977, 158 pags.
MIGUEL (de) MEDINA, Cecilio, La personalidad religiosa de José Antonio, Madrid, Editorial Almena, 1969, 525 pags.
MILÁ, Ernest, Falange 1937-82. Los años oscuros, Barcelona, Ediciones Alternativa, 1986, 101 pags.
MUÑOZ ALONSO, Adolfo, Un pensador para un pueblo, Madrid, Ediciones Almena, 1969, 525 pags.
ONRUBIA REBUELTA, Javier, Historia de la oposición falangista al Régimen de Franco en sus documentos (I) Madrid, Ed. del autor, 1989, 155 pags.
-Bibliografía sobre el Nacional-Sindicalismo, Madrid, La Hora de España, 31 pags.
PALAZUELOS, Enrique, Movimiento Estudiantil y democratización de la Universidad, departamento de asuntos universitarios del PTE, 1984, 253 pags.
PAYNE, Stanley G., Falange, Historia del fascismo español, París, Ruedo Ibérico, 1965, 259 pags.
El catolicismo español, Barcelona, Editorial Planeta, 1984, 314 pags.
"Intrigas falangistas contra Franco" en Historia 16, nº. 8, pp. 35-41.
PRIMO DE RIVERA, José Antonio, Textos inéditos y Epistolario recopilación de A. Del Río, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1968, 591 pags.
Obras de José Antonio Primo de Rivera recopilación de A. del Río, Madrid, Editorial Almena, 1971
RIDRUEJO, Dionisio, "Respuesta a S.P." en Cuadernos para el diálogo Abril de 1966.
RODRÍGUEZ JIMENEZ, José Luís, "La eliminación de Hedilla" en Historia 16, nº 132, pp. 19-26.
ROMERO CUESTA, Armando, Objetivo: matar a Franco, Madrid, Ediciones 99, 1976, 124 pp.
SAÑA, Heleno, "La Falange: intento de un diagnóstico" en Índice de las letras y de las Artes nº 269, 270 de 15.05.70 y 01.06.70.
TUSELL GÓMEZ, Xavier, La oposición democrática al franquismo, Barcelona, Planeta, 1977, 452 pags.
La España del siglo XX. Desde Alfonso XIII a la muerte de Carrero Blanco, Barcelona, DOPESA, 1975, 474 pags.
Franco y los católicos. La política interior española entre 1945 y 1957, Madrid, Alianza Editorial, 461 pags.
VALLINA, Salvador, "Continuidad discontinua" en Arriba, 14.07.66, p.3
VEYRAT M. y NAVAS-MIGUELOA J. M.,Falange, hoy, Madrid, Gregorio del Toro, 1973, 357 pags.
Se han consultado las publicaciones periódicas siguientes:
ABC, (Madrid), 30.10.76
ANUE, (Madrid), nº 24
Avanzada, (Madrid), Febrero de 1975
Cambio 16, (Madrid), 17.04.77
El Alcázar, (Madrid), 10.04.73
El País, (Madrid), 30.10.76, 01.06.88, 03.06.88, 05.06.88, 12.06.88 y 26.11.89.
Es Así (Madrid), 01.01.63 a Mayo de 1964, 5 números.
Historia 16 (Madrid), nº 1, 2, 8, 9, 76, 91, 98, 127 y 132
Historia y Vida, (Barcelona-Madrid), nº 89
Informaciones,(Madrid), 31.10.68 y 16.05.89
La Verdad, (Alicante), 16.02.75
Mundo, (Barcelona), Febrero de 1969, nº 1500-1501
Pueblo, (Madrid), 21.11.72
Ya, (Madrid), 01.11.68 y 03.07.75.

Autores: Francisco Blanco y José Lorenzo García